NI DEMOCRACIA NI COMUNISMO

Por Ricardo Del Búfalo

 

“Según la dialéctica materialista, los cambios en la naturaleza son ocasionados principalmente por el desarrollo de las contradicciones internas de ésta, y los cambios en la sociedad se deben principalmente al desarrollo de las contradicciones internas de la sociedad, o sea, las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, entre las clases y entre lo viejo y lo nuevo. Es el desarrollo de estas contradicciones lo que hace avanzar la sociedad e impulsa la sustitución de la vieja sociedad por la nueva”

 

“Esta concepción dialéctica del mundo nos enseña principalmente a observar y analizar el movimiento de los contrarios en las distintas cosas, y a determinar, sobre la base de tal análisis, los métodos para resolver las contradicciones. Por consiguiente, es para nosotros de singular importancia comprender concretamente la ley de la contradicción en las cosas”

 

Mao Zedong, Sobre la contradicción, I. Las dos concepciones del mundo, 1937

 

fotopatriasocialismoomuerteNos han dicho que son socialistas. Que estamos en la primera fase de la revolución y que apenas en enero, quince años después, se empieza a poner en práctica el segundo Plan Socialista de la Nación con una nueva organización social: el Estado Comunal. De allí proviene toda esta discusión nacional sobre la creación de las comunas, que ha creado una matriz de opinión acerca de la subyacente pretensión «chavista» de eliminar alcaldías y gobernaciones, con la finalidad de instaurar el comunismo y eliminar definitivamente la democracia.

 

Yo no voy por allí. Yo pienso que no se quiere implantar el comunismo: eso es mera fachada. Si uno busca alguito por Internet acerca de las revoluciones comunistas del siglo pasado, encuentra algunas semejanzas entre ellas: que todos los líderes que intentaron instaurar un Estado de esta categoría (Lenin, Stalin, Mao, Fidel) dieron aportes filosóficos, teóricos o prácticos a la causa, para que se expandiera por el mundo; y que el Partido es el actor secundario más importante, porque es el encargado de mantener la revolución luego de la muerte del protagonista, el líder político, quien pensaba mantener el comunismo más allá de su vida. Esto no pasa en Venezuela.

 

¿Chávez socialista?

 

Para empezar, el líder venezolano se ha identificado suficientes veces como un hombre de izquierda, marxista, revolucionario y socialista; en oposición a la derecha venezolana (la MUD), que según él, está asociada con la derecha internacional y el imperialismo yanqui. Definitivamente es un hombre de izquierda, se pensaría, cuando se evalúa la forma y el fondo de su política: empoderar a los pobres y expandir el poder del Estado y su intervención en la sociedad.

 

Sin embargo, cuando el comandante explica qué significan, para él, cada uno de estos términos, se revela una distinción de las acepciones tradicionales:

 

  1. Cuando habla de marxismo, siempre descontextualiza alguna frase de Marx, seguramente sacada de un libro de frases célebres, y la interpreta al azar, asociándola a la idea de revolución y socialismo, que luego relaciona con las acciones de Bolívar y los próceres de la independencia americana, sin dar una idea verdaderamente clara de qué es el marxismo;
  2. Al hablar de revolución, refiere la palabra íntima y exclusivamente a la doctrina del Libertador Simón Bolívar y nunca a la doctrina marxista. Así, la idea de revolución, en el imaginario chavista (de Chávez y sus seguidores) evoca la imagen de Bolívar y la lucha bolivariana. Por algo nos llamamos República Bolivariana y no República Socialista;
  3. Por último, cuando habla de socialismo, revela que no lo entiende como Marx y sus seguidores. Para Chávez, el socialismo es un principio ético, en conflicto eterno con el capitalismo: o eres capitalista y te importa el capital, o eres socialista y te importa lo social. No hay terceras vías. En este sentido, todos los capitalistas son malos. De hecho, cuando intenta explicar el socialismo, el líder venezolano no puede evitar mencionar los «valores socialistas», que tienen connotaciones morales y no político-económicas. Por eso, no es extraño escucharlo decir que el socialismo es el reino de Cristo en la tierra, donde hay solidaridad, igualdad y justicia social; pero nunca hemos escuchado de la eliminación de la propiedad privada como valor supremo del socialismo bolivariano. La prueba de esta aseveración no está constatada solamente en su discurso, sino también en las leyes relacionadas con el Estado comunal.

 

¿Qué significa todo esto? En primer lugar, que no se puede comprender la ideología chavista a través del pensamiento marxista. Por lo tanto, ningún aporte filosófico le puede dar. Aquí la primera diferencia de los otros líderes que verdaderamente creían en el modelo comunista.

 

El poder político

 

“Ajá —se me dirá—, pero Chávez es evidentemente un hombre de izquierda, porque cree en la igualdad social, promueve leyes que potencian el Estado Comunal y hace acrecentar los medios de producción estatales.” Yo responderé que eso es completamente cierto. Sin embargo, la razón por la cual lo hace no es ideológica, sino política. A Chávez le interesa, sobre todas las cosas, el poder político. Con poder político, tiene control y dominio de todas las fuerzas de oposición (económicas y políticas) y sólo desde allí puede combatirlas.

 

Más arriba comenté que la institución más importante para los líderes comunistas ha sido el Partido, porque allí se gesta el pensamiento y las acciones que harán permanente el comunismo. Para Chávez, el actor secundario más importante no es el partido, sino la institución militar. En principio, por identidad personal: él es un militar. Configura sus pensamientos en un lenguaje bélico: batalla electoral, misiones sociales, pasar revista en las empresas del Estado, etc. Apareció por primera vez en el escenario político nada menos que con fusil en mano, vestido del clásico uniforme camuflado, diciendo que su golpe de Estado estaba comandado por Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora: dos militares rebeldes (como él) y el maestro del Libertador.

 

Todos somos testigos, además, de las compras milmillonarias que ha hecho el comandante en armamento militar en los últimos años. Sabemos que ha aumentado el salario mínimo a los militares, antes que a los civiles. Hemos visto los festejos militaristas que se hacen en cada feriado «patrio», desde el 5 de julio, fecha en que se celebra un acto de carácter civil, hasta las fechas inconstitucionales, como los golpes liderados por Chávez y sus compañeros (el 4 de febrero y el 27 de noviembre). Todo esto refleja la enorme importancia que tiene para Chávez el reconocimiento del honor militar.

 

Si el Partido fuera lo más importante —políticamente— para Chávez, ¿por qué pondría como primer vicepresidente del PSUV a Diosdado Cabello, quien jamás ha mencionado a Carlos Marx? ¿Por qué, además, sacaría de la presidencia de la Asamblea Nacional a Fernando Soto Rojas, un comunista leninista-stalinista confeso, y pondría al mismísimo Diosdado? Porque éste último es un militar leal al comandante, compañero golpista por demás, que garantiza el poder político. Y a pesar de que el Partido puede llegar a ser casi omnipresente, el poder político se logra verdaderamente por la coacción del cañón, ¿y quién más obediente e intimidante que el Ejército?

 

Más arriba dije que no se debe comprender la ideología chavista desde el pensamiento marxista, pero no dije que se debería comprender desde una conciencia histórica. Consejo que tomé del historiador Elías Pino Iturrieta, quien mencionó en una conferencia que no hay que buscar las raíces del fenómeno Chávez en el fascismo o en modelos extranjeros, porque esto es algo “muy nuestro”, cuya explicación reside en nuestra historia.

 

De hecho, Chávez no es el primero que evoca las imágenes de independencia y bolivarianismo en el discurso político venezolano. El mismísimo «padre de la democracia», Rómulo Betancourt —por citar a un civil, que además es líder máximo y fundador del partido que Chávez intentó tumbar en el 92— calificó de “segunda independencia” el golpe de Estado que lideró el 18 de octubre de 1945. Asimismo, Juan Vicente Gómez utilizó el simbolismo bolivariano inclusive mejor que Chávez: el tirano nació el 24 de julio y murió el 17 de diciembre, fechas en que nació y murió Bolívar.

 

La explicación de toda esta mescolanza de palabrería y acciones políticas se puede extraer de los libros de historia de Venezuela. ¿Es esto un socialismo? Venezuela obtiene todos sus ingresos del mercado capitalista internacional, vendiendo la materia prima más rentable del mundo, cuyo precio está sometido a la especulativa bolsa de valores: ¿se van a volver a hacer la pregunta? Si Chávez realmente potenciara los medios de producción estatales, como sugiere el marxismo, estos por lo menos deberían ser rentables. Es bastante renombrado que todo lo que provenga del Estado (areperas, misiones, gasolina) es subsidiado, lo que significa una pérdida de dinero del gasto público, que luego el chorro de petróleo compensa. Si mañana nuestro oro negro llegase a ser sustituido por otra materia prima, Venezuela quebraría en pocos días, dicen los economistas; el país está sometido al capitalismo mundial, y no hay interés oficial en dejar de estarlo.

 

Para ponerle la cerecita a esta merengada ideológica, dejo como evidencia la oferta que hizo el comandante, una semana antes del 7 de octubre, a las fuerzas capitalistas de oposición. En este video, Chávez asegura que los grandes empresarios deberían votar por él, porque representa “un seguro de estabilidad” para ellos. ¿Qué quiso decir con eso? En Venezuela, la palabra estabilidad tiene connotaciones primordialmente económicas, tanto para las clases acomodadas como para las más pobres. Así, sin vergüenza, el comandante les asegura a los grandes capitalistas que les van a seguir entrando los dólares en este socialismo paradisíaco. ¿Pero por qué haría esto, si está en contra de sus principios éticos? Porque si los ricos que pueden tumbarlo (y que lo intentaron el 11 de abril) están contentos, él está tranquilo en el poder.

 

¿Entonces —nos preguntamos todos— por qué se quiere implantar un Estado Comunal?

 

Si se lee la nada difundida Ley del Consejo Federal de Gobierno, se entiende que las comunas y los consejos comunales estarán sometidos parcialmente al Presidente de la República. Las comunas y los consejos comunales tienen facultades que el Presidente puede «suprimir y modificar» (p. 7, p. 15). Además, puede designar y mandar sobre una «autoridad única» que manejará los recursos económicos de todos los organismos comunales (p. 16, p. 17). Esto significa más poder político y económico. Se busca el control de la sociedad, para comandarla desde el televisor, como si se tratara de una brigada de infantería de 30 millones de personas. Así concibe el orden el comandante.

 

Pero si este poder político no se le va a heredar al Partido, porque este líder también es mortal, ¿a dónde va este proyecto de nación? Allí están escritos los fantasiosos objetivos estratégicos del socialismo: la felicidad, la paz planetaria, el equilibrio del universo, la independencia, la salvación de la especie humana. Parece todo un capricho delirante de un militar rebelde que está convencido de que llegó al mundo para hacerle relevo a Simón Bolívar. Sin embargo, debe haber algo más.

 

No puedo llegar a ninguna conclusión categórica, pero puedo decir que no estamos en una genuina democracia, porque no existe autonomía de poderes públicos, lo cual es un valor democrático supremo; pero tampoco estamos persiguiendo el comunismo, porque no hay ideología ni economía comunista, a pesar de que se esté desarrollando un movimiento de propagación de ideas izquierdosas a través de las librerías y demás organismos de propaganda chavista.

 

¿Por qué se asocia el socialismo con democracia y con Bolívar y no con Marx? ¿Por qué los oficialistas no hablan de comunismo? ¿Por qué las comunas no estuvieron incluidas en la campaña presidencial? ¿Por qué Chávez esperó la victoria electoral para anunciar que venía el Estado Comunal? ¿Por qué sí se usa el poder comunal en la campaña de gobernadores? Son preguntas que tenemos que hacernos para lograr una correcta prevención del cercano porvenir, de los próximos seis años. Mientras tanto, cojamos el consejo del camarada Mao, que sugiere comprender las contradicciones internas para determinar los métodos que resolverán tales contradicciones. Esto lo podemos hacer con una conciencia histórica.

 

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