EDITORIAL #140: TIEMPOS DE CORDURA
Venezuela empezó a navegar en aguas turbias. La salud del presidente, que en los últimos 18 meses ha sido una de las variables de mayor peso en la ecuación política del país, nuevamente se vuelve el centro de atención –y tensión- principal, incluso más que las elecciones regionales realizadas ayer.
Esta vez, a diferencia de todas las anteriores, es de boca del presidente Chávez y de los más altos funcionarios de su gobierno que nos enteramos de la gravedad de su condición. Debido al secretismo con el que se manejó el tema desde el principio, el anuncio de Chávez de que debía operarse por cuarta vez de un cáncer que no logra vencer tomó por sorpresa no solamente a la población en general, sino también, incluso, a la gran mayoría de los funcionarios de su propio gobierno.
En los últimos días, su posible sucesor, Nicolás Maduro, empezó a hacer todos los esfuerzos para mantener al chavismo unido ahora bajo su figura, como expresamente lo pidiera Chávez. No será una tarea fácil, especialmente si el presidente no se encuentra en sus mejores condiciones físicas para gravitar de manera determinante en las decisiones de su gobierno y de su partido. Mientras tanto, algunos otros “cabecillas” ya empezaron a hacer sus cálculos y a mover sus fichas.
El peor error que la oposición podría cometer –o, mejor dicho, que algunos ya están cometiendo- seria subestimar a Maduro, así como subestimaron a Chávez hace 14 años. En una eventual nueva elección presidencial -planteada por el propio presidente en caso de que su salud no mejore- no debemos olvidar que con las condiciones electorales actuales, los recursos económicos y estructurales, e incluso con un Chávez disminuido pero vivo levantándole la mano, Maduro como candidato del oficialismo sería muy difícil de vencer.
La crisis de una persona, o incluso la de un partido, no puede ser la crisis de todo un país. Evitar esto dependerá de la capacidad del liderazgo político y de la sociedad civil informada y organizada de defender sus derechos por sobre cualquier interés individual. En un momento histórico tan complejo como éste, la oposición no necesita candidatos, necesita líderes. Aquellos que lejos de buscar acomodarse en el poder, estén dispuestos a armarse de valor y a decir la verdad.
Esta crisis en la que Venezuela hoy se encuentra puede ser la oportunidad para que el país encuentre su punto de inflexión y comience una etapa de reconciliación. Dependerá de si logramos derrotar a la locura. Son tiempos de cordura.
Miguel Velarde
Editor en Jefe
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