MILITARISMO Y LA NUEVA DICTADURA DE LA FELICIDAD

Por María Teresa Urreiztieta

 

yosoychavez3El lunes 14 de enero pasado, en plena misa dedicada en honor a la Divina Pastora en Barquisimeto, en el momento en que el Arzobispo Monseñor Antonio López Castillo realizaba el ofertorio, subieron al altar de manera intempestiva varios militares–entre ellos dos generales-,para exigir que se saludara a las autoridades nacionales y se rezara por la salud del Presidente Hugo Chávez. Irrespetando delante de todos el sagrado acto que se estaba realizando, se acercaron a un sacerdote que estaba asistiendo al Arzobispo. Exhibiendo un autoritarismo ramplón, gesticularon, ordenaron. Los videos publicados en diversos medios son más que elocuentes. Aunque no se escuche lo que cada general le decía al sacerdote, basta con ver sus rostros, su actitud autoritaria, el dedo blandido exigiendo, amenazando. Luego se supo qué dijeron.Todos los venezolanosdeben ver estas imágenes. Todos los venezolanos debemos advertir la amenaza que se cierne sobrela vida cívica revelada en estos hechos. El militarismo se expresa a través de la lógica yo mando-tú obedeces, usando la fuerza simbólica yde las armas para imponerse e intentar controlar la vida ciudadana, como en este caso. Es lo que busca la ideología del pueblo-soldado, para que, con obediencia ciega,se siganlas órdenes de los que hoy lideran el proyecto cívico-militar en el poder. La ignominiosa presencia de los militares en el altar durante la misa de la Divina Pastora es un punto de inflexión que debe conducirnos a repudiar todos los intentos de manipulación, control y amenazas castrenses en nuestra vida democrática.Ahora más que nunca los venezolanos debemos reflexionar y debatir en nuestras casas, con los amigos y vecinos, en los consejos comunales, en escuelas y universidades, acerca del papel de los militares en la vida cívica y hacia dónde nos está conduciendo la militarización de la sociedad, la ideología del pueblo-soldado como proyecto central del llamado socialismo del siglo XXI.

 

En los actos de conmemoración del 23 de enero pasado,»rodilla en tierra» fue la frase que más se escuchó,la más presente en las pancartasque llevaban los seguidores del gobierno junto al “Yo soy Chávez, todos somos Chávez”. El pueblo arrebatado de amor por su líder clama por atar su voluntad a la de él. Pone a su disposición lo mejor de su inteligencia y talentos, voluntades y anhelos de manera acríticapara que seandirigidos, destinados según el parecerde quienes gobiernan.La vida de millones, del país se está entregando incondicionalmente, en manos de unos cuantos. Así se lo están exigiendo. Con ello, al postrarserodilla en tierra, el pueblo cede responsabilidades, clama, paradójicamente, por su dominación. Por su sometimiento, no por su emancipación.Se vuelve masaentonces, masa dúctil, no pueblo consciente. Estamos ante una gran tragedia histórica. La tragedia del posible fin de la democracia por el surgimiento de la fuerza de la masa enamorada que se rinde ante el conductor-caudillo.

 

No dudamos que el pueblo sientaun gran amor por el Presidente.Dice que es feliz con él, con la Venezuela que tenemos. El problema es el uso político que hacen los gobernantesde este amor y de la ilusión de felicidad que van creando, lo cual va obnubilando las mentes uniformadas para posicionar al pueblo-soldado en contra de la democracia, de sí mismo.  Poco a poco, en la medida de su entrega y esperanza, lo van preparando emocionalmente para que obedezca a la primera orden de mando, aún a costa de su vida, de suslibertades. Es lo que hemos llamado, en otros escritos, “el adversario internalizado”. Un ejemplo de ello es elsaltode la Constitución que se viene dando através de la aplicación discrecional de sus principios y artículos en la medida que van sirviendo al juego hegemónico del partido en el poder. Justo en contra de la voluntad del pueblo soberano que redactó la carta magna.Si el pueblo sigue poniendo la alfombra roja, no dudemos que los que gobiernan pasarán pisando fuerte sometiéndolo todo a su paso. Así nos lo muestra la historia.

 

militares¿Qué nos toca hacer? Defender con todas nuestras fuerzas la voluntad de nosotros, el pueblo, expresada en la Constitución Nacional. Insistir en pacificar al país, en construir zonas de paz y respeto para que retomemos el diálogo y la concertación política; debemos resistir, detener, impedir que la militarización de la sociedad, el militarismo, siga penetrando la conciencia y proceder del pueblo. Recordemos que la Constitución supedita el poder militar al poder civil. No al revés. Tenemos que enderezar el rumbo, retomar el camino constitucional, democrático. Rebelarnos, ante la avanzada del autoritarismo y la militarización de la sociedad que nos quieren imponer una nueva dictadura de la felicidad.

 

De no hacerlo así,tendríamos ya el plato servido para el advenimiento del totalitarismo del siglo XXI en América Latina. 

 

@mturreiztieta

 

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