EDITORIAL #146: LOS PANTALONES
Si bien el gobierno se ha caracterizado por su ineficiencia en la administración de muchos temas, también debemos admitir que se destaca en el manejo del más importante de todos en política: la propaganda. No es casualidad que se coincida en que en este ámbito, más que en ningún otro, no importa “lo que es”, sino “lo que parece”.
A lo largo de estos 14 años, con cada medida polémica que el gobierno de Chávez tomó, los analistas y técnicos se deshacían explicando con números y métodos científicos los motivos por los que éstas traerían consecuencias negativas para el país. Mientras tanto, el gobierno enfocaba su propaganda en decir que lo hacía por “amor”, por “dignidad” o por la “patria”, términos tan románticos como abstractos. Para el pueblo, era suficiente; es más fácil comprender un corazón rojo que modelos econométricos indescifrables.
Es aún muy pronto para medir el impacto político que tendrá la decisión de devaluar que el gobierno venezolano tomó el viernes de la semana pasada. Sin embargo, esta vez puede que la propaganda no sea suficiente. Será en los próximos días cuándo los venezolanos salgan de compras y sientan en persona que su capacidad adquisitiva se redujo considerablemente. El gobierno no tenía otra opción, porque la alternativa era que se profundice una escasez cada vez más evidente, cuyo costo político podía haber sido incluso mayor.
Esto no quiere decir que con la devaluación se haya solucionado el problema de la falta de productos en las calles venezolanas. Para que esto ocurra, la medida debe estar acompañada de otras acciones que permitan reactivar el mercado, como la generación de divisas suficientes o el incremento en la producción local. Una vez más, la eficiencia del gobierno será puesta a prueba.
Hay un aspecto en el que sin duda el chavismo se verá favorecido por la devaluación y es que contará con mayores recursos a su disposición. Todo indica que piensan que esta medida afectará principalmente a la clase media con poder adquisitivo, dado que una de sus consecuencias más evidentes será un incremento significativo en la inflación, que ya es de las más altas del mundo. Sin embargo, al tener acceso a más recursos, el gobierno podrá mantener el gasto social –las Misiones, entre otros- y de esta manera no perder el apoyo de sus bases populares.
Todo esto tiene sentido si consideramos que probablemente estamos a pocos días del inicio del periodo electoral para una nueva elección presidencial. Es por eso que tampoco sorprende que la estrategia oficialista sea hacer énfasis en que esta polémica decisión la tomaron el presidente Chávez y su equipo económico, dejando al candidato Maduro “libre de toda culpa”.
En todo caso, es seguro que una vez más el gobierno utilizará su mejor arma para aminorar los daños: la propaganda. Ya vimos como algunos de sus voceros empezaron a hacerlo, primero culpando de esta decisión a la oposición y afirmando luego que lo hacían “para proteger los dólares del pueblo y consolidar la economía venezolana”. Esta vez, los opositores tienen una oportunidad de oro para hacer lo mismo e intentar que el costo político para el gobierno sea muy alto. Para lograrlo, deben dejar sus actitudes tibias y dubitativas y confrontar de frente no solamente las políticas del oficialismo, sino también su ideología y la visión de sociedad que ellos plantean.
En coyunturas como ésta, no es momento de amarrarse los pantalones. Es hora de ponérselos.
Miguel Velarde
Editor en Jefe
@MiguelVelarde
mvelarde@guayoyoenletras.com
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