LA LOTERÍA POR LA NUEVA CANDIDATURA.

Por Andrés Abreu.

 

Luego de los sucesos acontecidos en lo que va de 2013, cada vez parecen más inminentes unas elecciones presidenciales que podrían realizarse en el primer semestre del año en curso ante la posible falta absoluta del presidente Hugo Chávez, aunque altos funcionarios del gobierno traten de postergar este momento, parece que mientras pasa el tiempo se hace más difícil esconder la situación.

 

Parece difícil creer que el Presidente Chávez desde una cama en el CIMEQ en La Habana da órdenes y estrategías de gobierno mientras Maduro y los demás personajes de la revolución las siguen al pie de la letra. Sin embargo, es díficil comprobarlo debido al gran hermetismo existente.

 

Si algo viene a colación ante toda esta realidad, es la pregunta referente a quién sería el candidato de la oposición en esas próximas elecciones debido a que aún no ha ha habido ningún pronunciamiento oficial de parte de los partidos o de la Mesa de la Unidad Democrática.

 

Hace un año la oposición venezolana fue a las urnas en un proceso de elecciones primarias en donde salió victorioso Henrique Capriles Radonski, quien luego se midió con Hugo Chávez en octubre y resultó vencido en estos comicios. En caso de haber unas nuevas elecciones, ¿Capriles debería ser el candidato?

 

Si bien es cierto que Capriles ganó y fue electo como el candidato de la oposición, fue electo para el proceso electoral del 7 de octubre el cual perdió, no puede tomarse el resultado de estas primarias como un resultado imprescriptible porque no lo es, este resultado prescribió el día que Hugo Chávez fue reelecto como Presidente de la República, por lo cual sería hasta un poco deshonesto lanzar a Capriles fundamentándose en esta  razón.

Otro elemento importante que es necesario tomar en cuenta es la Gobernación del Estado Miranda. Capriles al dedicarse a la campaña abandonó el Estado Miranda dejando a Adriana D’elia quien continuó con su gestión. Luego de perder la presidencia volvió a la Gobernación ganando para un segundo período de cuatro años al servicio de los mirandinos. Sin embargo él mismo dijo que todo no había terminado ese 7 de octubre, que se dedicaría nuevamente a recorrer Venezuela los fines de semana o en su tiempo libre lo cual tampoco tiene mucha lógica. Entonces, ¿En caso de haber unas nuevas elecciones Capriles abandonaría a quienes votamos por él por su reelección en el estado?, ¿No sería lo mismo que sucede con el Presidente Chávez y Nicolás Maduro? El pueblo de Miranda votó por Henrique Capriles, no por Adriana D’elia ni por alguna otra persona. Como dice el tradicional refrán «Lo que es bueno para el pavo, el bueno para la pava», es decir, lo que se aplica para el gobierno tambien se aplica para la oposición.

 

Es cierto, Capriles como candidato logró mover masas, unir a la oposición con miras a un mismo objetivo; objetivo que no fue alcanzado. Además me atrevería decir que después de un proceso como las primarias, Venezuela habría seguido a cualquiera que fuera el líder en ese momento, fuera Capriles, Pérez o María Corina. Entonces esta afirmación, además de subjetiva, es desarcetada.

 

También es necesario, por supuesto, hablar de la Mesa de la Unidad Democrática que ya no es tal, creo que ya la sociedad se dió cuenta de que lo que menos hay es unidad entre los integrantes de la misma. Muestra de ello fue el acto de «relanzamiento» realizado que simplemente fue un acto a favor de un candidato y no a favor de un ideal de de democracia por el cual fue supuestamente concebida esta unión.

 

Además de todo esto, tenemos lo pasivo que ha sido Capriles frente a las últimas arbitrariedades del gobierno nacional a diferencia de otros líderes de la oposición como María Corina Machado y Leopoldo López. Es comprensible que haya un pueblo y un estado de pormedio que depende de la gestión de Henrique Capriles (Gestión que algunos no hemos percibido, pero esa es harina de otro costal) y por ello quizás no ha sido más contundente en sus declaraciones y no ha emprendido acciones que puedan comprometer los recursos del pueblo mirandino. Eso puede entenderse hasta cierto punto, porque permitir las arbitrariedades no es la manera de proteger a un estado o a una sociedad y tampoco debería ser la forma de actuar de un abogado como lo es el Gobernador Capriles pero esto es algo que está en manos de su equipo de gobierno y en las suyas propias.

 

Ahora nos encontramos con un escenario que parece imposible de ocultar o negar que es el triunfo de Nicolás Maduro que lo llevarían a ser el Presidente de la República y el sucesor de Hugo Chávez. ¿Por qué ganaría Maduro? Por toda la indetenible maquinaria del Estado que será puesta a su servicio y que, con imágenes y mensajes del Presidente, apelará nuevamente a los sentimientos y llevarán a Maduro a la Presidencia.

 

¿Quién debería ser el candidato? Es una difícil decisión. Desde el punto de vista de la imposible derrota de Maduro, Capriles sería el mejor para la candidatura, pero se estaría lanzando a los leones su carrera política y sus aspiraciones presidenciales al perder por segunda vez consecutiva las elecciones por el mismo cargo gubernamental. En este escenario, lanzar a otro candidato se convertiría en un arma de doble filo; sería apostar todo a un candidato, tal y como se hizo con Capriles en su momento, sin lograr nada y restándole oportunidades a este candidato, «quemándolo» como dirían algunos.

 

Esto es algo que, por falta de dinero y de tiempo para realizar unas nuevas elecciones primarias, debe ser discutido entre los partidos y líderes de la oposición quienes deberían llegar a un consenso sobre quién sería el más indicado para competir en una nueva carrera presidencial contra el elegido por Chávez, Nicolás Maduro.

 

Solo el tiempo dirá lo que suceda, y en un país tan volatil como Venezuela una chispa puede cambiar radicalmente el escenario actual, obligando a todos a cambiar de estategia. Nos queda entonces creer en profecias y esperar lo que acontesca dentro de la oposición venezolana frente a una nueva contienda electoral por la primera magistratura del país. En estos tiempos difíciles es vital la unidad, la cual parece desaparecer cada día más.

 

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