ESTRATEGIAS DE PROPAGANDA
Por Ricardo Del Bufalo
Un hombre se le acerca a otro en lo que parece una oficina ejecutiva. El hombre que está en el despacho, alto, robusto y con bigotes, juega dominó sobre una mesa cuadrada que tiene en la superficie un afiche de un hombre blanco en bikini, con frases burlescas sobre su orientación sexual. El otro hombre, más delgado y corto de estatura, interrumpe el juego.
—Disculpe, presidente.
—¡Eh! Presidente encargado constitucional, me hace el favor.
—Disculpe, presidente encargado constitucional meacelfavor. Dicen los cubanos que necesitamos mejorar los temas de campaña porque el único que estamos usando no están teniendo el mismo efecto.
—¿Y qué proponen?
—Que ofrezca soluciones a la violencia, el desabastecimiento, la corrupción gubernamental, los altos precios de la comida, del transporte público… todo eso que la derecha llama “los problemas de los venezolanos”.
—(Ríe a carcajadas) “Los problemas”. ¡Su único problema es que hoy nosotros tenemos ¡¡patria!!
—Sí, pero tiene que disimular que la patria no es suya.
—¡Pero claro que es nuestra!
—Sí. Pero recuerde que el líder supremo decía “los que quieran patria vengan conmigo”. Tiene que agarrar por ahí.
—Okey. Lo puedo hacer, está bien. ¿Cómo lo digo? ¿Con voz de gloria y el puño arriba? “Los que quieran patria ¡vengan conmigo!” O con voz de…
—No, no. No ha entendido. Los que quieran patria, vengan con Chávez. No se le olvide quién es el candidato.
—Ah, claro. No, no se me olvida. Nunca se me ha olvidado. Entonces. ¿Grito? ¿Me sostengo al pódium y grito los que quieran patria vengan con Chávez? ¿Cuándo tengo que llorar?
—No, no llore tanto. La gente va a pensar que es mentira. Así está bien. Dígalo al final de sus discursos. Por ahora prepárese, presidente.
—Presidente encargado constitucional, le dije.
—(Tímido) Disculpe, presidente encargado constitucional.
—¡Más duro!
—¡Masduro Moros!
—¡No, chico! (Ríe a carcajadas) Aunque te quedó buena esa. ¿No podemos usarla para la campaña? “Más duro presidente” ¡Si lo dice Diosa Canales sería un éxito!
—No creo, presidente encargado constitucional. Recuerde que usted no es el candidato.
—Cierto. No se me olvida. Nunca se me ha olvidado.
—No se preocupe, no tiene que aparentar conmigo, recuerde que yo le enseñé esa técnica.
—¡No me la enseñó usted! La aprendí hace mucho tiempo con mi comandante. Era un genio en eso. (Llora).
—No hay familiares cerca, presidente encargado constitucional.
—¿No? (Se seca las lágrimas y sigue jugando dominó solo). Bueno, uno no sabe.
—Le recuerdo que se prepare.
—¿Para qué?
—Hay cadena en un rato. Usted va a hablar.
—¿A hablar o a leer el teleprompter?
—Como se sienta más seguro.
—Leyendo.
—Recuerde las tres premisas del discurso. La primera: el enemigo, cuyo nombre no puede salir de su boca, es golpista, financiado por trasnacionales y conspiró con el imperio para inocularle la enfermedad al líder supremo. Aproveche la fecha histórica al máximo. Recuerde lo difícil que fue reservar la noticia hasta marzo, para que tocaran las elecciones justo treinta días después.
—Okey…
—La segunda premisa: hoy tenemos patria, si ellos retoman el poder, la perdemos. Recuerde el chantaje de hacerlos cumplir la última voluntad del comandante.
—¿¡Cómo que chantaje, chico!? ¿¡Cómo se te ocurre, fascista!? No es chantaje, ¡es una petición de amor!
—Muy bien, está aprendiendo a responder, presidente encargado constitucional.
—Ah,¿viste? Estudié, estudié… ¿Y cuál es la última premisa?
—Una bomba de humo. Tenemos que cambiar la matriz de opinión. La oposición está celebrando por las últimas encuestas de GIS XXI, que apenas nos da un 23% de ventaja. Es lo más bajo a lo que hemos llegado. Si tienen razón, hasta podríamos perder.
—¿¡Y qué hacemos!? ¿Vamos a perder? (Llora) ¡Mi comandante no me lo perdonaría!
—Todavía hay chance de ganar. Pero tenemos que lanzar una bomba de humo fuerte, para que los opositores se atemoricen y se paralicen.
—¿Qué hacemos?
—Diga que el candidato derrotado está promoviendo la violencia y que quieren desestabilizar el país. Amenácelo y dígale que deje quieto al que está quieto; que este pueblo está armado, pero lleno de amor; diríjase al pueblo y dígale que se quede tranquilo, pero dé la siguiente orden: “si a algún sifrinito le pasa algo, no respondemos”. Eso los volverá locos y los distraerá de su ventaja.
—“Si a algún sifrinito le pasa algo, no respondemos”.
—Bien. Nosotros nos encargamos de difundir los rumores necesarios para causar zozobra y desestabilizar a la oposición.
—Okey…
—Por último, recuerde las reglas fundamentales de la propaganda: repetir la mentira mil veces…
—…hasta que se convierta en verdad.
—Disimular o distraer las noticias…
—…que sean favorables al enemigo y perjudiciales para nosotros.
—Y la que más le cuesta: Atribuir al enemigo…
—…los errores propios.
—¿Por ejemplo?
—¡Eres un fascista!
—Otro.
—¡Llorón!
—Uno más.
—¡Leedor de teleprompter!
—Muy bien. Siga ensayando, que todavía tiene muuuuuchos errores para atribuir al enemigo…
Mientras el asesor se aleja del despacho, el hombre del bigote se queda pensando insultos en voz alta:
—¡Son unos apátridas! ¡Ustedes odian nuestro pueblo! ¡Quieren crear desestabilización en el país! ¡Dejen de regar rumores! ¡Fascistas!
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