ASEDIO AL SISTEMA DE ORQUESTAS JUVENILES E INFANTILES DE VENEZUELA
Por María Teresa Urreiztieta
“En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro,
como ha de haber cierta cantidad de luz”
José Martí
El Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela está cumpliendo 38 años de fundado, ofreciéndole a la infancia y a la juventud venezolana una vía alternativa de desarrollo personal, social, comunitario y ciudadano. En medio de los contextos más adversos, El Sistema ha sabido abrirse paso para convertirse no solo en un exitoso movimiento cultural promovido por el Estado venezolano a lo largo de todos estos años y gobiernos, sino también en un programa de inclusión y desarrollo social de alcance masivo. Cuando se reconoce a El Sistema como un milagro, como un camino “salvavidas” no se está exagerando, realmente se ha constituido para muchos niños, niñas y jóvenes venezolanos -cuyas vidas están atrapadas en contextos con altísimos niveles de vulnerabilidad, pobreza y violencia-, en la tabla de salvación, en la oportunidad para optar por una vida orientada por excelsos valores humanos, impregnada por una cultura musical universal como medio para la construcción de una cultura cívica democrática, una cultura para la paz.
Como todo movimiento de vanguardia, ha generado fieles amantes y acérrimos enemigos de todo tipo. Es normal en una obra de tanta trascendencia y significación como ésta. Sin embargo, en los tiempos de la Venezuela bolivariana, debido al agudo conflicto político y a la polarización social que somete nuestras vidas, hemos sido testigos del recrudecimiento de los ataques en contra de esta obra, sumados a los intentos de su partidización y/o de su control político.
Como lo sabemos, la polarización es un fenómeno psicosocial que altera la convivencia de la sociedad, dividiéndola en dos grupos. Al irse consolidando, va ocurriendo un estrechamiento del campo perceptivo que conlleva una fuerte carga emocional, obligando a las personas a posicionarse, muchas veces de manera incondicional y ciega, en alguno de los dos polos confrontados. En esta tensa situación, el primero de los sacrificados es el sentido común: las personas, los grupos, los discursos, cualquier acontecimiento que ocurra en estos contextos polarizados, se valora solo por lo que representan a favor o en contra de los bandos enfrentados.
El sistema de orquestas no escapa a esta situación. Dependiendo con quienes se le asocie, si se está del lado de la oposición, suele generar virulentas reacciones que con frecuencia decantan en un deslave de insultos, repudios y/o satanización de sus creadores y conductores. He escuchado decir, por ejemplo, que no importa que desaparezca El Sistema, con tal de que el gobierno no lo siga apoyando o asociando a sus obras. Si se está del lado del gobierno, se le concibe de manera sectaria y excluyente, avalando irresponsablemente la injerencia política partidista. Todo esto es parte de la cultura de la destrucción y la retaliación que se ha instalado entre nosotros, lo cual revela que lo que menos interesa es el bien de las orquestas y sus integrantes.
Precisemos: Una cosa es apoyar, promover, impulsar al sistema de orquestas dotándolo de instrumentos musicales, de buenos maestros, de locales óptimos para su desempeño, de oportunidades de expansión nacional y trascendencia internacional. Otra cosa es usarlo, penetrarlo, manipularlo, presionarlo con fines electorales y/o político-partidistas. Debemos decir que el gobierno ha hecho ambas cosas. En justicia, aplaudimos el apoyo, impulso, desarrollo y proyección de El Sistema como parte del Estado venezolano, de las políticas sociales y culturales que el gobierno actual lleva a cabo. Repudiamos las presiones e intentos de uso y manipulación política a los que ha estado sometido. Esto ha ocurrido demasiadas veces, rompiendo así el principio ético de El Sistema de no involucrarse o impedir verse involucrado en cualquier política partidista. Pero se han relajado los límites. El Presidente de la República, cada vez que ha podido, ha definido al sistema de orquestas como obra de la revolución bolivariana. Por otra parte, en cuanto a sus conductores, después que habían resistido y toreado lo mejor posible las enormes presiones, manteniendo a raya el vaivén de la política, ha sido penoso haber visto a los admirados Maestro Abreu y Gustavo Dudamel, justo un día antes de las elecciones para gobernadores, inaugurando apurados un núcleo de El Sistema en Petare junto al excandidato a gobernador Elías Jaua. Como lo saben, muchos de los padres, madres, maestros, niños, niñas y jóvenes del sistema de orquestas rechazan fehacientemente la injerencia política, los intentos de control y partidización de El Sistema. Habría que recoger el agua derramada. Habría que empeñarse en hacer prevalecer la ética humanista, universal, libre de intereses sectarios, que inspira a la gran obra.
A veces, de tanto caminar en tinieblas o deslumbrados por lo que ocurre, no nos damos cuenta de cómo la ignominia avanza e intenta adueñarse de todo. Sigamos pues resistiendo y caminando a contracorriente, protegiendo y fortaleciendo los frutos del sistema de orquestas y a sus 400 mil niños, niñas y jóvenes que sueñan gracias a él. Cuidando la integridad, cuidando la libertad.
@mturreiztieta
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