UNA TRANSICIÓN QUE ENFRENTA EL RETO DE LA RECONCILIACIÓN
Por Lorena Arraiz
Un período de transición es siempre complicado, pues los cambios siempre ameritan mayores esfuerzos para poder ser implantados con éxito. El esfuerzo, en este caso, nos toca hacerlo a todos los venezolanos porque la necesidad mayor de Venezuela es su reconciliación, ya que la herencia más pesada de estos tiempos es la división de la familia venezolana en dos mitades enfrentadas.
En esta transición, como en cualquier otra, corremos muchos riesgos. Pero lo más importante es la fortaleza, el crecimiento y el aprendizaje que nos puede dejar como sociedad. No sabemos cuánto tiempo estaremos en esta situación transitoria, pero lo que sí sabemos es que nos puede la incertidumbre y debemos ganarle el pulso para que el resultado sea positivo para todos los venezolanos.
En el plano político, debemos trabajar duro para recuperar la estabilidad democrática y la reinstitucionalización del país. Todos sabemos que la democracia es mucho más que elecciones, por muy frecuentes que éstas sean. “No es la cantidad sino la calidad”. Y cuando hablamos de elecciones democráticas, hablamos de elecciones libres, justas y transparentes.
Por otro lado, el correcto funcionamiento de las instituciones democráticas es prioritario. La necesidad de volver a un Estado con independencia de poderes públicos se vuelve determinante para un resultado eficaz. Volver al concepto (y aplicación) de las instituciones republicanas, democráticas, con poderes autónomos entre sí y no sometido ninguno a la voluntad del otro, para poder garantizar la calidad de la democracia venezolana, que actualmente se encuentra en franca decadencia.
En cuanto a los desafíos en el ámbito económico y social, hay que destacar el amplio crecimiento de la deuda externa venezolana, que era de 30.000 millones hace 14 años y ha aumentado a 200.000 millones en la actualidad. Además de esto, tenemos una inflación acumulada y represada, la más alta de América, luego de diez años continuos de control de precios y cambios. Y qué decir del gravísimo problema de inseguridad que enfrenta el país: La peor herencia que enfrenta la transición es la delincuencia desbordada, la abundancia de armas en la calle y la impunidad. Desarmar, pacificar y dominar la delincuencia es uno de los desafíos más urgentes y cruciales que tenemos como país, para lo cual necesitamos que nuestros gobiernos locales, regionales y nacional, trabajen de forma coordinada e insistente para generar políticas públicas que resuelvan este grave problema.
En definitiva, Venezuela tiene grandes retos pero también tenemos grandes oportunidades para salir de esta transición porque históricamente hemos sido un país capaz de afrontar con éxito situaciones límite. Tenemos grandes reservas y recursos, pero necesitamos gobiernos que los administren y distribuyan de una mejor manera para que la recuperación económica y social vayan de la mano de la recuperación política y democrática de Venezuela.
Dicen que somos del tamaño de nuestros retos. Pues asumamos éste con toda la responsabilidad que implica y no dejemos el trabajo sólo a los políticos. Como sociedad, tenemos mucho que aprender para poder seguir creciendo.
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