SENSATEZ Y SENTIMIENTOS… Y MADUREZ
Por Valentina Issa
SENSATEZ Y SENTIMIENTOS[1]…Y MADUREZ
Jane Austen, en su novela Sensatez y Sentimientos publicada en 1811, narra la historia de las hermanas Dashwood, Elinor y Marianne, y su camino hacia el amor y el matrimonio, luego de que su padre muriese y las dejase a ellas, a su mamá y a su hermana menor en la intemperie propia de las mujeres solas en la Inglaterra de la época. Es una historia fascinante y reveladora del pensamiento adelantado de la escritora para el momento de la publicación, pero lo más interesante de esta narrativa, y lo aplicable al momento que vivimos en Venezuela, es el contraste que Austen presenta entre las formas de ver la vida y de pararse frente a sus embates de las dos hermanas: Elinor, siempre calmada, resignada, fría y sensata, aunque esto significase sacrificar y reprimir sus propios sentimientos y necesidades; y Marianne, siempre apasionada, impetuosa, dramática y expresiva de sus sentimientos, aunque eso la condujera a obrar de forma errática, la cegara en sus posturas y le impidiese ver la realidad. Muestra finalmente la novela, que la mejor fórmula está en el balance entre los sentimientos y la sensatez: ambos son necesarios en la vida, pero en medidas iguales y complementarias.
Los sentimientos y la pasión por una Venezuela de paz y progreso nos han unido a la mayoría de los venezolanos en una lucha, que en sus inicios muchos dieron por perdida, y que rápida y contagiosamente se manifestó apoyo, buena vibra, trabajo voluntario, entrega espontánea, pérdida del miedo, y se convirtió en una avalancha sorda a las mentiras y las calumnias del contrincante desesperado frente a su propio desplome. A esa pasión la sensatez siempre le advirtió que jugaba un juego impar y en desventaja, que su contrincante no era un líder arrollador, sino un endosado con “amigos” en posiciones burocráticas poderosas buscando mantenerlas a toda costa, y en una mezcla de ambos apostamos por un camino electoral, que aunque rocoso y pantanoso, los ciudadanos hicieron suyo.
Así, con valentía y constancia se hicieron públicos y conocidos los excesos y abusos de poder durante la campaña y los ciudadanos se entrenaron para defender ellos mismos su voto, conociendo las normas y estando alertas y presentes para verlas respetadas. Y aunque algunos, aún escépticos, dijeron que lo mejor sería no jugar en esas “condiciones” optamos por ir al terreno porque sólo así tendríamos un resultado que defender. Lo cierto, además, es que la historia probó que ir al terreno de juego también provocaría el despliegue, sin tapujos y sin posibilidad de taparlo, del talante tramposo y fraudulento de nuestro oponente, y nos permitiría a nosotros verlo y registrarlo como nunca antes en los 14 años de competencia entre chavismo y oposición.
Finalmente, ganamos. Y como evidencia y espejo de nuestra victoria están las infinitas irregularidades y trampas que aún recibe el Comando Simón Bolívar en su centro de denuncias (y que ya rondan alrededor de las 10mil), muestra del esfuerzo desesperado del poder por aferrarse a sus ventajas y beneficios personalistas y fútiles. Ganamos, y por primera vez en su larga trayectoria política el candidato que hoy se afirma ganador, contra el boletín apresurado y oficial del “árbitro”, dijo no reconocer el resultado y solicitó la revisión exhaustiva del proceso electoral. Y lo hizo parado sobre la convicción de la verdad y sobre el apoyo de – al menos- 7millones y medio de venezolanos que no quieren al señor Maduro como presidente. Desafiar a un poder con armas de fuego oficiales, legales e ilegales, con alcance mediático arropador, aunque forzado, con una maquinaria generadora de matrices, mentiras y odios funcionando 24 horas al día, y con instituciones sincronizadas en su actuar para el resguardo de sus intereses, requiere de mucho valor y pasión, pero también de mucha responsabilidad y sensatez.
No había transcurrido ni un día después de la solicitud que hizo Capriles de recuento de votos, y ya la maquinaria estatal había criminalizado la protesta ciudadana en defensa del voto y generado situaciones de confrontación que justificaran, en un plan fríamente diseñado y perfectamente ejecutado, el uso de la fuerza y la criminalización también del “irreverente” candidato.
Lo que vivimos la semana pasada fue un verdadero reto de balance entre sentimientos (de rabia, frustración, impotencia, desesperanza) y sensatez (manifestada en el llamado a la calma, en la cancelación de movilizaciones, y en la invitación a formas de protesta que no pusieran en peligro la vida ni la integridad personal de ningún venezolano).Y creo que algunos de mis compatriotas han sido, y son rápidos y ligeros en juzgar el ritmo y la forma en la que el liderazgo político lleva el timón en medio la compleja dinámica que les describí más arriba. Parece haber en muchos una urgencia por sucumbir a los sentimientos y por ver que sus líderes lo hagan, sin importar las consecuencias ni las vidas perdidas en el intento (siempre que no sean las suyas, ni las de sus familiares y allegados, ¡por supuesto!). Con facilidad caen en la conclusión de que “nos dejamos robar” si Capriles no responde con llamados “a la calle” a las arbitrariedades de las autoridades del CNE y del gobierno ilegítimo en general. Y es justamente por eso que hago un llamado a quienes me leen al sentimiento:¡sí!, como gasolina de nuestra esperanza; a la sensatez:¡siempre!, como consejera antes de hacer cualquier cosa; pero sobre todo a la madurez para entender y sobrellevar la dificultad del momento que vivimos.
La lucha que tenemos ahora por delante con las auditorías es finalmente una lucha por la Justicia. Y las luchas por la Justicia son largas y difíciles, requieren de constancia, paciencia y mucha resistencia, de ejemplos está lleno el mundo. Nos viene la revisión exhaustiva- a la que tenemos derecho y que no es una mera concesión del CNE- del comportamiento y el proceso electoral en cada una de las 12mil mesas de votación que aún no han sido objeto de auditoría ciudadana, comparando cajas/papeletas, cuadernos de votación, y actas de totalización y escrutinio. Eso corroborará las irregularidades del proceso electoral y nos permitirá impugnarlo y solicitar su repetición, de ser el caso, en las mesas en las que haya inconsistencias. Del temple y la madurez con que manejemos todos este período dependerá su éxito.
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