VENEZUELA ¿FASCISTA, TOTALITARIA O AUTORITARIA?

El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo.

En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo.

Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.

Benito Mussolini

 

 

Por Alexander Gamero Garrido

 

0Imagen 1Llamar al adversario político fascista – fascistoide, facho – se ha vuelto moneda de uso corriente en Venezuela. ¿Existe en Venezuela un régimen fascista? ¿O estamos en presencia de un totalitarismo light como alguna vez indicó Teodoro Petkoff?

 

Autoritarismo y democracia pueden coexistir [1], contrario a la creencia – muy lógica – de que son incompatibles. Pensamos que ese es, de hecho, el caso en Venezuela; es difícil argumentar que estamos en presencia de un régimen totalitario clásico (como el de Hitler, Mussolini o Franco), pero también somos conscientes de que no estamos en presencia de una democracia liberal.

¿Fascismo a la criolla?

 

Uno de los principales exponentes – y uno de los primeros – del totalitarismo fue Benito Mussolini. El sistema de gobierno fascista (del italiano, en español  también dicho fachista o facho) se caracterizaba por la veneración del Estado, la devoción a un líder fuerte y carismático, y un énfasis en el ultranacionalismo, etnocentrismo (creencia de superioridad de alguna raza) y militarismo. [1]

 

Podemos encontrar muchos elementos en La Revolución Bolivariana que se enmarcan dentro de esas características, en particular mientras Hugo Chávez la dirigió. Para empezar, tiene un componente nacionalista fundamentado en el culto patriótico a Simón Bolívar (Padre), Ezequiel Zamora (Hijo) y Simón Rodríguez (Espíritu Santo) [2]. Este culto se ha empeñado en aparentar un rejuvenecimiento de la nación, donde La Revolución (básicamente el Estado) garantiza desde la vivienda hasta el Cirque du Soleil gratis, y también incluyendo como accesorio el antiimperialismo contra los Estados Unidos de América.

 

El etnocentrismo es un poco menos evidente, pero se pueden encontrar muchas referencias en el discurso del difunto Chávez que buscan en apariencia exaltar las razas mestiza y negra por encima de los blancos: los primeros son los venezolanos del pueblo, mientras que los segundos son oligarcas y hasta extranjeros.

 

El tercer elemento es el militarismo, que si bien no fue iniciado por el chavismo – 160 años de nuestros 200 de historia hemos tenido presidente militar [2] – fue sin duda exaltado por él. Su mismo origen, resaltado recientemente por Maduro, fue un alzamiento militar contra el gobierno democráticamente electo (el 4 de febrero o 4F). Utiliza además muchos términos castrenses: batalla, campaña, cruzada…

 

Sin embargo, la ideología de Mussolini era contraria al socialismo – también, por supuesto, a la democracia liberal – por lo cual es necesario inscribir al chavismo (de la “era Chávez”) dentro del totalitarismo, del cual el fascismo es parte. El totalitarismo agrupa a todas las formas de gobierno en las que el Estado intenta lograr un control total de la sociedad. Las recientes declaraciones de Nicolás Maduro, dónde indica que los medios privados ignoran – e invisibilizan (sic) – su gestión, y que por eso hace cadenas a cada rato, no hacen sino confirmar la continuidad totalitaria de este nuevo período. Algo así como diciendo: si no me prestan atención hago que me escuchen con una cadena; como Chávez, yo soy el Estado, y Todo en el Estado.

La “transición” pos-Chávez

0Imagen 2Esa aparente continuidad totalitaria está presentando evidentes fisuras. Nos atrevemos a conjeturar que las razones para ese fraccionamiento son dos: la carencia evidente de carisma del sucesor, ya que el carisma de Chávez fue el impulsor casi sacerdotal del culto patriótico mencionado antes;  y las pésimas condiciones económicas que vive el país – particularmente la escasez de productos básicos, y la pérdida del poder adquisitivo real de las clases pobres y medias.

 

 

El autoritarismo agrupa a gobiernos con ciertas características comunes: la amplia concentración de poder en un hombre o en un pequeño grupo, la criminalización o de otra forma persecución de la disidencia, la no independencia de las instituciones (fundamento de la democracia liberal), y la poca o ninguna participación del pueblo en la toma real de decisiones públicas. Incluye, con frecuencia, el militarismo y el fraude electoral [3]. El totalitarismo, descrito más arriba, es un caso particular – y extremo – del autoritarismo.

 

 

La Venezuela pos-Chávez incluye muchas de estas características, aunque quizás es muy pronto para emitir conclusiones sobre la naturaleza de este gobierno. Sin embargo, casos notables hay varios: la violencia en la Asamblea Nacional, donde pese a los mejores esfuerzos del gobierno en tergiversar la información es evidente que fue la disidencia quien salió más golpeada; las repetidas declaraciones por distintos voceros del poder público donde se dice o se implica que Henrique Capriles (candidato presidencial opositor) debería estar preso; y el militarismo: irónicamente aunque Maduro no es militar se viste, actúa y habla como uno.

 

Sería lógico pensar, dada la ruptura dentro de la continuidad totalitaria expresada más arriba, que el gobierno tienda a transitar hacia un sistema menos totalitario y convertirse más en un autoritarismo. El caso de Globovisión parece reafirmar ese hecho: se les permite continuar al aire, ahora bajo la propiedad de un empresario (dicen por ahí) amigo de la revolución. Leopoldo Castillo, ahora Director General de la planta, implicó que de ahora en adelante el contenido debe “acercarse” un poco más a la línea oficial. Y no debemos olvidar que Globovisión no fue incluída en las discusiones de la televisión digital, por lo que su supervivencia no está garantizada en el mediano-largo plazo.

Lo que viene

0Imagen 3Si bien la transición parece haber iniciado, es difícil – muy difícil – predecir lo que podría pasar en Venezuela. ¿Procederá la impugnación ante el Tribunal Supremo de Justicia de las elecciones presidenciales? Probablemente no.  Pero lo cierto es que si el gobierno no realiza un giro radical alejándose del autoritarismo – lo cual parece, por lo bajito, improbable – la fractura  en la continuidad totalitaria no hará sino ensancharse: es difícil que un gobierno, sin un líder carismático y con una economía en franco declive, logre mantener un régimen totalitario. En esas condiciones la gobernabilidad – habilidad y condiciones que permiten gobernar – se verá seriamente limitada.

 

Venezuela parece debatirse entre un totalitarismo light o una transición hacia una democracia más liberal: entre un gobierno autoritario de élites o un gobierno en el que el pueblo realmente pueda participar sin miedo a la represión. Predecir más allá de eso… se lo dejamos a los astrólogos.

Twitter: @AlexGameroG
 
Referencias

[1] http://en.wikipedia.org/wiki/Fascism

[2] Manuel Caballero. Ni Dios Ni Federación.

[3] http://en.wikipedia.org/wiki/Authoritarianism

 



 

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