CURITAS PARA MIS RODILLAS

Por Mónica Contreras

 

curitas1A mi corta edad, tengo la más variada colección de curitas. Puedo decir que estoy orgullosa de tenerla y mostrarla al mundo sin la más mínima pena o vergüenza.

 

No soy la única que posee esta valiosa colección, cada uno de nosotros tiene la suya; pero nuestro orgullo, que es villano, hace de las suyas para que lo olvidemos.

 

Cada mañana al despertar, mi mente cansada no logra ubicarse en la realidad, tomo unos minutos para darle tiempo de analizar y procesar todo lo que se debe hacer en el día, mientras, desde  la ventana de mi cuarto, observo el cielo; mis ojos, poco a poco toman su color de tanto mirarlo. Aun mis pensamientos están nublados. Mi cuerpo, desprendido completamente del cerebro reacciona por instinto, autónomamente prepara el café mañanero. Aun con el cielo en mis ojos, me siento con mi guayoyo y mi conexión con el resto del mundo: mi laptop.

 

Las redes sociales están bombardeadas de todo tipo de noticias, cantidades de fotografías de personas que muestran lo bien que la pasaron la noche anterior, 2 o 3 mails en mi correo electrónico, publicidad excesiva y el resto sigue sin llamar mi atención, entonces, me doy cuenta que deje mi café desde hace un rato, frío como mi mente, mientras aun esta el cielo en mis ojos.

 

Creo que mi cerebro decidió que era hora de comenzar a atar cabos, despertando aquellos pensamientos con los que tanto luché para hacerlos dormir la noche anterior.

 

curitas2Sí, ahora recuerdo, volvió a suceder; deseo y es lo que más deseo el día de hoy olvidar lo ocurrido, deseo desaparecer, deseo alejarme de la realidad hasta que todo vuelva a su curso. Inconscientemente aun, me dirijo al baño y me paro frente al espejo, me miro, me miro fijamente, miro lo que mi cuerpo refleja, es igual a mí; pero, ¿Quién soy yo? ¿Por qué pasó nuevamente? ¿Por qué el mismo error una y otra vez? Cada vez que cometo la misma falta mi orgullo se siente derrotado, pisoteado, mi vanidad esta herida. ¿Cuántas veces debemos pasar por la misma situación para aprender? ¿Cuántas veces tenemos que escuchar el “te lo dije mil veces y no me escuchaste” por parte de tus familiares? ¿Cuántas veces tienes que caer para que te detengas a pensar antes de hacer algo? ¿Cuántas veces tienes que aceptar? y, la aceptación se hace siempre más difícil, porque no crees que te haya podido pasar de nuevo, y ¿cuántas veces te toco levantarte con más fuerza porque es la única opción que te queda?

 

Me veo en el espejo y pienso: nadie escarmienta en cabeza ajena y, las situaciones, hechos, errores, me deben ocurrir una y otra vez hasta que yo misma no termine por comprender el significado de las cosas, hasta que comprenda la causa y el efecto que tienen mis acciones, debo caer cuantas veces sean necesarias hasta que comprenda el mensaje. No me juzguen por mis caídas, pues gracias a ellas hoy me levanto tres veces más fuerte. Ahora me miro y sé quien soy, sé que ocurrió y sé que debo hacer. Entonces, de una pequeña cajita, tomo una curita nueva, y orgullosamente la coloco en mi herida abierta; esta curita ahora llevará una historia, sanará una herida y contará un nuevo comienzo.

 

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