MUJERES CON 3 C: CARISMA, COMPROMISO Y CORAJE (PARTE II)
Por Julián Fejure
2da Entrega: Una Diosa indígena reencarnada
Hablar de mi mamá es como referirse a la flor más maravillosa del jardín de Edén, bueno, para quien no es sagrado y maravilloso hablar de su madre.
La mía es una mujer de enorme fuerza y tesón constante que no se da por vencida tan fácilmente. No sé de dónde saca tanta energía para mantenerse de pie y firme incluso ante la más terrible de las adversidades.
Siempre la he visto como una de las grandes Diosas indígenas de mi país, Venezuela, la Diosa Mara, quien se caracterizaba por ser una mujer guerrera, de mucha fuerza y poder. Para mi mamá no hay nada imposible, ella tiene una vibra muy positiva y defiende sus ideales con plena convicción y razón. Es honesta y le gustan las cosas claras. Nada la detiene.
Muchos han dudado de sus capacidades pero ha demostrado con diplomacia y elegancia, dignos de la realeza, que ella es una mujer de hierro, una especie de Margareth Tatcher criolla. Quizás no se lo he dicho o tal vez ella ya lo infiere pero dejo por escrito que es mi inspiración para ser un mejor hombre a pesar de mis diferencias, para ser un mejor padre y sobre todo para sacarle provecho a las cosas buenas y no tan buenas que la vida me pone por delante. Definitivamente que lo que dice el dicho es una pura verdad, MADRE SOLO HAY UNA.
Yajaira, mi madre, al igual que América, la protagonista de mi anterior entrega, aplica la fórmula de las 3 C para vivir siempre sonriente y con la mejor cara ante la vida. Ella con su carisma siempre logra cautivar a las personas mucho más allá de su sonrisa perfecta y su personalidad explosiva y chistosa, creo que en su circuito una chispa viaja de su cerebro a todo su cuerpo y la irradia de una luz que la hace sentir tranquila y segura. Ante la negatividad y la mala vibra de muchos ella cruza sus brazos en forma de escudo para alejar esos pensamientos. Nada la atemoriza porque sabe que todo estará bien.
También trabaja constantemente el compromiso, ese que adquirió hace 25 años cuando decidió lanzarse a descubrir lo que significaba la palabra matrimonio y el tener un hijo, es decir yo. En mis recuerdos siempre está ella tatuada, mi primer día de escuela, mis prácticas de béisbol, los actos culturales en los que participaba, las fiestas de mis amiguitos, mis recitales de poesía, mi graduación del colegio, la entrega de mi título universitario. Ha sido un personaje protagonista de permanencia fija en este cuento que se llama vida.
Por último y no menos importante aplica el coraje para sobrellevar situaciones difíciles con y al lado de nosotros, sus hijos. Sé que aún me falta mucho por crecer y experimentar pero ella me ha enseñado que hay que dejar el miedo de lado y afrontar los acontecimientos con aplomo y valentía porque al final del capítulo siempre queda una moraleja que nos permite evolucionar.
Sé que también aplica el coraje para aceptar que sus niñitos ya crecieron y se han transformado en adultos en un abrir y cerrar de ojos, que en cualquier momento empezaremos a dejar el nido para crear el nuestro. Ninguna madre quiere que sus bebes crezcan pero la ley de la vida es así. Por eso es que ser madre y padre no es tan sencillo como parece. A veces medito y me imagino lo difícil que debe ser darse cuenta que los hijos nunca son de uno sino que son hijos de la vida porque en cualquier momento los padres pasan a otro plano más feliz que el terrenal y los hijos deben continuar solos. ¡Wow, cuanto coraje debe tener mi mamá y muchas otras mamás para aceptar esto!
Quiero que esta segunda entrega sirva de ejemplo a muchas madres del mundo de manera que siempre sean mejores, amen a sus hijos, sirvan de guías para las generaciones siguientes y apliquen esta misma ley. No tengo palabras para agradecerle a mi mamá su permanencia a través del tiempo y su incondicional presencia.
TE AMO MAMI…
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