SANTIAGO DE COMPOSTELA: DEL FESTEJO AL DUELO

Por Isabel Ramírez

@IsaRamirez16

 

 

El pasado 24 de julio ocurrió en España el descarrilamiento del tren Alvia en las cercanías de Santiago de Compostela. Con un saldo de 80 fallecidos y alrededor de 200 heridos, se ha convertido en uno de los accidentes ferroviarios más trágicos en los últimos 40 años de la historia de este país.

 

El accidente se produjo 4 kilómetros antes de la llegada a la estación ferroviaria de Santiago, en una curva que se encuentra en Angrois, una parroquia de la ciudad de Santiago de Compostela.  Las investigaciones que se están llevando a cabo para determinar la causa del accidente, arrojaron que el tren iba a una velocidad de 190 kilómetros por hora, cuando al momento de ingresar en la curva la velocidad máxima permitida era de 80 km/h.

 

El maquinista del tren,  Francisco José Garzón, admitió que el tren iba a una velocidad superior a la debida. Al momento del accidente, del cual salió con varias costillas rotas y un pulmón perforado, repetía “Descarrilé, que le voy a hacer, me quiero morir”. Ahora se encuentra en la mira del mundo ya que todo pareciera indicar que la culpa del accidente se debe a la negligencia del conductor. Además, durante las investigaciones se descubrió que no es la primera vez que Garzón excedía los niveles de velocidad permitidos. En su cuenta de Facebook se encontró una publicación del año pasado con una imagen del velocímetro de un tren (no especifica la ruta ni el tramo en el que se encontraba al momento de la foto), junto a un comentario que decía “Estoy en el límite, no puedo correr más si no me multan”.

 

También se han hecho preguntas con respecto a los mecanismos de seguridad que deben poseer los trenes para controlar la velocidad de los mismos. ¿Cómo un tren de alta velocidad pudo viajar a esa velocidad sin ser detenido por sistemas automatizados de protección? Aparentemente, el tren utilizaba un mecanismo de seguridad más antiguo, el sistema ASFA (Anuncio de Señales y Frenado Automático), pero de igual manera es casi imposible que el conductor violara los límites de velocidad. Este mecanismo está programado para alertar cuando la velocidad se excede por 5 o 9 kilómetros. Cuando sobrepasa los 15 kilómetros por hora, se dispara el sistema de frenos.

 

Sin embargo, el sistema ASFA está diseñado para velocidades bajas y medias, funciona solo hasta los 200 km/h, después de esa velocidad, el sistema no funciona. Es decir, que de confirmarse la versión del maquinista de que iba a 190 km/h, el sistema debió haberse activado.

 

Antonio Papell, vocero del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de España señala que «Podrían haber pasado dos cosas: o que estuviera estropeado o que hubieran funcionado. Yo creo que no se puede descartar que hubieran funcionado y que el accidente se haya producido por un frenado súbito del tren». Pero de acuerdo a los testigos y al video del choque, pareciera que se puede descartar la teoría de que el tren frenó antes de que ocurriera el impacto.

 

Como siempre, la tragedia sacó a relucir la solidaridad de las personas. Numerosos vecinos se acercaron al lugar para ayudar a socorrer a las víctimas mientras llegaban los servicios de emergencia. Las personas improvisaban camillas con cualquier cosa que tuvieran a la mano y algunos vecinos trasladaron a los heridos en sus propios automóviles. Algunos de los pasajeros del tren que resultaron levemente heridos ayudaron a sacar a otras personas atrapadas en el tren. Los bomberos de La Coruña, estaban de huelga al momento del accidente y desconvocaron el paro para poder asistir inmediatamente a los heridos.

Otro de los gestos más impresionantes de solidaridad fueron las largas colas que se hicieron en las afueras de los hospitales de personas que ávidas de ayudar se ofrecieron como donantes de sangre. Fue tanta la convocatoria, que al segundo día de donaciones una de las enfermeras del hospital anunció que ya no necesitaban más donaciones.

 

Santiago de Compostela pasó del festejo al duelo. El 25 de julio, el día después del accidente, se celebraba el Día Nacional de Galicia, cuyos festejos se cancelaron por respeto a las víctimas de este terrible hecho. Por ahora solo queda esperar que las investigaciones sigan su curso y que las autoridades españolas den con los culpables de este catastrófico accidente.

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