MADUREZ POLÍTICA: AÚN UNA ASPIRACIÓN

Por Valentina Issa

@Valen_Issa

 

 

 

¿Recuerdan las épocas en la que uno se podía dar el lujo de escoger entre varios liderazgos diferentes en una elección municipal, estadal o hasta presidencial? Yo no. Toda mi vida de votante (desde 2004) he tenido que ajustarme a lo considerado conveniente en el momento para vencer al chavismo, que nunca ha sido una opción política válida para mí. Sí recuerdo escuchar de niña los argumentos de mis padres para escoger uno u otro candidato, y a mi tía diciendo que votaría por Zambrano en la primera elección municipal de Baruta porque le gustaban sus propuestas (¡qué sabroso!). Pero lo cierto es que la dinámica política actual, y vigente desde hace más de 10 años, dicta otras reglas.

 

A todo ese amplio sector que conforma la alternativa democrática venezolana le toca, quiéralo o no, ponerse de acuerdo para ofrecer contrincantes unitarios frente al, hasta hace poco –y hoy en desplome-, bloque hermético y obediente del chavismo. Por eso puedo decir que “me ha tocado” votar por Manuel Rosales (cuando realmente prefería a Teodoro Petkoff), por Antonio Ledezma (cuando realmente prefería a Leopoldo López), y por Enrique Mendoza en las parlamentarias (cuando habría preferido mil veces ver a Carlos Vecchio haciendo llave con María Corina Machado por mi circuito en la AN). Sin embargo, es con éstas reglas que nos toca jugar ahora, hasta que nuestra alternativa sea lo suficientemente sólida y grande y podamos darnos banquete escogiendo entre candidatos como elegimos entre sabores para rellenar la arepa.

 

En honor a la verdad hay que decir que quienes queremos un nuevo gobierno (en todos los niveles) sí tuvimos una oportunidad histórica y extraordinaria de elegir entre varias opciones en las primarias de febrero de 2012. Para todos fue un placer escoger a un candidato a nuestro buen saber y entender, de una paleta que si bien ofrecía varios tonos de lo mismo, daba lugar a alguna variedad y al apoyo a uno u otro por simpatías y pálpitos. Para muchos, fue una delicia ver al candidato o candidata de su preferencia ganar en una elección que nadie puso en duda, a la que todos los participantes accedieron bajo la premisa de apoyar con fuerza al ganador sin importar el resultado, y que puso en evidencia un talante de consenso y sana participación que ni nosotros mismos creíamos tener. Salimos altísimos de esa experiencia: a los candidatos del chavismo los designa alguien a dedo siempre, pero a los nuestros los escogemos nosotros los ciudadanos, los destinatarios de su eventual gestión.

 

Las primarias fueron nuestra oportunidad de hacer una selección civilizada en un momento en el que las fechas de todas las elecciones estaban claras. Sí hubo discrepancias en cuanto al momento de su celebración, pero finalmente todos los aspirantes entraron al juego y los vencedores se ganaron su candidatura sobre la base de votos contantes y sonantes. Y es que no hay mejor encuesta de opinión que una elección, como me lo explicó un atinado analista político hace algún tiempo. Pretender cuestionar o retar el resultado de las primarias a estas alturas del juego, parece poco sensato y es una muestra de inmadurez política.

 

Me explico: nadie pone en duda que los panoramas políticos pueden cambiar con el paso del tiempo, es perfectamente posible que en el municipio Libertador, por ejemplo, hayan cambiado un poco los términos en los últimos dos años, pero la verdad es que Ismael García se postuló, se midió y ganó. ¿Que ganó gracias al trabuco propuesto por Capriles y sobre el portaviones de su popularidad? Puede ser, pero esa fue la apuesta que el pueblo de Libertador hizo, y es perfectamente válida. ¿Que Antonio Ecarri cree que su liderazgo es superior y capaz de vencer numéricamente al del tristemente célebre Jorge Rodríguez? Es una posibilidad (aunque no comprobada aún), pero en el actual momento en el que es necesario –imperioso, realmente- cambiar el gobierno de nuestra maltratada capital, ¿no sería mayor muestra de grandeza, y hasta astucia, sumar ese liderazgo (si es tan arrollador) al del candidato electo en primarias, fortalecer su candidatura, y aumentar las posibilidades de triunfo de la oposición en Libertador el 8D?

 

Pudiera incluso el señor Ecarri integrar el eventual nuevo gobierno de Caracas (como director de algún área), materializar cambios, lucirse como gestor público y aumentar sus chances para una próxima elección. Pero la madurez no nos da para eso todavía, parece. Más pueden las aspiraciones personales. Antonio Ecarri afirma que “le robaron la elección”, pero eso en este momento suena más a malcriadez que a un motivo válido para lanzarse por su cuenta y dividir el voto frente a Jorge Rodríguez y la militancia unida del PSUV en Caracas. Las cosas no están para escoger entre varias opciones todavía, asumámoslo.

 

La verdadera unidad es la integración de las fuerzas y potencialidades de cada uno para alcanzar el fin último. Pero eso todavía parece una aspiración lejana en todos los niveles de liderazgo dentro de la oposición. Cuánta fortaleza le daría a nuestra alternativa tener por ejemplo a María Corina Macado y a Leopoldo López encargados (no superficial y mediáticamente, sino con todas las de la ley: con recursos suficientes, unidad e inclusión en las estrategias, amplitud de acciones) de tareas específicas dentro del fortalecimiento de la opción opositora al que apuesta actualmente Henrique Capriles. María Corina pudiera encargarse de organizar y levantar el apoyo de la economía informal, por ejemplo. Y Leopoldo podría con su experiencia en redes populares encargarse del acercamiento a los consejos comunales y otras organizaciones de participación ciudadana. Es cuestión de darnos todos el chance de trabajar sin complejos y mezquindades porque a la larga en esa apuesta ganamos todos: le ganamos al chavismo, los ciudadanos obtenemos mejores gobiernos, todos juegan, todos tienen chance de lucirse, y todos tienen oportunidad de hacer política e impulsar sus proyectos y movimientos propios a través del trabajo en equipo.

 

Si no maduramos rápido, seguiremos en desventaja aunque el chavismo se desplome solo.

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