LA ESPERANZA NO ES UNA ESTRATEGIA

Por Jesús Valencia

 

 

 

Como a millones de venezolanos, con el pasar del tiempo me crece un demoledor sentimiento de decepción del  liderazgo opositor. Nos acurre a muchos, si no a todos, los que apoyamos la opción democrática de Capriles el pasado mes de abril. Es algo que no se puede evitar ni controlar, solo ocurre para nuestro pesar. Ocurre porque con el tiempo se cristaliza en todos nosotros la certidumbre de que algo anda mal con la estrategia de la oposición o simplemente no anda o no hay estrategia y no vamos para ningún lado.

 

Henrique Capriles hizo un pacto implícito con el pueblo en los días antes de abril; nosotros salíamos a votar y él cuidaba y cobraba. Si no era así, ¿para qué nos íbamos a molestar? Salimos, votamos, ganamos y cumplimos ¿y él?  En esos momentos históricos que definen liderazgos… Pestañeó, se achicopaló, reculó… Mató el tigre y le tuvo miedo al cuero. Nos vendió. Nos vendió porque no era SU victoria, era NUESTRA victoria obtenida con mucho sacrificio y su responsabilidad como líder era capitalizarla en pos del país, lo cual no hizo… Henos aquí.

 

¿Que no somos pueblo de violencia? ¿Que no queremos sangre? Por supuesto que no, no queremos ninguna de las dos. Nadie dudará hoy de las credenciales pacifistas de Mahatma Ghandi, líder icono de la no violencia, quien inspiró a otros como Martin Luther King Jr. Cuando ambos lideraron los movimientos que buscaban liberar y reivindicar a sus pueblos, fueron víctimas de ataques violentos por parte del “establishment” y no por ello dejaron la calle, no por ello mandaron el pueblo a casa. Tras la famosa Marcha de la Sal que lideró Ghandi, 60,000 hindús fueron arrestados, miles apaleados y Ghandi mismo fue preso.

 

Si lo pensamos bien la opción mas cómoda fue la de mandar la gente a casa, como si solo hubiera habido dos opciones: marchar al CNE o ir a casa ¿qué tal las otras miles de alternativas de desobediencia civil?

 

La estrategia de Capriles parece ser la estrategia de esperar y esperar a ver que pasa. A ver si la crisis económica detona la famosa y por algunos esperada “explosión social” (pensemos un segundo lo irresponsable de ello), la estrategia de esperar al revocatorio porque ese SÍ  nos lo van a dar, la estrategia de no arriesgar para no perder “los espacios” políticos conquistados, la estrategia de cazar güiro mientras el país se va de menos o la estrategia de que por ahora no perdamos la esperanza.

 

La esperanza no es una estrategia.

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