EL CRIMEN COMO NEGOCIO: EL ROBO DE CABELLO

Por Isabel Ramírez

@IsaRamirez16

 

 

 

Venezuela es uno de los países más peligrosos de Latino América. Los altos índices de criminalidad han obligado al venezolano a cambiar la forma de vivir, a limitarse en su calidad de vida. La falta de funcionarios, el alto nivel de circulación de armas ilegales y la impunidad son los componentes principales del problema más grande al que se enfrentan los ciudadanos: la inseguridad.

 

No hay manera de salir a la calle y sentirte seguro. Sales sin tu teléfono y sin ostentar nada e igual te sientes en la mira. Desde la cartera hasta los zapatos que llevas puestos son motivos para ser atracado, siempre estamos pensando qué dejar en la casa para evitar ser robados. Ahora, la nueva tendencia de asaltos es para quitarte algo que nunca podrás dejar en tu casa antes de salir: el cabello.

 

Este delito no es originario de Venezuela, se han encontrado casos de personas a las que les han robado el cabello en países como México, Colombia y Sudáfrica, en este último, el robo es específicamente de dreadlocks, también conocidos como rastas, ya que éstas tardan alrededor de dos años en crecer, así que aquellas personas que desean llevar este look sin esperar tanto tiempo solo tienen que pagar alrededor de 200 dólares. El problema en Venezuela comenzó en el estado Zulia, las llamadas “Pirañas” atacan con tijeras de podar a mujeres con largas melenas para poder convertir ese cabello en extensiones y pelucas, las cuales venden a las peluquerías desde 3.000 a 16.000 bolívares.

 

El jefe de Estado, Nicolás Maduro no dudó en afirmar que se trata de una “guerra psicológica” que se inventó en el Zulia: “¿Qué agresión es esa? Las muchachas son sagradas y ustedes en el Ministerio de Interiores, Justicia y Paz, a corto plazo, tienen que garantizarme que esas mafias sean identificadas y las capturemos”.

 

Los cuerpos policiales alegan que ellos no pueden hacer nada, porque el robo de cabello no está tipificado como delito en el código penal. Pero el trabajo de la policía es atrapar al ladrón, sin importar que cosa se haya robado, ¿O es que el cabello no es igual o hasta más importante que un celular?

 

El despojo de la cabellera es una lesión, una violación contra la mujer, ya que lo robado no es un objeto material, es una parte del cuerpo que además representa la identidad que las mujeres tienen de sí mismas.

 

El director del Observatorio Venezolano de Violencia, Roberto Briceño León, explica que “Esta es una ilegalidad agresiva. No solo el robo sorprende. Se vive como una agresión a la persona y una violación al cuerpo. Crea heridas psicológicas, a nivel de una amputación o una castración.”

 

Además, añade que “hay un nicho económico y un grupo que quiere explotarlo ilegalmente”. Venezuela es país cuna de muchas Miss Universo y por eso la mujer venezolana vive para verse cada día más bonita. Cirugías, gimnasio, tratamientos estéticos y peluquerías son parte de ese culto al cuerpo por el que vive la mujer en este país. El surgimiento de este nuevo delito puede tener sus raíces en esto, debido a que entre todos estos tratamientos a los que se someten, están incluidas las extensiones de cabello. Con una altísima demanda, estas extensiones han logrado que se abran nuevas puertas a oportunidades de “negocios”.

 

Como medida preventiva, ya se introdujo un amparo para evitar que las peluquerías y empresas vendan y apliquen productos hechos con cabello natural. La acción fue llevada a cabo por el abogado Juan Ernesto Garantón.

 

Pero debemos pensar si esta es la medida correcta para evitar que las llamadas “Pirañas” sigan con su crimen. ¿Por qué se ataca a la consecuencia y no a la causa? Las autoridades aconsejan a las mujeres que salgan con el cabello recogido en vez de tomar el asunto en serio y ocuparse de buscar culpables. Por qué tienen que ser las mujeres las que paguen las consecuencias de una criminalidad que ha llegado a niveles tan bajos que ya se ha llegado al punto de sustraer partes del cuerpo para convertirlo en negocio. La solución no es mandar a las mujeres a “amarrarse el pelo”, es investigar el negocio detrás de la criminalidad y dejar de tomar el delito como un chiste y verlo como realmente es, una terrible violación a la mujer.

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