LAS CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN

Por Francisco Alfonzo

@FranciscoAlfonz

 

 

 

La verdad es que este gobierno es insólito, ha fracasado en sus más elementales tareas, sin aceptar sus errores. Pero no es solo eso, sino que además nos echa a nosotros, a los gobernados, las culpas y las responsabilidades para solucionar lo que ellos no pudieron. Dicho de otras palabras, el gobierno tiene el deber de cumplir con unas metas, satisfacer unas condiciones mínimas en beneficio de las personas, de nosotros, y como no lo logra hacer, entonces somos los particulares los que debemos de cumplir con la tarea.

 

A continuación, una lista de ejemplos de fracasos del gobierno que hemos asumido los venezolanos como una carga y una responsabilidad, además de lidiar con tanta ineficiencia.

 

El gobierno no puede evitar que los venezolanos prefieran tener dólares que bolívares, así como tampoco logra retener capital en nuestro sistema económico; por eso decide restringir la libertad de cambio y controlar el mercado de divisas, todo dentro de una hipócrita mentira según la cual nuestro dinero sí vale (¿cuánto porciento ha sido la inflación -con una reconversión monetaria de por medio- desde 1999 hasta hoy?).

 

El gobierno no puede lograr que todos los venezolanos tengamos electricidad, porque es culpa nuestra que consumimos mucha; entonces los revolucionarios deciden multarnos y quitarnos nuestro dinero cuando no cumplimos con unos límites mínimos de consumo.

 

Durante 14 años de gobierno, con ingresos petroleros supra-históricos, la revolución no logró mejorar la situación económica de los venezolanos, no mejoró la calidad de vida, cada vez hay más pobres y menos clase media; por eso el gobierno decidió confiscar tierras, inmuebles, apartamentos, edificios, casas, etc., para así -supuestamente- satisfacer la urgente necesidad de vivienda digna, sacrificando a los privados. También se prohibieron los desalojos y se congelaron los alquileres.

 

La revolución socialista tampoco consiguió que las familias venezolanas pudiesen tener en sus mesas y despensas la comida necesaria y suficiente para vivir dignamente. Es decir, durante 14 años de gobierno la situación alimenticia del país empeoró, menos comida en los anaqueles, cada vez más caras, los sueldos rinden menos y la población ha sufrido un deterioro nutritivo. Ello fue consecuencia de no defender la propiedad privada y la libertad económica de las personas (naturales y jurídicas). En corolario, se insisten en medidas como el control de precios y la supervisión y fiscalización constante a las cadenas de producción, ahogando el mercado.

 

El gobierno no ha evitado la corrupción dentro de toda la burocracia del Estado, sino más bien se ha agravado y empeorado; por eso, de manera insólita (y como si estuviésemos en un circo), los organismos públicos van en contra y persiguen a la oposición, a los adversarios políticos, pretendiendo acusarlos de que son ellos los corruptos (quienes no tienen 14 años ocupando cargos y manejando dineros públicos).

 

El fracaso en materia de violencia y de seguridad también es evidente, los índices de homicidios cada vez empeoran más y más, así como los  de robos, violaciones, entre otros delitos. En este punto al gobierno le costó encontrar la forma de echarle la carga a los individuos privados, mientras lo hacía le echó la culpa constantemente al capitalismo y a la cuarta, pero por fin descubrió la forma y ahora los medios de comunicación y las empresas deben hacer campañas publicitarias por la paz.

 

Lo de las cárceles también es preocupante, allí el gobierno está en un callejón sin salida, no ha logrado lanzarle el muerto a la población. Sin embargo, algunos intentos ha realizado, echándole la culpa de situaciones violentas -internas de los penales- a los medios de comunicación, incluso una vez multaron a Globovisión (no a la de hoy en día, sino a la de verdad) por transmitir la realidad de lo que estaba sucediendo.

 

Respecto a la situación laboral también el panorama es deprimente, cada vez hay menos oportunidades de empleo, el mercado de trabajo se ha visto deprimentemente mermado, todo ello porque el gobierno no ha podido fomentar una economía productiva, competitiva y creciente, sino todo lo contrario. Por esto, la revolución controla los salarios, prohíbe los despidos, ahoga a los patronos y propicia la anarquía y el desorden sindical.

 

La agricultura no es la excepción, también hemos visto cómo las tierras venezolanas se vuelven más improductivas y ociosas que antes. Las empresas y las industrias del agro cada vez son menos; entonces el gobierno expropia fundos, permite la toma de tierras, inventa figuras como el rescate o la ocupación, y sigue adelante con políticas que ahogan la producción agrícola.

 

Todo lo anteriores es verdad, no son hechos inventados, son situaciones fácticas que están en la prensa y no se pueden manipular de manera política por medio de interpretaciones o excusas. Solo hay que armar las piezas del rompecabezas -una a una para- ver la imagen completa.

 

Ciertamente el pueblo venezolano no ha reaccionado ante esta situación, pero ello no significa que esté contento o complacido con ella. Soy de los que piensa que el pueblo está dormido, pero lo que preocupa es que mientras más largo es el sueño-pesadilla más fuerte es el sacudón a la hora de despertar. Esperemos que el despertar del pueblo venezolano no sea ni demorado, ni trágico, pero más temprano que tarde esa situación tiene que solucionarse, de lo contrario estaremos encaminados por una ruta infinita de involución. 

 

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