EDITORIAL #181: LOS RADICALES

Hoy quedan pocas dudas de que los últimos 15 años se han caracterizado por la ineficiencia de un Gobierno que prácticamente quebró todo.  Sin embargo, no se puede obviar el hecho de que en un aspecto han sido realmente eficientes: la propaganda. Parte importante de ella fue satanizar ciertos conceptos no solamente para convencer a sus seguidores, sino también para que un sector importante de la oposición cayera en esa trampa y le hiciera el juego. Entre ellos, “ser rico es malo”, “el capitalismo es el culpable de nuestras desgracias”, “la IV es la responsable de todo lo malo que hoy nos pasa”, “el Imperio quiere invadir a Venezuela”, y “los radicales van a destruir el país”.

 

Vamos a enfocarnos en esta última idea. Es fácil sumarse a la intención oficialista de ver al “radical” como alguien malo, como una amenaza. Porque en efecto lo es para sus ambiciones autoritarias. Es por eso que todo aquel que se considere demócrata, le conviene preguntarse: ¿de qué manera se condena a la corrupción que está destruyendo nuestras instituciones? ¿Cómo se enfrenta al cáncer del narcotráfico que está carcomiendo al país? ¿De qué forma se lucha contra la violencia desatada que tiene a los venezolanos en un estado de sitio autoimpuesto? ¿Cómo se enfrenta la persecución política que cada vez se profundiza más? La respuesta es una sola: radicalmente.

 

Sin darse cuenta, los “moderados” de la oposición son los mejores aliados de los “radicales” del gobierno. Ellos son la oposición que los autoritarios necesitan para crear esa fachada democrática que un mundo globalizado como en el que hoy vivimos exige para darle legitimidad a este régimen. Es por eso que incluso no sorprende leer a algunos “opinadores” de oposición –la mayoría de ellos apasionados chavistas hasta hace poco tiempo- criticando a otros opositores que tienen posiciones más firmes. Piden diálogo con sordos y paz sin justicia.

 

Los radicales de oposición son los que desde hace años afirman que a Venezuela la gobiernan desde Cuba, que los chinos se están comprando el país a pedazos, que la economía no iba a aguantar mucho más con un modelo que no funciona, que el narcotráfico estaba alargando sus tentáculos a todo nivel, que cada vez más la libertad de expresión y los derechos ciudadanos se iban a ir cercenando hasta desaparecerlos, que no se podía confiar en el CNE y que la democracia en Venezuela estaba en riesgo. Cuando lo hacían, el sector “moderado” de la oposición atribuía esas “exageradas” afirmaciones a su radicalismo.

 

 

Tan equivocados están los moderados, que cuando la oposición tuvo su mejor oportunidad en 15 años de derrotar al oficialismo, su estrategia fue hacer lo mismo, pero mejor. No terminan de entender que no se trata de cómo lo hacen, sino de qué es lo que hacen: el modelo es el que no funciona. Quizás, en el fondo, los que se encuentren en una posición más radical que ningún otro sean los que han optado por tener posiciones tibias y grises: están radicalmente equivocados.

 

Nadie duda de que el país deberá entrar muy pronto en una etapa de reconciliación. Será no solamente necesaria sino también indispensable. Pero, antes de eso, debe primero salir de la tormenta que está atravesando y, después, cuando llegue el momento de reconstruir la República, se deberá hacer sin los vicios ni chantajes de uno y otro lado que hoy tanto daño nos hacen. El chavismo ha encontrado su mejor aliado en el “chavismo de la oposición” y la alternativa a ambos es el ciudadano radicalmente libre y decente.

 

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

 

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