YO VENGO DEL PARAÍSO

Por Laurin Isabel Bello Gutiérrez

@LaurinIsabel

 

 

 

Llevo un poco más de cinco meses tratando de explicar de dónde vengo, ante la ofensiva pregunta de si Venezuela quedaba en México (México es Latinoamérica para algunos), he tenido que armarme de las más creativas y singulares explicaciones sobre Latinoamérica, y por consiguiente sobre Venezuela.

 

Adjetivos –a veces, muchas veces- me faltan para explicar que vengo de un lugar donde el paraíso y el infierno coexisten, no era así antes, pero es así ahora. Vengo de un país con las caídas de agua libre más hermosas del Planeta, vengo de un país con el mar más azul y transparente que hayas visto, la arena es blanca (¡sí, es blanca!), vengo de un lugar donde siempre es verano (no tenemos nieve –a menos que un Presidente quiera retar a la naturaleza-, no tenemos temperaturas de menos cero), en mi país podemos ir a la playa durante todo el año (¡Wow!), vengo de un país donde se nace bailando, y en la cocina, ritmo, sabor y sazón son lo mismo. El café en mi país no tiene nivel, pero el café, incluso el café ha comenzado a perder categoría, y en el peor de los casos, el café ha comenzado a desaparecer.

 

Y aquí es dónde empieza el infierno: sí, ese video de gente haciendo línea y golpeándose brutalmente por una Harina Pana y papel sanitario, es en el lugar donde nací. Sí, ese lugar donde mueren 50 personas en una sola ciudad diariamente en manos del hampa, es el lugar donde crecí. Sí, el video de militares golpeando estudiantes y mujeres, es en mi país. Sí, el Presidente que no se sabe los Estados del país que gobierna, y que tampoco sabe leer, es el Presidente de mi país: Venezuela.

 

Según las definiciones bíblicas de “paraíso”: Paraíso es un préstamo del iranio antiguo (pairidaeµza-) y significa jardín con muro. El término griego paradeisos fue empleado por primera vez por Jenofonte para los jardines de los reyes persas.

 

El término paraíso (armeo pardeµsaµ<) se utilizaba para dar expresión al significado de tiempos primitivos (Urzeit en alemán), y luego se amplió para incluir especulaciones fantásticas sobre la gloria y la dicha de esos tiempos. Estaba relacionado con las expectativas de una maravillosa época mesiánica en el futuro. Este futuro tiempo de gloria sería idéntico al jardín del Edén de épocas antiguas. Los judíos creían también que el paraíso existía en sus propios días, pero que estaba oculto.

 

Bien, teniendo esto en cuenta, me cansé de decir que: Yo vengo del trópico, y que me pregunten que si de Las Bahamas o Costa Rica; entonces, dije un día: Yo vengo del Paraíso, el lugar prometido, el lugar primitivo pero que guarda la esperanza de una maravillosa época futura. Un día ocupamos los primeros lugares entre los países más felices del mundo, tamaña paradoja no es más que el significado de felicidad para el venezolano: somos gente de esperanza, somos gente de mucha fe. No importa que tan mal estemos, sabemos que hay un día siguiente –quizá- mejor.

 

Los de menos fe, hemos salido aterrorizados, en pánico, cansados de esperar el día prometido, o tal vez entendimos que el día prometido no es más que el día que te ponen la pistola en la cabeza, te gritan: “dame el teléfono”, y “boom”, porque la vida en Venezuela vale menos que un teléfono, porque matar para muchos se ha vuelto un pasatiempo. Es primitivo, de nuevo.

 

Mientras escribo esto hacen 6°C acá en Chicago, llevo pantalón largo, medias, suéter, y otro suéter, y las noticias más relevantes del día son: el equipo local de futbol americano va muy bien; la línea roja del metro, tras unos 5 meses cerrada por remodelación, reabrirá sus puertas esta semana (como fue prometido); y el impuesto por consumo de cigarros será aumentado. Y mientras tanto, donde mi mamá y mi hermano están (Valencia, Edo. Carabobo) hacen 35°C, llevan shorts y camisas, y las noticias más relevantes del día son: van 110 mujeres asesinadas por sus parejas, en lo que va de año sólo en Caracas; llaman a vigilar el voto en las próximas elecciones porque esperan fraude; y 7 de cada 10 venezolanos critican gestión del Gobierno Nacional.

 

Supongo que todo es relativo, y el paraíso no es más que eso que está en nuestras cabezas, mientras que la realidad nos golpea el bolsillo, el orgullo, la taza de café en las mañanas, la luz que se fue por más de 6 horas en varios lugares del país, la Harina Pan que no se consigue, la comida para la que no me alcanza el sueldo, y el miedo que no me deja vivir hasta que todos llegamos a casa, e incluso estando en casa, tengo miedo.

 

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