KIRCHNERISMO Y CHAVISMO EN LA CUERDA FLOJA

Por Jesús Moreno

@chucho1991

jmoreno@guayoyoenletras.com

 

 

 

Los argentinos demostraron su descontento con el Gobierno de Cristina Kirchner saliendo a votar el pasado 27 de octubre en las elecciones legislativas, derrotando al partido oficialista Frente para la Victoria en la mayoría de las provincias, las cuales decidieron los nuevos diputados que integrarán el parlamento y los senadores.

 

Es una situación muy familiar para los venezolanos, quienes actualmente se encuentran agotados, burlados, extorsionados y robados por un gobierno corrupto y totalitario que domina todos los poderes. Un gobierno que no respeta los medios de comunicación ni la libertad de expresión y está en permanente persecución de aquellos que se le oponen. Un estado que no aplica medidas para combatir eficientemente la inseguridad, que ha fracasado económicamente, que le hace la vida imposible al pueblo venezolano.

 

Las actuales restricciones en la adquisición de divisas que sufren los venezolanos también las padecen los argentinos, con un sistema de control cambiario que los aqueja desde hace un par de años. Una tasa inflacionaria que roza el 30%, comparada con un 46% en Venezuela, la más alta de América Latina. Nefastas políticas de exportación e importación que generan desabastecimiento en todo el país, afectando las compras de los ciudadanos.

 

También se puede apreciar un paralelismo entre la muerte de Néstor Kirchner y Hugo Chávez, pilares de las “revoluciones” en ambas naciones. Así como Chávez dejó un legado para el oficialismo en Venezuela y, especialmente para Maduro, el difunto argentino abandonó este mundo dejando todo el poder en manos de su esposa. Igualmente, ahora son vistos como mártires de sus respectivos países.

 

El pueblo argentino se alzó y aparentemente despertó de su letargo, dando el primer paso hacia la dirección correcta y negándole al Estado seguir imponiéndose sobre sus derechos. En la víspera de las elecciones municipales del 8 de diciembre (8D) los venezolanos deben preguntarse: ¿realmente deseo que el país cambie? ¿Quiero creer en la propuesta oficial o prefiero votar por la alternativa? ¿Cuál es la decisión que mejorará mi calidad de vida?

 

Solo el tiempo responderá estas preguntas. Por ahora, se puede encontrar consuelo en la canción de Carlos Baute: “no hay mal que dure mil años ni cuerpo que lo resista”.  

 

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