Editorial #185: El 9-D

Hay una fecha que nos tiene intranquilos: el 9 de diciembre. Nos preocupamos porque aún hoy recordamos muy vivamente los amaneceres del 8 de octubre del año pasado y del último 15 de abril, cuando después de meses de haber acumulado tanta ilusión y esperanza nos despertamos, como tantas otras veces, ahogados en impotencia. Y nos preocupamos no porque dudemos de que somos mayoría –de eso tenemos la absoluta certeza- lo hacemos porque también estamos conscientes de que con las actuales condiciones electorales, las mismas de las últimas dos elecciones, es imposible librar una batalla justa.

 

Hay que votar, pase lo que pase y sea como sea. Es importante aclarar esto porque seguramente no faltarán los que argumentarán que cualquier crítica es abstencionista. Sin embargo, también hay que criticar, a los otros pero, principalmente, a nosotros. La autocrítica es hoy más necesaria que nunca en la oposición. La MUD ha pretendido imponer la idea de que quien no está de acuerdo con algo que decide su dirigencia le hace el juego al gobierno. ¿No se han puesto a pensar que algunas decisiones equivocadas le han hecho un favor muy grande al régimen que combaten? ¿No hubiera sido útil que en esos momentos hubieran existido voces que alerten del error? Nadie es perfecto y esperamos que los dirigentes de la MUD no crean serlo.

 

Las últimas medidas económicas tomadas por el Ejecutivo Nacional, así como la aprobación de la Ley Habilitante, están claramente enmarcadas dentro de una estrategia que también tiene que ver con lo electoral. En efecto, buscan captar algunos votos de los ingenuos que creen que por acceder a electrodomésticos y televisores plasma a un precio muy bajo, la crítica situación de inflación y escasez se ha solucionado. Habrá que ver qué comerciante repondrá sus inventarios después de esta arremetida gubernamental contra la empresa privada. Pero también, con estas medidas, el gobierno pretende desmoralizar al votante opositor que históricamente no suele participar en elecciones municipales y en una coyuntura tan compleja como la actual podría incluso tener menos incentivos.

 

La dirigencia de la MUD nos dice que nos robaron las elecciones del 14 de abril, esas que prometieron defender si ganábamos. Inmediatamente después, nos dicen que salgamos a votar con “alegría y esperanza”, porque “el tiempo de Dios es perfecto”. Estamos convencidos de que el mayor incentivo que el votante opositor puede encontrar para ejercer su derecho el próximo 8-D es confiar en que su dirigencia aprendió de los errores y no dejará, nunca más, que le roben el voto a ninguno de los millones de venezolanos que apoye un cambio.

 

Hoy, es imposible depositar esa confianza en la MUD y, con mucha preocupación, observamos que ellos tampoco tienen un Plan B. La esperanza no puede ser nuestra única estrategia, porque aunque ésta sea lo último que se debe perder, en el camino estamos perdiendo el país.

 

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

 

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