El arte de manguarear

Por Marie Lépinoux

@MarieLepinoux

 

 

 

Manguarear es un arte, que solamente unos pocos saben interpretar felizmente. Todos hemos manguareado en alguna ocasión de nuestras vidas. En este momento, yo estoy simplemente manguareando, pensando en pendejadas que significan algunas cosas para unos y cómo se da esto en el comportamiento del venezolano o algo así. Sí, eso, en alguna medida es manguarear. Bueno, al menos la idea me llegó manguareando; mientras estaba buscando mi tercera taza de té, cuando debía estar preparando la clase. Tú, por ejemplo, apuesto mil bolos a que en este momento estás manguareando; tomándote un café, viendo vainas en Twitter o Facebook, mientras deberías estar haciendo esa presentación, o sacando esas estadísticas, o llamando a tus clientes o, simplemente, deberías estar haciendo algo más productivo. ¿Viste? Te lo dije. Todos lo hemos hecho alguna vez en la vida. Es más, no creo arriesgarme demasiado al afirmar que todos lo hacemos diariamente. Somos culpables de tan abominable pecado capital. ¿Más qué significa y qué implica el arte de manguarear? ¿Cómo podemos perfeccionar dicho arte en nuestra cotidianidad?

 

Existe el término procrastinación como sustantivo y procastinar como verbo. Dicha palabra proviene del latín, del prefijo pro- que significa adelante, y crastinus, que refiere al futuro. Así, puede ser entendido como el hecho de postergar actividades o situaciones que requieren ser atendidas, siendo reemplazadas por otras situaciones menos relevantes y más agradables. En psicología, puede llegar a ser un trastorno del comportamiento, siendo asociados a estrés, ansiedad, frustración, depresión o trastorno de déficit de atención con hiperactividad.

 

Sin embargo, señores, mucho me temo que el término manguarear implica mucho más que eso. El manguareo no solamente puede ser visto como un método del inconsciente, por medio del cual se evitan tareas que nos causan estrés o qué sé yo. Supongo que los latinoamericanos manguareamos a causa de nuestra herencia española e italiana. En efecto, los anglosajones y los germanos no saben cómo manguarear, para ellos solamente se trata de procrastinación. Para ellos es una enfermedad o un déficit psicológico. No obstante, para nosotros los latinoamericanos es una forma de vida. Y es un arte que los venezolanos sabemos cómo interpretar a la perfección.

 

Si hasta ahora te has estado preguntando cómo perfeccionar el manguareo, acá te muestro los cinco pasos que lo conducen al arte. Primero que nada, es importante mencionar y subrayar que hay un elemento sin el cual sería imposible manguarear; éste es la ladilla o, como es mejor escuchado por el oído de los pacatos, el fastidio. El fastidio es esencial para poder perfeccionar este arte. En sí mismo, el tedio es otro arte, pero ése no es mi objetivo en este momento. Esta sensación de hastío hacia cualquier cosa –comúnmente el trabajo o los estudios-, es un sentimiento que por lo general viene del embotamiento mental, físico y, en otras ocasiones, proviene del no tener ningún tipo de quéhacer. Esta última es una de las formas más hermosas de ladilla; el fastidio al fastidio mismo.

 

Segundo, es importante aclarar que para que exista un arte del manguareo, uno debe tener una o varias tareas que deben ser realizadas a corto o mediano plazo. Dichas labores van desde simplemente lavar los platos o sacar el perro a pasear; o mucho más relevantes e importantes como entregar un proyecto o estudiar para un examen de matemáticas.

 

Tercero, con la finalidad de que podamos manguarear, se requiere que estén disponibles una o varias formas de pasar un mejor rato que con la tarea que debe ser realizada. Estas maneras de matar el tiempo en guevonadas pueden dividirse en tres tipos que son los siguientes: primero, están los de índole tecnológica. Revisar las diferentes redes sociales (Twitter, Facebook, Instagram, Pinterest, Foursquare, Flickr, entre otras); consolas de video (Playstation, Wii o Xbox); la televisión; escribir un mensaje de texto o sexting por tu teléfono inteligente (WhatsApp, BlackBerry Messenger, Facebook Messenger, Line, Tango, Skype, Hangouts, el chat de Instagram, FaceTime o por el DM de Twitter); ver videos en Youtube; ver chistes en 9GAG; jugar Candy Crush o el jueguito que esté de moda en el momento. Segundo, están los que tienen un trasfondo social. Chismear con la vecina; con el compañero de trabajo; beber con los panas; hablar por teléfono. Tercero, tenemos los solipsistas o los que pueden realizarse en solitario. Enroscarse el cabello mientras se mira hacia el vacío; hacer un Sudoku; mascar chicle viendo el techo; el famoso rascarse la barriga; las películas en general (y las pornográficas también); leer 50 sombra de Grey o el Bestseller de turno; ir a buscar un vaso de agua o una taza de café; leer uno o varios artículos en el periódico; darle a una pelotica o algún perolito.

 

Cuarto, en algunas ocasiones puede ocurrir que aquellas cosas que normalmente evitamos, se conviertan en una excusa para evadir una situación mucho menos placentera. Entre estas situaciones que normalmente queremos evitar tenemos ir a la casa de la suegra o ir a la casa de algún familiar fastidioso. Estas situaciones pueden evadirse con la excusa de lavar los platos, ordenar el cuarto, estudiar, sacar la basura.

 

Y, finalmente, la mentira es una manifestación que suele acompañar al arte de manguarear. Éstas solemos darlas como excusas y, usualmente, no nos las creemos ni nosotros mismos. Comúnmente, solemos mentir a aquellas personas que realmente son allegadas a nosotros o tienen una suerte de superioridad con respecto a nosotros. Nuestros padres, nuestras parejas, nuestros jefes. ¿Cuáles son las mentiras que tendemos decir? Bueno, es muy simple. Todo depende de la ocasión y del manguareo que se está realizando. Bien puede ser “reviso Facebook un momentico y voy”, “paso este mundo y ya me pongo a trabajar en eso”, “una cerveza más y me voy a estudiar”.

 

En fin, lo que quiero mostrar con todo este manguareo escrito, es que, cuando de manguarear se trata, siempre podemos innovar. Sobre todo nosotros los venezolanos.

 

Así que, señor manguareador, estos son solamente unos consejos básicos a partir de los cuales se puede perfeccionar esta forma de vida. Sin embargo, donde de verdad se puede pulir este arte es en la experiencia, en la vida diaria, en nuestros trabajos y nuestros estudios. Está en sus manos el continuar con esta tradición latina.

 

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