Gravity: desde la nada

Por Luis Guillermo Valera

@guilloescritor

 

 

 

Está en la naturaleza del hombre tener miedo. Cada uno de nosotros tiene algo que, de solo imaginarlo, nos eriza la piel o nos hace sudar frío, o tal vez solo soltar una risilla nerviosa. Hay quienes le aterran las arañas o los lugares cerrados, también quienes no pueden ver cucarachas o ratones, o algunos que nos aterran las alturas o las aguas profundas.

 

Los miedos vienen de muy distintos lugares: traumas de la infancia, malas experiencias, prejuicios infundados o, los más profundos, vienen heredados genéticamente desde nuestros ancestros que habitaban en cuevas: la oscuridad, lo desconocido, la soledad, la muerte, el asfixiante y absoluto silencio.

 

El cine nos permite experimentar y enfrentar estos miedos sin poner en riesgo nuestra integridad. Y qué miedo podría ser peor que el de hallarse perdido en la más absoluta y oscura nada, solo y sin posibilidad de recibir ayuda. De eso va Gravity (2013), del director Alfonso Cuarón: De cómo una persona trata de escapar del lugar más atemorizantemente posible, el espacio. Un lugar inmensamente oscuro, vacío y silencio, donde no hay lugar del que asirse ni en donde estar a salvo.

 

La historia va así: un accidente en una misión de transbordador espacial deja a la Dra. Ryan Stone (Sandra Bullock) y a Matt Kowalsky (George Cloney) varados en el espacio. Ahora, tienen que encontrar la manera de volver a la tierra.

 

Lo primero que uno nota al comenzar el film es la poca cantidad de cambios de escena. La cámara se desplaza libremente por la baja gravedad que afecta a los personajes en larguísimas secuencias que crean la ilusión de que también estamos flotando en el espacio. Efectos que se acrecienta con las tomas desde la perspectiva de los personajes que nos coloca, literalmente, dentro de sus pieles.

 

La narración, que al principio parece tratar de una aventura de ciencia ficción se transforma de a poco en el monólogo desesperado de una persona, cualquier persona, que busca sobrevivir, superar las adversidad, curar las heridas que acarrea del pasado; el monólogo de una persona que está dispuesta a enfrentar la muerte si ello conlleva la más diminuta chispa de esperanza.

 

Más allá del contexto en que se encuentra, Gravity es una película eminentemente humana; sobre muerte y renacimiento, pasado y de futuro, desamparo y esperanza. Gravity es una película sobre todos los valores que nos hacen levantar la vista y enfrentarnos a nuestros miedos.

 

Independientemente de cuántas estatuillas se lleve en los Oscar (tiene 10 nominaciones), Gravity se ha convertido, al menos a mi modo de entender la realidad, en un clásico obligatorio para aquellos que disfruten del buen suspenso, de escenas cargadas de imágenes preciosas y personajes que brotan de la pantalla directo a nuestros corazones.

 

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