El regreso

Por Andrés F. Guevara B.

@AndresFGuevaraB

 

 

 

Llevo aproximadamente 9 meses sin escribir. Al menos sin escribir sobre temas políticos. Muchas cosas pasaron durante este tiempo tanto en mi ámbito personal como en el país. Pensé que lo mejor era pasar con la cabeza gacha, hacer como el avestruz, dejar que Venezuela contara su historia mientras yo intentaba hacer mi vida cerca de mis afectos, amigos y familia manteniendo el bajo perfil.

 

Me equivoqué. Mi pretendida indiferencia ante lo que pasaba no me trajo buenos resultados. Terminé viviendo en un espejismo en el que traicioné no solo lo que sentía sino al país. Tomé la salida fácil. Pensé que podría ser feliz obviando mi realidad, concentrándome en mi diminuta esfera personal, dejando a un lado lo que realmente me interesa y me motiva. Y como en todo espejismo, la ilusión eventualmente se desvanece y solo queda el vacío, el dolor y la soledad.

 

El 12 de febrero de 2014 los estudiantes me hicieron recordar esa consigna que reza que es preferible una libertad peligrosa a una esclavitud tranquila. No se puede permanecer indiferente ante lo que sucede en Venezuela y apostar por la corrección política como mecanismo de subsistencia para nuestras vidas.

 

Si algo ha demostrado el régimen venezolano es que tarde o temprano irá por ti y te avasallará con toda la fuerza del poder coercitivo del Estado. Nadie se salva. Nadie. Porque todo lo que implique propiedad, libertad, privacidad, individualidad, en fin, la existencia misma, tiene y debe ser controlada por el totalitarismo. En eso consiste precisamente el socialismo real.

 

La dura realidad es que nadie está a salvo. Algunos ingenuamente piensan que estarán resguardados en sus trabajos y rutina, en su día a día, mientras no se metan en «política». Falso. Lamentablemente, la «política» tocará sus puertas y llegará el momento en el cual la abolición del cálculo económico impida siquiera imprimir un memorando en la oficina dada la escasez de papel.

 

Otro sector de la sociedad, encabezado por un significativo sector de la dirigencia política opositora, adoptó el camino del malentendido diálogo, el apaciguamiento y la convivencia con el régimen como método de subsistencia política a la espera de tiempos mejores y de un cambio de panorama que permita la eventual conquista del poder por métodos electorales. Ante ello, solo queda la respuesta de que los sistemas totalitarios no permiten su sustitución y en la mayoría de los casos tienen pretensiones milenaristas. Por lo demás, debemos recordar lo que siempre dice María Corina Machado: «Paz sin libertad es sumisión».

 

En ese contexto, la lucha de los estudiantes adopta la forma de una gesta heroica. Nos recuerda descarnadamente que existen jóvenes dispuestos a dar su vida por aquello que el resto de la sociedad -de manera cómplice- ha olvidado: la consecución de la libertad para Venezuela.

 

Sus vidas, su labor y su entrega no serán en vano. Nunca más permitiré que la abulia se apodere de mi alma, ni que mi silencio me transforme en secuaz de lo que sucede en el país. Si existe una razón para luchar por Venezuela, esa son ustedes, estudiantes. Mis alumnos que hoy me instruyen en la mayor lección de coraje y valentía que la vida me haya podido dar. Estoy de regreso. Con ustedes. Para nunca más callar y asumir la responsabilidad a la cual estoy llamado por la libertad de mi país.

 

 

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