Anónimo y no mucho

Por Rafael Hernández

@sincepto

 

 

 

Se atribuyen más de 60 ataques a webs venezolanas desde que la ola de protestas que arrecia el devenir el país se engendró en las principales ciudades. Se trata de la organización mundial Anonymous, que se incrustó en Venezuela desde hace un par de años.

 

Cada día está más presente en las manifestaciones y protestas lideradas por jóvenes.

 

Surge de la humarada nociva de los gases lacrimógenos una máscara intrigante, ícono mundial en el siglo XXI de irreverencia, dejándose ver, sediciosa, bajo una capucha oscura.

 

Detrás de esa no-identidad un joven empuña sus dos armas de hoy en día, el grito y la piedra. Clama libertad, fin de la represión y su clamor cobra una poderosa fuerza intimidatoria al evocarse detrás de la protección de la máscara.

 

Es un atavío universal, anárquico, prestado sin reticencia al rebelde que, nacido y cultivado en un mainstream que se funda en la Internet, bien conoce sin necesidad de tener que explicarlo, el profundo señorío que tiene el vehículo de comunicación por excelencia entre sus iguales: el meme.

 

Tienen un lema, bienvenida y despedida de su existencia:

 

“Somos Anonymous, Somos Legión, No Perdonamos, No Olvidamos, Espérennos”.

 

 

 

 

 

 

 

 

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