Colas de la indignidad

Por Mónica Duarte

@M0n1k1ta

 

 

 

Cualquiera diría que ya estamos acostumbrados a las colas. Sin embargo, esta semana nos sorprendió una nueva súper fila afuera de un local comercial: la llamada “cola de Zara”. Ahora la gente no solo se aglomera para comprar alimentos y medicinas sino para vestirse de marca.

 

El patrón de las colas venezolanas se repitió: productos impuestos a “precio justo”, clientela que sobrepasa la capacidad de espacio del local, restricción al acceso de la tienda, larga espera en colas solo para entrar y ver la mercancía y, por último, regulación del número de artículos que puede llevarse cada persona.

 

Luego de 14 meses sin reponer prendas la tienda comenzó a operar, hace dos semanas, con una nueva colección. La falta de divisas para la importación era la razón para este cierre parcial. Después de llegar a un acuerdo con el gobierno nacional el pasado abril el grupo Inditex (poseedor además de las tiendas Bershka y Pull&Bear) logró obtener las divisas a tasa SICAD I y traer nuevamente su mercancía.

 

Sin embargo, estas colas no se explican por el fenómeno del acaparamiento, que tanto les gusta usar a algunos como excusa económica, ni se debe a las regulares “rebajas de temporada” de la empresa. Pero sí se le pueden atribuir a la escasez y la inflación. No a la escasez de ropa, a la escasez de divisas que privó a la gente de comprar dicha marca durante un buen tiempo (no hay dólares suficientes, se los llevaron las empresas de maletín). Y a la inflación, pues es la culpable de que la gente enloquezca al ver un “50% de descuento” y se hagan la ilusión de una ganga, aun cuando los precios sobrepasen sus estimados para gastos en ropa, solo por comparar con los precios estratosféricos de las demás tiendas.

 

Una cola ¿de clase media?

Lo que asombra o desconcierta a algunos es que las personas que solían comprar en estas tiendas no son las que están haciendo la cola, sino que  la gente que está haciendo la cola es la que no solía comprar antes allí. El poder adquisitivo de un grupo ha bajado mientras que el de otros ¿ha subido? No, el de todos ha bajado por igual. Pero la gente que hace la cola es la que no logra comprender lo que hay detrás de ese 50% de descuento: una política económica destructiva de las empresas que limita las posibilidades de compra (al limitarte el número de productos por persona, al aumentarte el precio, al ocuparte más tiempo de espera para entrar a la tienda), que crea dependencia de las divisas limitadas y de las “ofensivas económicas” que sólo buscan crear ilusión de que la inflación no existe.

 

La escasez hace presencia en áreas vitales como los alimentos de cesta básicas o medicinas, pero todavía hay personas dispuestas a esperar horas, una detrás de otra, para que llegue su oportunidad dorada de comprar la batería del carro a un precio no tan alto o la pinta de diciembre 6 meses por adelantado porque luego seguro que está dos veces más cara.

 

Calidad y prestigio

¿Es criticable que las personas prefieran gastar en superficialidades inmediatas aun cuando sabemos que no vale la pena ahorrar porque el dinero pierde su valor cada mes? Claro que sí. Debemos recordar que el precio alto de estas marcas se debe no a la utilidad del producto, cualquiera podría ponerse un jean de mercado del cementerio como se pone un jean de Zara, sino al valor agregado que le da tanto la calidad (que bien podría ponerse en duda) como el prestigio y la exclusividad de ser una marca europea. Ahora bien, el hacer una cola hace que ese valor de prestigio se pierda, sin mencionar la dignidad de la persona que la hace. Es criticable porque la gente no se da cuenta que el dinero que se “ahorran” al hacer la cola lo pagan con su tiempo, siendo humillados por el gobierno que prefiere tenernos recogiendo las migajas de la renta petrolera procesada, un subsidio de divisas hecho ropa cara mal rebajada.

 

¿Revender o aprovechar?

Algunos nos preguntamos: ¿Y es que esta gente no trabaja? ¿De dónde sacan el dinero para pagar eso si se la pasan el día entero en la cola? Pero la respuesta no es la misma para todos. Algunos aluden a la reventa como muestra añadida de otro fenómeno venezolano: el de la viveza. Otros dirán que es la oportunidad de aprovechar lo que los motiva a hacer las colas. Pero la pregunta real debe ser: ¿dónde están las prioridades? Gastar en lugar de trabajar es otra forma de ejemplarizar esa cultura dependiente y limonera que ha inculcado el gobierno nacional. La gente ha preferido adaptar su vida y sus necesidades a las condiciones que le imponen y no luchar por su propia dignidad.

 

Control cambiario

La tienda anunció que se sorprendieron con las colas y que están presentando ventas cinco veces mayores a las que esperaban. Importaron mercancía para un estimado de 3 meses pero sin duda esto durará mucho menos. Así que, quizá volvamos a ver las mismas colas frente a Zara en la próxima subasta que le asignen divisas ¿Quién sabe cuándo?

 

Si el dinero otorgado por el gobierno hubiese sido suficiente o, mejor aún, no hubiese tenido que pasar por la intervención del gobierno sino que la importación se registrara al cambio monetario impuesto por las leyes de mercado sin control estatal, la empresa no se vería obligada a restringir la compra o paralizar sus operaciones, pues importaría más mercancía y lograría satisfacer la demanda de los clientes de forma natural y no forzada.

 

Queda por preguntarse: ¿vale la pena humillarse en una cola por ahorrar un poco?

 

(Visited 122 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras