Sin vuelo a casa

Por Laurin Bello

@LaurinIsabel

 

 

 

Todo empezó como un rumor que lleva consigo un gran toque de verdad, consecuencia de muchos años acostumbrados a “esto no es nada, ahora es que falta”, y su amiga fiel: la constante tragedia nacional.

 

Se fue volviendo poco a poco más difícil buscarle el lado bueno a lo feo, el chiste a lo absurdo y la risa a la angustia, se fue volviendo maquiavélico el Twitter y Facebook de todos, entre tanta sangre, el rumor que realmente era una noticia absolutamente verdadera se coló sigilosamente, y muchos la dejamos colar como un trago amargo y seco, para darle más espacio a lo demás -que en escala de lo trágico (esa nueva experticia del venezolano)- vienen a ser los muertos.

 

Pero la calle se aplacó, y el rumor que antes dejamos calar sin ponerle mucha angustia, fue subiendo gota a gota a la escala de lo más trágico del vaso de agua nacional, hasta rebasarlo con un titular que confirma la sentencia de aislamiento: American Airlines, una de las aerolíneas con más vuelos entre Venezuela y Estados Unidos, reduce en 80% sus vuelos a partir del 2 de julio del 2014. Esto sumado a las ya muchas aerolíneas que fueron obligadas a tomar la misma decisión, como Alitalia, no sólo deja a Venezuela más aislada de lo que ya estaba. Sino que a millones nos deja sin vuelos a casa.

 

Ya no se puede ni extrañar el hogar, ya vamos a tener que dejar de llamarle “el hogar” a ese pedacito de sol que es esa gran nación en la esquina superior derecha de Sur América, porque aunque el corazón está allá, no podemos sentenciarlo a esa muerte lenta que es una celda. Se dice fácil, pero la realidad es que hasta esa posibilidad de traer por raticos el hogar a nosotros nos las han quitado, como muchas otras cosas, y duele, duele tener que asumir la distancia acompañada de un cartel de “hasta nuevo aviso”. Duele tener que mal acostumbrarse a que cada vez más son las opciones que se reducen a cero.

 

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