¿Cuál es la solución?

Por Paola Sandoval

@PAOSandovalM

 

 

 

Hace algunos días observé una escena curiosa: en uno de los grandes huecos que se han abierto en la avenida Francisco de Miranda, a ras de una de las principales estaciones del Metro de Caracas, había caído un carro pequeño el cual quedó irremisiblemente atrapado. La escena se fue rodeando por al menos veinte personas que observaban detenidamente cómo el chofer hacía esfuerzos inútiles con el retroceso que, como no era tan potente, no lograba sacar el automóvil. Así transcurrieron varios minutos hasta que finalmente, se me ocurrió plantear la solución que me pareció más lógica: empujar el carro entre todos hacia atrás para que pudiese salir y no perder más tiempo. Se escucharon varias opiniones y entre ellas una señora, sorprendentemente, se negó diciendo “que salga solo, es que no sabe manejar”. Finalmente, algunos cooperaron para poner el carro en marcha. Con satisfacción y cierta perplejidad seguí mi camino hacia el conservatorio en el cual veo clases de percusión.

 

A pesar de que pintaron algunas paredes, la casa vieja que funge de «Escuela Nacional de Música» cuenta solamente en el área de percusión con un par de redoblantes y un xilófono antiguo en un salón pequeño que hace eco. No puedo evitar pensar que con todo el dinero que recibe este país deberíamos contar con un salón alfombrado y al menos los instrumentos necesarios. Sin embargo, año tras año nuestros profesores continúan su labor con las uñas, sabiendo que probablemente recibirán un sueldo miserable quien sabe si en un mes o seis. En la lejanía escucho un viejo piano tocado de forma magistral por uno de los que se graduarán próximamente. Más allá un cantante y en el siguiente cuarto un violinista. Todos se presentaron hoy a continuar con su disciplina diaria. De verdad que en este país lo que nos sobra es talento.

 

Entonces cabe la pregunta ¿Qué pasa? ¿Por qué tenemos tan baja autoestima? ¿Qué ha pasado en nuestro país? ¿Hacia dónde vamos? ¿Por qué no terminamos de salir del hoyo negro en donde nos hemos metido? ¿Es responsabilidad del ambiente político que facilitó una situación de marginalidad que ya venía creciendo o por otras razones?

 

Vayamos un poco más a fondo del concepto de marginalidad. Si citamos a S. Choren nos dice «El término empezó a usarse principalmente con referencia a características ecológicas urbanas que degradan las condiciones ambientales e inciden en la calidad de vida de los sectores de población segregados (…) El término marginalidad se usa también en relación a las condiciones de trabajo y al nivel de vida de este sector de la población (…)(1)

 

Hay autores que afirman que la población marginal, en realidad, no se encuentra al margen de la sociedad moderna capitalista, sino que esta población es producto de esa sociedad y sus actividades se articulan perfectamente con los sectores más modernos de la economía, lo cual nos hace entrar en un dilema ¿Es nuestra culpa haber llegado a este punto? ¿Es responsabilidad del sistema capitalista? ¿De quién es la responsabilidad?

 

A pesar de que comúnmente vamos por la calle viendo una cantidad de situaciones cada vez más inaceptables, el hampa y abusos de todo tipo, lo que ha caracterizado la mentalidad del «venezolano» desde siempre es la de sentir que todo lo merece por el simple hecho de existir. Si bien es cierto que en los libros de autoayuda nos indican frases como «Diga al espejo que usted se lo merece todo» esto no es para nada una verdad. Somos seres humanos que merecemos ser tratados con respeto, que debemos curar nuestras heridas emocionales para un mejor vivir, pero esto implica hacer un esfuerzo para lograr nuestras metas. No debemos esperar las cosas por arte de magia. No va a venir nadie a salvarnos. Todo está en nosotros mismos. Y ese es el gran problema, siempre dejando responsabilidades a otros, creyendo que nuestras acciones no son importantes.

 

En un intento por encontrar posibles respuestas, nos seguimos interrogando ¿Será que la causa de que nuestra mentalidad raye en la psicopatía es la liga genética entre los españoles ex presidiarios y los indios abusados? ¿Quizás el momento crucial fue la llegada del petróleo a una nación que no estaba preparada para esto? ¿Será producto de que nuestros ancestros campesinos que tenían una visión ingenua del mundo se vieron de repente como el centro de interés de América Latina? ¿Cuando comenzó la vanidad y el verdadero egoísmo? ¿Cuál es la solución?

 

Mucho se habla y se concluye a diario. Muchas son las teorías acerca de las causas de nuestra situación actual. Sin embargo salgo a la calle y sigo viendo escenas como la del hueco, hombres sentados en el metro y la viejecilla bamboleándose ante los frenazos, la señora que deja el reguero y se va, el carro que se come la luz, el peatón que se atraviesa con luz verde, el que se queja del país en aire acondicionado en su oficina y luego sale y monta cinco personas en el ascensor para tres, la juventud vaga e inservible adicta a la tv a la fama y al dinero a cambio de nada, el faranduleo constante y la desidia y pienso que quizás la solución esté en nuestras narices. Más allá de las grandes posibles causas (el sistema capitalista, el gobierno, nuestro origen histórico) remitámonos de forma un poco más modesta a nosotros mismos. Y es que la vida no se puede ver con una venda de inconsciencia en los ojos. La solución no está en huir de nuestros problemas, en despotricar que todo está mal y continuar viviendo dormidos en nuevos horizontes. La solución está en todos y cada uno de nosotros, en nuestras actitudes, en nuestra valentía como seres humanos, en nuestro despertar hacia una conciencia verdaderamente trascendental que permita la construcción de un ser mejor día a día. Y que nos incluya a cada uno de los habitantes de este país. Los esfuerzos deben estar orientados hacia allá. Mientras esto demore corremos el riesgo de que el ciclo de aprendizaje se repita eternamente. Todas las posibles causas están interconectadas, pero hay que empezar por alguna parte y qué mejor lugar que por cada uno de nosotros.

 

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