Las cartas de Carlos Dorado

Por Ivana Aranaga

 

 

 

El libro Cartas a un hijo, escrito por Carlos Dorado, fue bautizado el pasado miércoles 12 de noviembre en los jardines de Casablanca en la Castellana. El acto se inició con palabras de la periodista Marianella Salazar, luego el autor presento su obra al público en compañía del periodista Nelson Bocaranda Sardi, quien escribió el prólogo, y finalmente la Madre María Luisa Casar cerro la presentación con un agradecimiento a Dorado y a todos los que han sabido colaborar con su causa.

 

Carlos Dorado nació en Galicia, España. A sus 11 años emigro junto a sus padres hacia Venezuela en busca de un mejor futuro, dejando en su país a cinco hermanos. Economista, empresario y constante emprendedor, articulista y columnista del diario El Universal, (1997- 2003), que reinició en (2013). Cuenta que cuando tomó la decisión de volver a escribir en El Universal con la temática de principios y valores le dijeron que nadie lo leería, comentario al que no le dio mucha importancia, y según dijo, hoy es una de las personas más leídas del diario. También ha publicado: El cura de mi pueblo quiere arreglar la iglesia (2001), y A la madre que me parió (2004).

 

La idea de escribir este libro nace de una conversación con uno de sus hijos, él que le propone plasmar todo lo que él quisiera transmitirles, que aprendió de sus padres. Petición que Carlos describe como: “Un gran esfuerzo y ejercicio para sí mismo”, pero que al final cumple. Aquí comparte historias, reflexiones, enseñanzas, valores y principios de su propia vida con el lector.

 

¿Cómo entra la Madre María Luisa Casar en esta historia?

 

“No tengo miedo, el miedo para mí no existe, existe la visión que tengo hacia quien nos necesita. Un montón de niños que no tienen por ningún lado opciones de tener escolaridad”, comentó la Madre María Luisa Casar durante el evento.

 

Desde hace 27 años, junto con otras religiosas, brinda educación integral a 400 niños y jóvenes desescolarizados y marginados en el barrio La Bombilla, en la Escuela Jenaro Aguirre. La Madre describe Petare como el sitio donde está la violencia, el plomo, las balas perdidas, a diario y a cualquier hora. Comenzó su tarea en las escaleras sucias del barrio y logró con gran arresto conseguir una casa donde forjó un lugar con capacidad para atender a centenares de niños. Carlos Delgado decide entonces, otorgar los fondos recaudados con la venta de Cartas a un hijo a la hoy por hoy, Fundación Madre Luisa Casar al servicio de los desescolarizados y marginados. Según la Madre porque a Dorado “Algo le matraqueo adentro”.

 

La obra recolecta varios artículos de Dorado publicados en su columna de El Universal. Artículos que describen de forma sencilla experiencias de vida, aprendizajes y reflexiones del autor que comparte, en sus palabras, con intención de ser ejemplo. Durante el bautizo del libro hizo gran énfasis en lo difícil que es ser padre, ya que esto trae, entre muchas otras, la labor de enseñar y ser ejemplo para alguien. Los padres se convierten en arquitectos o constructores del futuro y dijo: “Lo mal que seamos, será lo mal que nuestros hijos sean”.

 

Cartas a un hijo, es muestra de la valentía y humildad de un padre que vertió en papel sus más sinceros consejos y opiniones sobre la vida, no solo a sus propios hijos sino a los hijos de muchos otros. Es un padre creyente y defensor de la idea de que el futuro de un país se construye con educación, valores y principios. “Que el trabajo, la amistad, la perseverancia y la honestidad tienen aún gran valor en una sociedad y que por ende el fin, realmente no justifica los medios”. Un padre que cita millones de veces en sus páginas, las enseñanzas de sus padres, entre ellas recuerda a su madre diciéndole: “Carlos, no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita”.

 

Venezuela tal vez posea muchas riquezas naturales, pero esto no la hace realmente un país rico. Venezuela necesita de muchos valientes, padres e hijos, que estén dispuestos a trabajar por un futuro, a construirlo. Que estén dispuestos a ser ejemplo para otros, a enseñar con actos y a educar. Porque ahí es donde reside realmente la riqueza de una sociedad.

 

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