De la República al fracaso

Por Jorge Flores Riofrio 

@floresriofrio

 

 

 

En el documental español del programa «Tierra hostil» sobre Venezuela pude ver una inquietud de los europeos entre líneas, durante la narración de la indignante realidad que los venezolanos ya conocemos muy bien. Para los españoles nuestra nación es un tema importante, pues al igual que la revolución norteamericana fue un antecedente practico e ideológico para la lucha que se iniciaría unos años después en Francia; la revolución chavista, promesa del nuevo país basado en principios de igualdad democrática, es el clamor de muchos en España, o las sombras escalofriantes de un futuro que otros temen que se les viene encima.

 

Así como en 1792, los hombres de la “convención” no separaron el idealismo de la realidad histórica de su pueblo y de las ambiciones de muchos de sus miembros, lo que conllevó al fatídico año de cabezas rodantes en las plazas francesas en la península Ibérica, tal vez están muy cerca del mismo error, al creer que ellos tienen más experiencia para llevar con orden una revolución social que la América emancipada hace dos siglos.

 

Francia se hizo república a costa de la Bastilla y el año sangriento. Creyendo que estaba en las mismas condiciones que los americanos para buscar una emancipación -que en ambos lados del Atlántico- se quedó en los hermosos documentos de la libertad. El pueblo siguió pasando hambre, continuó la esclavitud y el yugo de unos pocos sobre otros muchos.

 

En Venezuela se pasa trabajo, hay corrupción y desigualdad como en el año 1998 ¡No esperen españoles, que quienes dan discursos sobre democracia y toman como modelo a un golpista, logren la tan anhela igualdad social en su país! La República no es una garantía de bienestar social, bien lo sabemos los latinoamericanos que tenemos una bicentenaria tradición de republiquitas, fundamentadas en discursos de un nuevo país que se quedaron en eso, en palabras lanzadas a las masas para que se entregaran a hombres a cambio de promesas hechas de aire.

 

El chavismo no es más que el reflejo de un pueblo sediento de un salvador que le resuelva los problemas que la democracia y sus vicios no pudieron resolver. Han pasado 16 años desde que Hugo Chávez se juramentó como presidente, y lo que ha cambiado en las esferas de poder es que ya no somos usados por los bancos y grandes entes económicos privados para sus caprichos internacionales. Ahora los narcotraficantes y los chinos son los que marcan pauta en nuestra nación.

 

España: “Podemos” no quitará la corrupción ni creará un sistema más beneficioso, eso le toca a otra gente que no sueña con Che Guevara ni con los molinos de Don Quijote. Pues la verdadera democracia no se construye solo con idealismo, sino con una real trasformación de la conciencia de una nación. Conciencia e institución son el músculo de los grandes países que superan las crisis; mucho más que las migajas de pan que te quitan el hambre por un tiempo, pero que se acaban por la sencilla razón de que los panaderos se colocan en la posición de pedigüeños, pidiendo comida frente a sus propias panaderías, olvidando que son ellos mismos los que preparan el pan.

 

Ustedes  estimados españoles son unos nuevos en esto de la democracia, así que aprendan de nuestra experiencia. Nosotros los venezolanos, después de tantos años aún no hemos aprendido que ni los gobiernos ni el sistema son la raíz del problema, sino que la causa se encuentra en nuestra conciencia, que le huye a la responsabilidad vendiendo su libertad con votos a partidos y hombres corruptos. Hemos votado, como ustedes lo han hecho, aunque cueste reconocerlo, para que otros nos sometan a sus intereses. No hay partido ni líder que nos salve de la debacle hasta que el hombre democrático nazca en lo más profundo de nuestra identidad nacional.

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