“Quiero que mi gente se muera de anciana…»

Por Elizabeth Gutiérrez

@Eli_Gutierrez1

 

 

 

…y no de ser venezolano”

Venezuela es un país rico en tradiciones y numerosas costumbres. Contamos con la belleza natural de las costas, páramos y llanuras. Sin embargo, existe una problemática política, económica y social que nos hace olvidar las bondades del lugar donde nacimos.

 

Cuando sales a la calle, te enfrentas a un monstruo gigante que asecha sin remordimiento. Sus principales armas son la escasez e inseguridad. Sin duda, es una amenaza que asegura zozobra y desesperanza. Actualmente, la mayoría de los venezolanos hemos pensado ─así sea por breves instantes─ que otro país podría ser mejor y, por ello, la idea de emigrar se ha hecho cotidiana.

 

Entorno a lo antes mencionado, el escritor Daniel Ferrer decidió crear una historia titulada “Venezolanos desesperados” quien dijo: “así me siento, así se sienten mis amigos, mi familia, mis compañeros de trabajo, mi entorno. Creo que la Venezuela que hoy vivimos nos obliga a sentirnos un tanto desesperados”.

 

Es necesario destacar el profesionalismo de Javier Vidal como director de este espectáculo que cuenta con las participaciones especiales de Jean Carlos Simanca, Hilda Abrahamz, Juliet Lima, Luis Gerónimo Abreu y Astrid Carolina Herrera. “Tengo la fortuna de haber convocado a un elenco jamás reunido. Un cartel de estrellas. Cada uno de ellos hizo suyo a los personajes, le colocaron sus matices, estilos, formas de vida. Hicieron que esas historias hablaran y caminara por si solos. Le colocaron voz, alma y sentimiento”, comentó Ferrer.

 

La historia refleja a varios venezolanos que dan a conocer su experiencia en el extranjero. Algunos deciden retornar porque les sobran razones para hacerlo. “Son cinco personajes que cuentan los motivos que los llevaron a pensar en irse de país, a ser emigrantes, a compartir sus historias desde el autoexilio. Unos se quedan, otros regresan, pero a todos los une el mismo sentimiento de saber que se van huyendo de un país que aman”, añadió también.

 

Con un toque de jocosidad y quizás un poco de sarcasmo, la obra pretende identificarse con el público, no por el hecho de encapsular todo lo negativo sino para crear conciencia, reavivar la esperanza y dejar claro que podemos tener el país que tanto anhelamos.

 

¿Cuál es la intencionalidad de venezolanos desesperados?

“Lograr despertar la fibra de los espectadores. Que cada uno de nosotros haga lo mejor que sabe. No juzgar a quienes se va, pero si aplaudir a quienes tenemos la valentía de quedarnos y luchar”.

 

¿Considera que esta trama puede cambiar el deseo del venezolano por emigrar?

“Ojala. Sé que es muy ambicioso, pero si logramos que un venezolano en cada función cambie sus ganas de emigrar por el deseo de luchar por lo nuestro ya estamos ganando”.

 

Como venezolano y autor de la obra ¿cree que la situación del país pueda mejorar?

“¡Claro! Pensar lo contrario sería contrariar el texto, el espectáculo, mi sentir. Vivimos momentos difíciles, se perdió la calidad de vida y sobre todo el derecho a sentirse seguro, pero estoy esperanzado que tarde o temprano llegará el momento en el que podamos volver a sentarnos todos juntos a la mesa sin distinción de rojos o azules. Quiero que la respuesta al que piensa diferente no sea un insulto. Quiero que mi gente se muera de anciana, y no de  ser venezolano”.

 

¿Por qué debemos ver esta obra? ¿Cuál es la diferencia entre las demás?

“Sonara egocéntrico pero no creo que exista otro espectáculo similar a este, incluso si hicieran una copia, jamás sería igual. Aquí hay mucha verdad, honestidad, sentimiento, entrega, mística, pasión y ganas de recuperar el país que se nos extravió. Es una pieza para divertirse, llorar, recordar y querer volver a la época de la que nos hablaron nuestros abuelos. Todos se van a sentir identificados”.

 

El espectáculo se presentará en escenarios internacionales, entre ellos: Panamá, Estados Unidos, España, Chile y República Dominicana.

 

No podemos obviar la realidad, pero si podemos enfrentarla con optimismo. Jamás debemos olvidar nuestras raíces ni menospreciar el país que tanto nos ha dado. Demos agradecer a Dios por cada amanecer. Es imposible acostumbrarse a vivir así, pero debemos luchar y mantener la fe. 

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