Reencontrarnos con Caracas
Por Desiree González
@Morenaluna_
¿Cuándo fue la última vez que visitaste el centro, la Plaza Bolívar o la Catedral de Caracas? ¿Recuerdas alguna historia contada por tus abuelos o en el colegio sobre la “ciudad de los techos rojos”?
Distintos motivos de envergadura política, social y económica han hecho de nuestra capital, una ciudad temerosa, fragmentada, y desintegrada. Simultáneamente, se han formado individuos ajenos a su ciudad, desligados de su historia y apáticos ante la idea de explorarla. Nos hemos clasificado como los del este y del oeste, los del barrio y los de la urbanización, pero al parecer cada vez menos caraqueños.
Iniciativas como Urbanimia, nos invita a hacer una mirada retrospectiva de nuestra ciudad, a descubrirnos, a reconciliarnos con nuestra esencia y conocer los secretos y anécdotas de la Caracas de ayer, aquella de la cual todo el mundo habla, se emociona, sueña y recuerda.
Recorridos culturales nos relatan las historias que ocultan los sitios más emblemáticos de nuestra ciudad, trasladándonos y haciéndonos revivir la Caracas de otrora.
En esta oportunidad, Guayoyo en Letras asistió a la ruta “Las Esquinas de Caracas” con la que a través de los relatos detrás de cada una de ellas, pudimos regresar en el tiempo, conocer y disfrutar de la imaginación de los caraqueños a la hora de asignarles nombres a nuestras esquinas.
Caracas fue fundada bajo un ambiente relativamente bélico, por tanto, no hubo un ente o autoridad encargada de darle nombre a las calles, por lo que sus ciudadanos decidieron, con una pizca de ingenio y creatividad, concederle peculiares nombres a sus esquinas.
Apellidos de personas influyentes durante la colonia o época de la Independencia, nombres de plantas o árboles que crecían en el lugar, santos, historias fantásticas, leyendas, mitos e imaginación de los caraqueños, son los encargados de crear una nomenclatura única para nuestras esquinas.
Un entretenido recorrido de hora y media, iniciando en la plaza Bolívar -punto de encuentro predilecto de los caraqueños de la época- y posteriormente cada esquina de nuestro casco histórico, nos relata los detalles del bautizo de cada una de ellas.
Mientras caminamos nos cuentan las peculiares historias que guardan nuestras esquinas, entre ellas, por ejemplo, la esquina La Torre, llamada así por la torre de la Catedral, edificación más alta, hasta inclusive los años 30 y famosa por su resistencia a los terremotos que, crónicamente, han azotado a Caracas.
La torre de la catedral contaba, inicialmente, con tres cuerpos hacía los años de 1770, sin embargo, el terremoto de 1799 y 1810 le afectan tanto que obligan a que se corten y se reduzca a dos cuerpos, como se encuentra actualmente.
Los terremotos de 1812, el primero, en marzo, no logra derribar la torre, sino que la inclina hacia el oeste, es decir, parte de la torre quedo desprendida de la catedral, por lo que surgió un miedo en los caraqueños de que esta se cayera y destruyera todo a su alrededor.
Pretendían arreglarla, sin embargo, esto no fue necesario, dos semanas después, en abril, hubo un nuevo terremoto, que increíblemente devolvió a la torre a su lugar original para el asombro de todos los caraqueños. Esto conmocionó a toda la sociedad dando nombre a la que hoy conocemos como esquina La Torre.
Descubrimos también la esquina de Madrices, que recibe su nombre por Don Diego de Madriz, general que vivía en una de las casas de la esquina y quien presumía de tener cuatro bellísimas hijas, por lo que los caraqueños paseaban en frente de la casa con la esperanza de tener el privilegio de ver a alguna de las jovencitas, a partir de entonces los caraqueños decían “Vamos donde las Madrices” quedando bautizada en honor a las hijas de Don Diego de Madriz, la esquina de Madrices.
Así como estas, Caracas y sus esquinas esconden un sinfín de historias que vale la pena conocer. En nuestras raíces podemos, quizá, borrar diferencias y confluir todos en un mismo espacio que nos une y no interroga nuestro proceder, sino más bien nos invita a que disfrutemos y nos acerquemos genuinamente a nuestra cultura e historia, para así encontrarnos y salvar lo que aún no se ha destruido de nuestra amada Caracas porque eso tenemos los caraqueños, somos amantes de nuestra ciudad.
Somos los caraqueños y los venezolanos, los que tenemos el compromiso y la fortuna de rescatar, disfrutar y reencontrarnos con nuestra ciudad, de dejar de ser transeúntes o extranjeros a pasar a ser ciudadanos que no quieren que sus espacios y su historia mueran, porque es ahí, precisamente, donde las murallas que nos separan, se transforman en puentes que nos acercan y nos unen.
¡Anímate y descubre Caracas!
Urbaminia
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