Editorial #279: El cambio es el camino

Pocos tienen la valentía de proponer un verdadero cambio

Cada vez que un organismo internacional publica un informe sobre la situación económica mundial, el gobierno venezolano empieza a transpirar frío. Es como el peor alumno del salón, para el que el día más odiado del año es ese en el que se evalúa el rendimiento de la clase. Esta vez, el turno como evaluador fue del Fondo Monetario Internacional (FMI) con su informe World Economic Outlook – October 2015. Y, como ya se ha hecho costumbre, “raspamos” una vez más.

 

En el informe, en el que se evalúan las perspectivas económicas mundiales, el FMI pronostica que la contracción económica del país se ubicará en 10% del PIB, un 150% más que el año pasado, mientras que en el 2016 nuevamente crecerá negativamente en 6% del PIB. Este será, según la misma organización, el tercer año consecutivo que la economía decrece y, además, predice que la inflación será 190% en el 2015 y 210% en el año 2016.

 

No nos puede sorprender que con estos números seamos, una vez más, los peor evaluados. Este año, Venezuela tendrá la inflación más alta entre los 181 países que integran el FMI. Nuestro nivel inflacionario será 10 veces mayor que el siguiente país peor evaluado de la región, Argentina (19% de inflación), y 70 veces más que la economía con menor inflación, Perú (menos de 3% de inflación).

 

Esa data es solamente una pequeña muestra del diagnóstico de la economía venezolana, que sufre además una fuerte recesión que se ve reflejada en el crecimiento negativo del PIB y una fuerte reducción en el nivel de reservas, indicadores claros de la profunda crisis, a la que se suma la caída en el precio del petróleo que tampoco parece tener perspectivas de mejorar en el corto plazo.

 

Sin embargo, es mucho más fácil comprender la magnitud de la dificultad cuando se traducen los números en historias. No solo falta comida en Venezuela, sino también medicinas, repuestos y muchos de los bienes más básicos. La situación de diversos sectores, además del económico, como el eléctrico, el de salud, el de seguridad y otros, están en su peor momento histórico.

 

Ante un problema económico tan crítico, es incomprensible que la respuesta del Gobierno sea política. Se busca culpables en todas partes menos en el origen real de esta crisis. Del otro lado, un sector opositor promete irresponsablemente que con una victoria el 6 de diciembre en las elecciones parlamentarias, se solucionarán todos los problemas. ¡Ambas tamañas estupideces! Parece una competencia de demagogia y populismo.

 

El modelo rentista en el que estamos sumergidos ha destruido la capacidad productiva y creadora del país. Somos una sociedad que vive de rodillas y con la mano extendida a la espera de migajas de un Estado súper poderoso. Hoy, no hay un solo índice que no refleje el fracaso de un sistema de controles donde lo único que se incentivó fue la corrupción y la ineficiencia.

 

El único camino que puede salvar a Venezuela es uno en el que las libertades sean preservadas como el bien más valioso de nuestra sociedad y que éste se traduzca en desarrollo, seguridad y paz. Ese día, los índices del mundo empezarán a reflejar el milagro de la reconstrucción venezolana.

 

El cambio no puede ser solo un propuesta electoral. El cambio no puede ser solo un discurso. El cambio no puede ser solo un slogan.

 

 El cambio es el camino y ha llegado la hora de andarlo.

 

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

 

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