Quienes practican y quienes predican

Por Jorge Olavarría

@voxclama

 

 

 

Un amigo me pidió que escribiera un ensayo con el tema de los “exiliados dorados”.

 

¿Sobre quién?

 

Sobre esos venezolanos, me explicaba, que se fueron del país, huyéndole a esta locura marxista  y no es que llegaron a gringolandia a buscar trabajo y salir pa´lante como sea sino que llegaron, particularmente a Miami,  comprando apartamentos y casas de lujo, de millones de dólares y son gente que a kilómetros los ves llegar porque apestan a que se creen que tienen al toro agarrado por la gónadas. Compran o montan tiendas, empresas o lo que sea, y se dedican a vivir el American Dream a todo trapo.  

 

Ok. Dame un par de nombres y veré qué encuentro. A ver si me inspira porque tal y como me lo planteas, el tema es deprimente.

 

Lo que llegó no fue un par de nombres sino una lista del grueso del Manifiesto Comunista. Trabajadores del mundo uníos…

 

Baruch Spinoza (1634-77) es el más noble por ser, probablemente, el más digno y consecuente de los grandes filósofos. A pesar de ser ampliamente admirado por su integridad intelectual, también era ampliamente detestado no solamente por lo que expresaba sino por vivir de acuerdo con sus propios preceptos morales. Para ilustrar este punto que es complejo, solo cito un hecho. Cuando la Universidad de Heidelberg le ofreció un puesto, rechazó la posición alegando que siendo un puesto oficial, estaría obligado a aceptar las ideas oficiales y someterse a sus limitaciones. Siendo judío, su familia había llegado hasta Holanda huyéndole a la Inquisición que, en su caso, hubiera requerido que sus padres se convirtieran al catolicismo. En Holanda las autoridades eclesiásticas y civiles eran más liberales no le exigían tal cosa. Su familia podía practicar su religión libre y abiertamente. Pero para Spinoza, su religión natal se había convertido en el enfoque de su crítica y así, irónicamente, fue su propia Sinagoga la que trató de sobornarlo y le ofreció mil florines al año si silenciaba sus críticas herejes. Cuando se negó, fue ex comunicado.

 

Spinoza siempre vivió modestamente pero no como académico o de los frutos de su intelecto sino puliendo lentes. Nunca le importó el dinero. Su obra más importante “Ética” fue publicada luego de su muerte. Entre sus muchos aportes, Spinoza trató de crear un concepto matemático, geométrico, para hacerle frente y vivir una vida moral. No estoy a menudo de acuerdo con sus preceptos místicos o metafísicos, sobre el determinismo, por ejemplo, y sobre todo en lo que se refiere a la supremacía que le da al Estado, pero su existencia moral lo hace merecedor de admiración. A pesar de sus críticos y perseguidores, vivió siempre sin resentimientos siendo que “una vida gobernada por las pasiones es una vida limitada,  privada de sabiduría”. Así, el impulso a la venganza, o a la justicia, hacen que un hombre se vuelva juez de su propia causa.

 

Lo que hace a Spinoza casi único no es su testarudez intelectual o moral sino su concepción de la importancia del individuo dentro de un contexto paradójico de casi absoluta nulidad universal. Las tragedias de una persona son solo tragedias para él y absolutamente insignificantes colocadas contra la magnitud del tiempo. Además—consideraba que cada alma era única y que la santidad, que es amor absoluto a Dios, no es un logro, una recompensa a la virtud, sino la virtud en sí misma; no nos deleitamos porque controlamos nuestras lujurias sino que nuestras lujurias están controladas porque estamos deleitados. Este precepto establece una paradoja moral de tanto poder que elimina todo precepto de conveniencia y hasta necesidad, anulando cualquier excusa para negar la rectitud, sabiendo lo que es inmoral, y si acaso ofrece un antídoto para evitar la parálisis de al complete desesperanza.

 

En un contexto práctico, Spinoza es un personaje detestable, lo que explica tanta amenaza y persecución. Su búsqueda por la veritas no es un ejercicio académico sino una búsqueda personal. Su testarudez emana de la integridad que le inhibe cualquier pacto con la hipocresía, cualquier excusa por conveniencia. Su racionalidad moral, se pudiera decir, ha derogado hasta su instinto de auto preservación y su vida serena y estoica no es una forma de esclavitud de quien se niega a ser esclavizado.

 

Y ¿qué tiene que ver Spinoza con los sinvergüenzas que luego de saquear en Venezuela se retiran con sus botines a vivir sus exilios dorados? 

 

No lo sé. Quizá la asociación viene de la teoría del caos, de la forma en que se propagan las epidemias, en como la más pequeña inmundicia puede anular toda una fibra inmaculada. Quizá Spinoza acudió a mi memoria, como referencia, porque fue un hombre quien se negó a conformarse con la moralidad de su tiempo. Rechazó su fe heredada no por rebeldía sino porque quiere más, no lo satisface. Y así, aunque sea conveniente ajustarse y callar, prefiere la búsqueda personal a la conformidad y la aceptación. Incluso, si se quiere, no está dispuesto a acomodarse para complacer a sus huéspedes, amigos y bienhechores y callar por su propia seguridad, o dejar de escribir lo que piensa. “Todas las cosas excelentes son tan difíciles como son raras”, decía Spinoza, y yo supongo que lo que las hace excelentes en su precepción es algún atributo obviado porque de lo contrario, es solo su rareza o anomalía lo que les da esa altura.  Y la altura de Spinosa es que siendo un filósofo, un buscador de la verdad, nunca impuso su verdad ni condenó o criticó a quienes lo criticaban y condenaban. Era su verdad, que podía compartir pero nunca imponer y mucho menos negociar. Ni siquiera por el oro del mundo, o por reconocimiento y adulación, o siquiera por su propia vida. Nada de lo que pueda hacer un hombre, al final, lo hará inmortal, así que ¿para qué esclavizarse con el miedo a la muerte?

 

El asunto no es criticar a horda de individuos que se han enriquecido obscenamente de un país cuyas obscenas riquezas provienen del accidente geológico y no del trabajo. Porque la parodia  confirmada por jerarcas detractores como Aponte-Aponte, es que quienes llegaron al poder con un verbo revanchista en contra de estos ladrones valetudinarios han sido incontablemente peores, si solo por la hipocresía implícita. La tragedia es que las supuestas fortunas aluciadas de Diosdado, las cuentas en Andorra, las inversiones en edificios de lujo de Generales millonarios, las bandadas de bolichicos que te desprecian desde sus camionetas blindadas, no producen indignación moral –ni en la oposición ni en la mayoría de la población. Lo que producen es envidia.

 

Spinoza entendería y probablemente citaría a Jesús, “…perdónalos porque no saben lo que hacen.”

 

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