Editorial #285: El cambio

Lo sucedido en Argentina es una luz de esperanza para el camino oscuro que transitamos en Venezuela

En un país como Argentina, que desde mediados de la década de 1940 había teñido de peronismo casi todo lo que tenía que ver con poder y política, era difícil pensar que alguien que no sea de esa corriente logre alcanzar la Presidencia. Las estadísticas alimentaban ese pensamiento: entre 1945 y 2014, el peronismo ganó nueve elecciones presidenciales, perdió solamente dos –en 1983 y 1999- y, muchos aseguraban, que en los próximos 50 años también se necesitaría ser peronista para ser Presidente.

 

Por eso, cuando hace diez años nacía Propuesta Republicana (PRO), lo hacía rodeado de un sentimiento: escepticismo. No solamente porque era un partido político nuevo, sino también porque rompía con el tradicional esquema y se presentaba a la centroderecha del espectro político argentino, con una ideología de conservadurismo liberal. Por si fuera poco, su líder era un hombre muy conocido en el mundo de los negocios y el fútbol –fue durante 12 años presidente de uno de los clubes más conocidos, Boca Juniors-, pero nuevo en el terreno político. Un joven empresario millonario llamado Mauricio Macri.

 

Hoy, solamente una década después y tras dos gestiones exitosas como alcalde de la Ciudad de Buenos Aires, Macri acaba de ser electo Presidente de la República Argentina. Su éxito no es solamente haber alcanzado el poder con una corta trayectoria política y un partido nuevo, sino también haber derrotado a un complejo peronista que parecía invencible.

 

La victoria de Macri no representa solamente la de un candidato sobre otro, ni siquiera la de una propuesta sobre otra, sino más bien refleja la decisión de la mayoría de los ciudadanos de optar por un nuevo modelo de país, una nueva forma de vida. Tras 12 años de kirchnerismo populista, caracterizado por la corrupción, la ineficiencia y el abuso, los argentinos decidieron superar el miedo y votar con esperanza.

 

Macri debe tener claro que el reto que tendrá al asumir la Presidencia supera las fronteras de su propio país. Su liderazgo será, ineludiblemente, uno regional, que impulse una nueva propuesta alternativa a la que desde hace varios años nos impuso el Foro de Sao Paulo y a la que se sumaron Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina.

 

Es por eso que la histórica victoria de Macri puede ser el punto de inflexión para que nuestra región entre finalmente en el siglo XXI y supere la tragedia socialista que hoy todavía padece y cuyas consecuencias están a la vista: escasez, pobreza, inflación, violencia y desigualdad.

 

Lo sucedido en Argentina es una luz de esperanza para el camino oscuro que transitamos en Venezuela, una bocanada de aire fresco que nos permite darnos cuenta de que no podemos perder la capacidad de soñar, como los argentinos, con vivir en una país mejor, más justo, sin miedo y con futuro.

 

Eso, que resumimos en una palabra que ansiamos con el alma: el cambio.

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

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