Millones de marcelas para Venezuela

Por Víctor Bolívar

 @victorabolivar

 

 

 

Sus absurdas ideas se esparcen hasta el último rincón del país y fuera de él. Un bombardeo de mensajes electrónicos, radiales y televisivos intentan pulverizar la verdad. ¡Qué no haría un programa educativo como El Sistema de Orquestas con esos altavoces! La realidad del día a día que se desnuda ante la vista de cualquiera sin distinciones ideológicas, es derrumbada por esta máquina cual grúa demoledora.

 

No se trata de una innovación de la industria de la construcción sino del aparato comunicacional del gobierno venezolano. Toda noticia es presentada de la forma más absurda posible –la última propaganda de Abastos Bicentenario es una buena muestra de ello. Desabastecimiento es igual a alto consumo; corrupción es patriotismo; crisis económica es igual a Venezuela-potencia; altos niveles de violencia es igual a sensación.

 

Las noticias no son noticias, y no lo son porque no reflejan lo más importante del momento. Mientras que los problemas principales del país giran en torno al desabastecimiento, los altos costos de la vida y la inseguridad, los titulares nos muestran una supuesta guerra con nuestro principal socio comercial en materia petrolera.

 

La estrategia comunicacional del gobierno venezolano ha demostrado eficiencia empírica durante poco más de 17 años. Está dirigida a mostrar un gobierno inderrotable y a derrumbar la esperanza de los ciudadanos, y en esto ha encontrado el aliado perfecto: un pequeño sector de la oposición, cuya estrategia es mostrar la realidad para desenmascarar al gobierno, pero que con la finalidad de ejecutar dicha estrategia y demostrar los exagerados abusos del gobierno, está haciendo eco de la estrategia de su oponente, desesperanzando a muchos de sus seguidores.

 

Cosas como “con este CNE nunca saldremos de este gobierno”;  “este gobierno no se cambia con elecciones”; “es que la gente es muy pendeja”; “es que la oposición está dividida”; “la MUD está vendida al gobierno”, no son casualidades sino estrategias bien diseñadas para vendernos ciertas ideas absurdas y evitar el tan necesario cambio de rumbo del país.

 

Sin embargo, mientras los hogares venezolanos están desabastecidos, la delincuencia causa estragos por todos lados, los precios suben indefinidamente, el poder adquisitivo cae súbitamente y el gobierno no hace más que marketing, Martha está preñada y no puede paralizar su vida esperando a que un gobierno que por más de 17 años le falló, comience a cumplirle. Tampoco puede Martha esperar a que la llamada revolución deje de ser un simple juego de palabras para convertirse en un sistema que garantice la satisfacción del derecho a la vida, la libertad de pensamiento, educación, propiedad y la eficiente prestación de los servicios públicos como el transporte, la electricidad, agua, aseo y gas.

 

Martha está esperando ansiosa la llegada de Marcela. Ya ella tiene un sueño por el cual luchar. Al igual que Martha, el país necesita millones de sueños para salir de este episodio oscuro de nuestra historia y alcanzar  ese anhelado lugar donde en palabras de García Márquez “…las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad”.

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