Editorial #287: «Venezuela vale la pena»

El domingo la esperanza derrotó al miedo

 

Si algo quedó claro en las elecciones legislativas del domingo, citando a Victor Hugo, es que no existe nada en el mundo más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo. En el caso venezolano, más que una idea era una aspiración, porque quienes vivimos en este país no solo queríamos un cambio, también lo necesitábamos.

 

La apabullante ventaja de votos que obtuvo la oposición complicó los planes del chavismo, pero no fue lo único. También lo hizo el hecho de que quienes en algún momento apoyaron ese proyecto, encontraron en las elecciones un momento ideal para demostrar su hartazgo ante el abuso, el chantaje y la mentira. Los venezolanos no votaron solamente por una nueva Asamblea Nacional, ni siquiera contra un gobierno, sino también por el cambio de un modelo que fracasó y en el que hoy muy pocos creen.

 

Los ganadores tienen una gran responsabilidad en sus manos, porque no es fácil ser mayoría desde la oposición. Menos aún cuando todo parece indicar que la aceptación de la derrota por parte del gobierno no significa que hayan comprendido el mensaje de los ciudadanos. Resulta casi imposible entender que cuando la gran mayoría del país votó contra ellos, la respuesta sea “profundizar la revolución”.

 

Sin embargo, la oposición también debe leer con claridad el resultado. Son muchos los que no votaron por un liderazgo concreto o por un proyecto –hay quienes ni siquiera sabían el nombre de su candidato- sino contra un gobierno caracterizado por la corrupción y la ineficiencia. Mucho cuidado con los partidos que crean que los votos son suyos, porque se equivocarían rotundamente. Ahora, más que nunca, se necesita grandeza del liderazgo opositor.

 

El domingo la esperanza derrotó al miedo. No es poca cosa, porque esta última había sido la herramienta más efectiva de un gobierno que buscó por todas las vías arrodillar al ciudadano. Ni siquiera con el dominio total de las instituciones del Estado, el control hegemónico de los medios ni abusando de los recursos de todos los venezolanos, pudieron doblegar el espíritu de lucha del venezolano.

 

Hoy, Venezuela ya cambió. Que nadie se equivoque, será un cambio doloroso, que va a requerir mucho esfuerzo, sacrifico y compromiso. Pero será también un cambio histórico, fruto de la convicción de una sociedad que se dio cuenta de que no ha perdido la capacidad de soñar.

 

Como no podía ser diferente, la Venezuela decente no se cansó ni se rindió. Ahora comienza la lucha por la reconstrucción del país.

 

No será fácil, pero será posible, porque Venezuela vale la pena.

 

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

(Visited 187 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras