Un paso a la vez

 Por Alfredo Yánez Mondragón

@incisos

 

 

 

Cada paso dado contó. Cada paso que dé en adelante contará.

 

A la hora de adjudicar facilitadores de lo que se ha conseguido, desde el punto de vista de lo político, hay que advertir que cada momento tuvo relevancia, que cada episodio ayudó a sumar.

 

La victoria electoral alcanzada acrecentó de manera incalculable la victoria política, que en el rigor de los hechos es mucho más profunda que esta realidad coyuntural cuantificada en votos y curules.

 

Sobre lo electoral sobran caracteres. Sobre lo político, ahora es cuando se va a conocer el alcance y la dimensión de este vuelco nacional.

 

Analistas de la inmediatez aseguran que un traspiés en lo económico desvió al redil de su destino. No les falta razón; aun cuando esa variable fue una más, sumada al descontento generalizado por otras, de profundo arraigo social; vinculadas con el desprecio, la humillación y sobre todo la manera cómo desde el poder se subestima a los venezolanos.

 

El hastío pudo más, y generó la rebelión real. No se trata de una bravuconada, no se trata de un impasse. Se perdió el respeto, y con él, el miedo, y justo allí se rompió la magia del encantador de serpientes. La ilusión se desvaneció.

 

Entonces la victoria política se acrecienta, porque con cada voto que se sumó a la pluralidad, se enterró el mito del invencible, se demostró con creces que el voto es secreto, se limpió un poco la imagen de un estamento militar que aun necesita de mucho detergente, se le dio una dosis de poder soberano a los soberbios, a los que amenazan, a los que se creyeron invulnerables.

 

Pero además, con la demostración cívica y ciudadana se desmontó, en pasado y en futuro, cualquier escenario de desconocimiento popular.

 

El fraude fue vencido por la convicción democrática. Las otras etapas del fraude, vinculadas a asambleas comunales, a gobiernos parlamentarios paralelos, a protectorados legislativos, a artilugios habilitantes más allá de los períodos constitucionales, a minimización de competencias y otras especias, quedaron también desmontadas; porque el favor popular se pronunció.

 

La calle, -el pueblo-, con la cual desde el poder malentendido se escondían las felonías, decidió no jugar más, no encubrir más, no prestarse más a la humillación.

 

Cada venezolano debe reconocer que aunque parezca que esto recién comienza, hace mucho que se vienen dando pasos. Nunca ha sido fácil, y ahora tampoco lo será.

 

Aplausos para los discursos de inclusión y reconciliación. Ahora es cuando tenemos que caminar; y si lo hacemos unidos, en la diversidad y pluralidad, será más llevadero el camino. Falta mucho, pero cada vez, a fuerza de pasos que cuentan, falta menos.

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