Editorial #289: Choque de trenes

Parece inevitable un conflicto de poderes

Después de la aplastante victoria de la oposición el 6 de diciembre, los oficialistas no tienen claro cómo enfrentar un escenario diferente al que se acostumbraron los últimos 17 años, en los que un chavismo todopoderoso solamente reconocía a sus adversarios cuando había que agredirlos o responsabilizarlos de algo.

 

La realidad hoy cambió. La incapacidad del gobierno para aplicar cualquier plan que desconozca la mayoría opositora, antes y después de las elecciones parlamentarias, no solamente representó la derrota electoral del chavismo, sino también evidenció su derrota política. Y su desesperación.

 

Ante esta nueva situación, la oposición debe dar cada paso con mucho cuidado. El gobierno juega un doble rol que además de irresponsable, es peligroso. Aún desde el poder, pretende ser oposición ante cualquier intento de la Unidad de enderezar el rumbo del país desde la Asamblea Nacional. Para ello, están seguros de contar con un aliado fundamental: el Tribunal Supremo de Justicia, desde donde esperan bloquear cualquier ley que el Parlamento apruebe.

 

Además, la creación de cinco nuevos ministerios y el perfil de quienes dirigirán algunos de ellos solamente nos deja más preocupados. En particular el del flamante ministro de Economía y vicepresidente del Área Económica, Luis Salas, un sociólogo de izquierda de 39 años, profesor de la cátedra Economía Política de la Universidad Bolivariana de Venezuela, cuyo nombramiento ha generado preocupación entre los expertos en esta materia.

 

¿Qué piensa Salas? En algunos escritos públicos, afirmó que quiere «profundizar la revolución» y aumentar la intervención del Estado en la economía en lugar de reducirla. El nuevo ministro también cree que una «guerra económica» impulsada por la «burguesía parásita» es el origen de la crisis y que la inflación “no existe en la vida real”. Es decir, insiste en un modelo que claramente ha fracasado y que tiene a los venezolanos sumidos en la miseria.

 

Mientras tanto, la nueva Asamblea Nacional con mayoría opositora trabaja aceleradamente para comenzar a dar señales de cambio al país. Una de las primeras debería ser la aprobación de una Ley de Amnistía que beneficie a todos los presos y perseguidos políticos. Algo que el gobierno buscará evitar por todas las vías porque sabe que de ocurrir, quedaría claro que perdieron el control sobre el destino del país.

 

Por la manera en la que comenzó el año, todo parece indicar que será muy movido. A corto plazo, se dará un conflicto entre poderes con un desenlace difícil de pronosticar pero cuyos costos pueden ser muy altos, en un contexto en el que la crisis económica demanda soluciones urgentes.

 

Se avecina un choque de trenes que parece inevitable, y lo peor de todo es que en sus vagones viajamos todos.

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

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