Solo desatinos

Por Alfredo Yañez

@incisos

 

 

 

Nada sorprende. Ni siquiera la absurda defensa de quienes –por soberbia- insisten en ofrecer un voto de confianza a aquellos que dilapidaron el dinero, el capital, los recursos del país. La invitación formal –desde el Ejecutivo- a rebelarse contra la ley que otorga propiedad a los beneficiaros de la misión vivienda, es uno de los episodios más trágicos de una supuesta lucha ideológica, resumida en la frase de un tristemente célebre dirigente oficialista: “No los vamos a sacar de la pobreza para que luego se metan a escuálidos“.

 

Seguramente los genios de las salas situacionales estarán organizando las marchas en contra del abastecimiento de los mercados, las impugnaciones para aquellos que aspiren a que cesen las colas para comprar comida o medicina, y por supuesto preparando una gran marcha para impedir que se debata el tema de la seguridad personal en el país.

 

Una parte de la cúpula partidista y mafiosa que detenta circunstancialmente el poder en Venezuela cayó presa de la mitomanía. Se cree sus propias mentiras, y con ellas considera que la gente, los ciudadanos, les acompañarán en su desquiciado avance hacia la destrucción.

 

Durante el primer mes del año solo ha habido desatino. Frases –que resumen pensamiento- divorciadas de la realidad, carentes de sentido, y que evidencian el desprecio por lo que alguna vez fue la calidad de vida.

 

La agenda se impone desde el parlamento, eco de lo que se siente en la calle: seguridad alimentaria, crisis humanitaria por la catástrofe en materia sanitaria, escasez e inflación, falta de producción y toda una lista de temas nacionales –importantes todos- a los que desde el Ejecutivo y la bancada oficialista se les hace mutis, porque no tienen ni idea de lo que les hablan¿ pues hace mucho que sus privilegios y negocios mafiosos les absorben el tiempo y la energía.

 

Presenciamos el peor de los capítulos, ese en el que los tiranos se ven descubiertos en su maraña de mentiras y traiciones, y en que los estafados reconocen –perdidos en llanto- que se equivocaron desde el primer día –desde el primer voto.

 

No todo está perdido, porque como nada sorprende. El día en que las cuerdas no den más para soportar el peso de la incapacidad manifiesta, y estos impresentables tengan que irse, esos mismos estafados en su “buena fe“ y también en su revanchismo inducido, unirán esfuerzos para construir desde estos escombros de sociedad, un país posible.

 

Mientras, esperemos más genialidades como la aspiración de un par de zapatos por año, del cepillado de dientes solo si es necesario, de la ducha contabilizada, y del rechazo a poseer el título de propiedad de lo que puede ser tuyo.

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