Thays Peñalver: “La crisis que hoy vivimos es de dimensiones colosales”

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Thays Peñalver es analista política, abogada, escritora y autora del libro La conspiración de los 12 golpes. Es posible que el interés por los temas de país los haya heredado. El apellido Peñalver estuvo relacionado estrechamente con la democracia debido a que su padre, Fernando Peñalver, y su tío, Luis Manuel Peñalver, fueron fundadores del partido Acción Democrática e importantes actores de la vida política del país.

La abogada recibió a Guayoyo en Letras para conversar en exclusiva sobre la actual crisis que enfrenta el país y analizar las vías para buscar una salida.

 

Guayoyo en Letras: Como abogada y analista, ¿cuáles considera usted que son las dimensiones de la crisis actual? ¿Hemos tocado fondo?

Thays Peñalver: Yo creo que tocamos fondo el día que elegimos a un Teniente Coronel golpista para la Presidencia de la República; para un país democrático un hombre que había atentado en contra de ella. Creo que ahí tocamos fondo.

No llega un golpista al poder, elegido por votos, con una sociedad democrática; llega con una sociedad que desconocía qué era realmente la democracia porque hubo 12 intentos de golpe en esos 40 años, la sociedad venezolana añoraba una bota militar, pensaba que ellos venían a poner orden… y todavía, 17 años después de estar sometidos -porque los militares no gobiernan, someten-  hay quienes piden un militar para que dé un golpe de estado y resuelva lo que pasa hoy: o añoran a Pérez Jiménez. Entonces, es complejo saber qué es tocar fondo para una sociedad que no reconoce muy bien cuáles son los valores y los principios democráticos.

Cuando una sociedad asume el compromiso de respetar la Constitución y las leyes está preparada para vivir en democracia; aquí somos muy alegres con ese tema. Para mí, tocamos fondo cuando nadie defendió la democracia. ¿Tocar fondo es cuando estén muriendo personas por falta de medicinas e insumos médicos? Es probable, y desde hace algunos años eso pasa. No es normal que no haya comida, y ni hablar de la inseguridad; no es normal vivir en un país donde no haya justicia y que la gente no la demande. La crisis que hoy vivimos es de dimensiones colosales y no tenemos conciencia.

 

G.L: Constitucionalmente, ¿a qué medidas debería recurrir la Asamblea Nacional para hacer cumplir su mandato a pesar de los obstáculos que ponen el Ejecutivo y el TSJ?

T.P: ¡A todas! Todas las herramientas que tiene la AN como el único poder legítimo en este momento en Venezuela, elegido por los ciudadanos. Tienen que usarlas todas. No creo que deban caer en la diatriba y la pelea política en este momento. Si tenemos todas las herramientas para exigirle a este régimen que se declare incompetente y se vayan porque están violando nuestro derecho a la vida, deben utilizarlas todas. En este momento lo jurídico está resuelto, porque en la Constitución está establecido. Elegir cuál es el más conveniente es una pérdida de tiempo, creo que deberían activarlos todos y alguno saldrá. A quien nos oponemos no es un gobernante normal, que nos respeta y entiende que su momento se acabó, que fue incompetente y se tiene que ir porque no ha cumplido con las obligaciones y el mandato de la Constitución, que es velar por la seguridad y la vida de los venezolanos; ellos no lo han entendido. Estamos luchando contra una cosa que se quiere quedar como sea y permanecer en el poder, que no se pueden ir porque los están buscando en el mundo para meterlos presos por corruptos y narcotraficantes.

El legislador no diseña la Constitución pensando en tener un ejecutivo tan poderoso y tan cruel, ingenuamente piensa que estás luchando contra un demócrata que va a acatar las decisiones de la AN. Entonces, que las activen todas, alguna calará. Además, pueden ir simultáneamente porque no hay una negación expresa en la Constitución que diga: si se activa una no se puede activar la otra. Tienen que aprovechar ese vacío.

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G.L: De las cuatro diferentes visiones para la salida del gobierno actual: la enmienda, el referéndum, la constituyente y la renuncia. ¿Cuáles son los costos y los beneficios?

T.P: Todo depende de lo que la gente quiera. Quienes quieran salir de esto ya, tienen que buscar la salida más rápida que aparentemente es la Enmienda porque no reforma el fondo de la Constitución, sino artículos puntuales; igualmente la Enmienda se llevaría un tiempo.

La Constituyente creo que es necesaria porque cuando los países entran en conflicto y no tienen instituciones ni poderes establecidos como Venezuela, donde durante 17 años ha habido un gobierno que lo ha destruido todo, hay que rehacer la República. Pero la Constituyente podría venir después; manejarse en una transición para poder recomponer el país. Todo depende de los tiempos de cada quien.

Si hubiesen elecciones en este momento en Amazonas, por supuesto ganaríamos y superaríamos los votos con los que ganaron esos diputados, pero recoger firmas no sé hasta dónde nos pueda dar una sorpresa y arriesgarnos a eso. Igual habría que hacerlo, una acción constitucional no colida con la otra.  Hay personas que desde ya dicen que no se van a anotar en una lista para un referéndum, que no van a poner su nombre; hay quienes piensan que es muy largo el camino. Yo no dudo que podemos ganar, dudo que se pueda sostener un nuevo gobierno sin dinero.

Hay otra opción  que es el ausentismo laboral de Nicolás Maduro, él no está cumpliendo con el mandato constitucional que lo obliga como Presidente de la República a velar por la salud, la seguridad y la vida de los venezolanos; él está ausente del rol de Presidente. Es un empleado público al que le estamos pagando pero no hace su trabajo y la AN puede declarar la ausencia del Presidente; eso iría al TSJ, pero también hay que presionarlo, confrontarlo y llevarlo hasta las últimas consecuencias, ¿hasta dónde puede soportar el TSJ y defender lo indefendible?

También hay quienes piensan que Nicolás Maduro debe irse cuando el pueblo chavista ya esté en las últimas. Para mí, más que las salidas constitucionales que ya están escritas, lo más importante es el acuerdo de nuestra clase política que requiere el consenso, la discusión, el debate y el respeto de las ideas; tener un objetivo común: parar antes que llegue la hambruna y la desolación en Venezuela. Ese es el gran reto.

Ellos están reunidos en una colisión de partidos políticos (MUD) y allí tienen que decidir. Cada partido tiene sus intereses y si vamos a unas presidenciales cada uno va a aspirar, que es lógico, pero los venezolanos esperamos que sepan hacer un alto en esas aspiraciones en este momento y tomen las decisiones correctas para asumir el control. Les dimos el voto y esperamos que la coherencia prive en cada uno.

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G.L: ¿Cómo evita la oposición ser un gobierno corto de transición y que regrese el chavismo?

 T.P: Entendiendo el signo de los tiempos. Es cierto que nadie quiere esperar y que todos quisiéramos salir de esto, pero la oposición y los partidos saben que buena parte del chavismo no votó por ellos, sino que votó en contra del problema económico que les generaba Nicolás Maduro; no votaron contra un modelo y esto mucha gente no lo entiende ni lo importa,  hay que tener mucho cuidado con eso.  Debemos tener conciencia de qué es lo que nos conviene, entender al país, su idiosincrasia y personalidad; entender lo que han sembrado todos estos años. Si el 6D el pueblo hubiese votado por la oposición, te diría que la conocen.

Hay un chavismo que está activo, que ejerce y que puede responsabilizar mañana al gobierno de la oposición que no cumpla con las expectativas. La renuncia irreversible es la mejor forma de evitar que regrese el chavismo.

 

G.L: ¿Cree que quienes se hacen llamar oposición, realmente lo son?

T.P: Hasta que no se demuestre lo contrario, sí. La oposición son muchos partidos políticos con ideologías y formas de hacer política distinta. En este momento son oposición a un régimen, pero cada uno de ellos tiene diferentes pensamientos y maneras de ver cómo mañana gobernarían al país. Ya unirnos fue una gran hazaña que yo la reconozco.

En la MUD conviven diferentes corrientes ideológicas, unas tienen más cercanía con el modelo socialista del régimen y otras están totalmente equidistantes, eso es lógico. Allí hay muchas fuerzas políticas distintas, las negociaciones con el chavismo habrá que darlas en un momento determinado y Venezuela tiene que estar atenta; ellos tienen la obligación de explicarle al país que no van haber cambios sin diálogo con el otro sector. Hay que tener la mente abierta y ver cómo hicieron otros países que tuvieron guerras civiles; no podemos pedir reconciliación creyendo que vamos hacer caída y mesa limpia y que no van a existir. Entonces, si hay sectores de la oposición que tenga cercanía y tiendan puentes con el chavismo tienen que ser bienvenidos.

No se corre el riesgo de que vuelva el chavismo, todo lo contrario. Si  vamos a una transición, tenemos que transitar todos, no cerrar los puentes. Si se cierran no vamos a avanzar; parte del chavismo está representado de la AN. Ellos no son políticos, son defensores de sus parcelas de poder y representan intereses, y con eso en algún momento determinado hay que hablar, sentarse a dialogar, concertar y construir una nueva Venezuela. Entregar ese espacio es delicado, hay momentos en los que toca sentarte con tu peor enemigo.

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G.L: ¿Cómo avanza la oposición hacia un nuevo modelo y evita darle continuidad al populismo?  

T.P: Eso va a tardar mucho tiempo, porque el populismo no lo veo de parte de los políticos sino un pueblo populista y el político se adapta a ese modelo. Pero sin dinero no hay posibilidad que exista populismo y Venezuela en estos momentos no lo tiene. Quien venga a gobernar tiene que hacerle saber al pueblo que el dinero no existe para cubrir las necesidades: educación, salud, alimentación gratis. El problema de electricidad, del agua, hay enfermedades venéreas otra vez y no hay cómo atacarlas, no hay reactivos ni para el dengue ni para el VIH, no hay dinero para reactivar eso; no hay dinero para comprar comida entonces no puede haber para regalar viviendas. Se acabó todo, ni que saquen cuentas de aquí o de allá, Venezuela tiene que entender que vamos a una crisis profunda y que va a costar mucho tiempo levantarse.

Sería buenísimo que el chavismo lo viviera. Lo ideal y lo más sano para el país sería que Nicolás Maduro tenga de decirles: no hay dinero para cumplir todas las peticiones y necesidades que ustedes están esperando, porque el dinero que recibimos durante 17 años se lo robó el chavismo entre contratistas, petroleros y narcotráfico. Si no es Nicolás Maduro, por lo menos que se los diga Aristóbulo Istúriz o Henri Falcón, desde el lado de la oposición, que tiene vínculos con ellos; yo lo veo a él muy cercano al chavismo, pero eso también tiene que ser así, no lo cuestiono.

Considero que es el momento de un personaje que poco conocemos en Venezuela: el estadista. Creo que el último fue Rómulo Betancourt, un hombre que pensaba primero en el país y su futuro, las elecciones y la inmediatez nunca fueron su preocupación. Nosotros tenemos que pensar en Venezuela; yo también quiero salir de esto, pero que sea para siempre e irreversible, para rescatar la República y que no tengamos la amenaza de militares queriendo asumir el poder otra vez.

 

G.L: ¿Qué acciones considera usted que debería tomar la Fuerza Armanda Nacional ante la inminente crisis que enfrenta el país?

T.P: Se divide en dos grupos: la Fuerza Armada y los políticos armados. El segundo grupo son los que están en los puestos del gobierno, a los que les dan los bancos, los seguros y les entregan PDVSA. A ellos les recomiendo que se quiten el uniforme, armen su partido político y salgan a patear calles y barrios, pero que dejen las armas, porque no compiten en igualdad de condiciones con los políticos civiles que están desarmados. A ellos les gusta gobernar, no estar dentro de los cuarteles.

A quienes están en los cuarteles les digo que se queden allí, que en la Constitución está muy claro cuál es su rol y mañana cuando tengamos país, se ocupen; que vuelvan a ser Fuerzas Armadas en plural, porque son diferentes componentes, y que hagan un estudio comparado sobre qué hacen en el mundo moderno; que sean unas Fuerzas Armadas inmensas, destacadas, profesionales, respetables e institucionales que no permitan que nadie se meta en política; y que vuelvan a ser las Fuerzas Armadas que Venezuela durante muchos años admiró y respetó. Su rol es defender la seguridad de la nación.

 

G.L: Los gobiernos populistas en Latinoamérica poco a poco se desmoronan. ¿De qué forma le afecta a Venezuela?

T.P: Lo que pasa en Venezuela está afectando a esos gobiernos populistas. Creo que si vemos a América Latina como una pirámide, nuestro país es el vértice. Todo lo que ocurra en ese punto repercute en el cuerpo de esa pirámide. La lección que hemos dado el 6D de ir a votar en contra de un modelo que ha destruido a Venezuela, ha coadyuvado a que los resultados de Bolivia, por ejemplo, sean los que son. Lo de Argentina ocurrió antes y quizás eso también nos motivó, pero ya es irreversible la caída del comunismo, marxismo, socialismo, populismo, castrismo; ya están muriendo.

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