Apariencias, engaños y timing

tulio

El esfuerzo por entender la falta de timing de los factores democráticos actuantes en la Asamblea Nacional me ha llevado a una conclusión: El verdadero objetivo es llegar a las elecciones de diciembre para obtener una glamorosa y definitiva victoria que asegure la casi totalidad de las gobernaciones de los Estados. La lógica de la estrategia es que esa hecatombe electoral haría inevitable el derrumbe del régimen. La putrefacción paulatina y constante de sus bases de sustentación sobredimensionaría la ilegitimidad de quien nunca ha estado sólido en el ejercicio del poder.

Cualquiera que hubiera ocupado la línea de mando, a raíz de la desaparición física del único que podía aglutinar fuerzas tan disimiles, hubiera tenido graves conflictos. Pero Maduro se ocupó tanto de emular las acciones de su causahabiente que, en el camino, se olvidó de lo elemental. Por eso se hace tan evidente su incapacidad crónica para asumir decisiones adecuadas a la crisis que vive el país.

Por el mismo motivo es prisionero de innumerables captores: a) El radicalismo de su propia gente que lo frena para asumir los errores y soluciones adecuadas; b) Los militares que lo chantajean y que son los que mueven los cordeles de sus brazos y piernas; c) Los zares de la corrupción con suficiente poder económico para impedir o acelerar su salida; y) Los Castro, buenos criminales que negocian con el enemigo y ofrecen sus buenos oficios para anular el “problema Venezuela”, pero no por ello dejan de ser los principales usufructuarios del saqueo que aquí se sufre.

De manera que en la dinámica de los partidos no luce descabellado llegar al momento ideal de toda su performance, quizás la única rutina que saben montar en la dinámica de la política nacional; me refiero al orgasmo electoral, con todo y los fraudes que se montan desde el Consejo Nacional Electoral. Y si se aceleran los acontecimientos, ya sea porque las fuerzas centrípetas rojas se percatan del desastre inminente o porque la desesperación del pueblo se imponga en una solución no controlada, igual los partidos pueden proclamar que la solución final es una consecuencia directa de las jugadas que montaron.

Fijémonos que en este momento existen rumores sobre presuntas negociaciones para definir el mecanismo más adecuado a los intereses del P.S.U.V., los militares y los factores económicos que se han potenciado a costa de una “adecuada depredación”. Maduro ya no les garantiza el futuro de su inversión pero también temen las consecuencias de su salida sin preservar ciertos espacios vitales. Saben que la fecha tope sería la de las elecciones de diciembre y precisamente una de las cartas en la mesa está en el diferimiento.

Por su parte, la oposición debería saber que la verdadera tragedia para sus planes estaría en ese diferimiento. ¿La razón? Los partidos que tienen el poder de decisión en la Asamblea Nacional saben o deberían saber que el tema del referendo revocatorio esta signado por el hecho de que Maduro esta cumpliendo un periodo de seis (6) años que se inició antes de su propia elección. Me refiero a que el articulo artículo 231 de la Constitución prevé que “el candidato elegido o candidata elegida tomará posesión del cargo de Presidente o Presidenta de la República el diez de enero del primer año de su período constitucional”; y, en el caso de este mandato, el evento se produjo en el año 2013.

De manera que Maduro fue electo para completar el periodo de su causahabiente, tal como lo dispone el artículo 233: “En los casos anteriores (Se refiere a la subrogación por falta absoluta), el nuevo Presidente o Presidenta completará el período constitucional”; y el mismo artículo preceptúa, a los efectos de un eventual revocatorio, que “cuando se produzca la falta absoluta del Presidente o Presidenta de la República durante los primeros cuatro años del período constitucional, se procederá a una nueva elección universal y directa dentro de los treinta días consecutivos siguientes” y que “si la falta absoluta se produce durante los últimos dos años del período constitucional, el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva asumirá la Presidencia de la República hasta completar el mismo”.

En pocas palabras, y de esto poco se habla, el revocatorio pudo haberse montado desde el mes de enero de este año y, si fuera tan buena solución como lo venden, se ha perdido un tiempo precioso con tanta divagación. Por eso digo que la falta de timing debe tener alguna explicación, también la aparente inacción a la hora de dar respuesta adecuada a la usurpación de funciones sufridas por la Asamblea Nacional. Me remito en este último punto a la declaratoria de ilegitimidad y fallas en la conformación de todas y cada una de las Salas del TSJ por su constitución con los “express de diciembre”; además de la pasividad en abrir juicio a los usurpadores.

Para analizar el comportamiento de la oposición democrática hay que partir de su racionalidad y de la profunda experiencia de sus líderes emblemáticos. El solo pensar que no han calibrado el desastre que representaría retrasar injustificadamente el menú de mecanismos que le han planteado al país implicaría la necesidad de sustituir a ese liderazgo. Entonces, lo único que puede afirmarse es que la decisión se tomó hace tiempo y consiste en soportar estoicamente el año 2016. Un periodo en que la situación del país llegará a extremos no conocidos y la responsabilidad de los rojos en la debacle seria indubitable.

El problema más complejo estaría en crear una apariencia de solución por otras vías (Enmienda, Revocatorio, Ley de Referendo o, inclusive, Asamblea Nacional Constituyente), para atemperar a la opinión publica, a sabiendas de que ninguna llevará a nada. Si no fuera así, ¿cuál es la razón de tanta pasividad y detenimiento? Estemos claros, tenemos ya tres meses aplicando analgésicos a una fractura.

Les leo la mente para concluir. Este proceso que he descrito, ¿estaría tan determinado y el resultado se cumpliría fatalmente? ¿El país aguantará la destrucción roja a la espera de una salida electoral? Déjenme decirles que las fuerzas de la corrupción están desatadas a sabiendas de que deben arrasar ahora con lo que tengan que robar. De ahí viene el tema de las concesiones mineras que afectan a medio país, la constitución de la “PDVSA Patilla” (roja-verdecita), los nuevos endeudamientos conocidos u ocultos, los acuerdos secretos con los cubanos y otros ejercicios de depredación.

Tengo la convicción de que al final de esta barbarie, al caer Maduro, otro triunfo electoral será reivindicado con causa eficiente del aparente fin de todos los males de nuestra patria. Ya oigo el coro cantar: “Siempre tuvimos la razón y la virtud de la paciencia”. ¿Para que teníamos que asumir los riesgos de tomar y ejecutar una decisión distinta a la de ganar una elección? La apuesta se hizo hace tiempo. Si se pierde, ¿adivine usted quién pagará?

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