¿Cómo identificar a un Caprilieber?

capriles

Una de las más nefastas consecuencias de la desinstitucionalización que ha sufrido la sociedad venezolana en los últimos 17 años ha sido el surgimiento de una peligrosa tendencia personalista en muchos de quienes adversan al régimen. Por supuesto, derribada toda institución, lo que a muchos le queda es volver a las raíces caudillistas de nuestra cultura, a esa fase pre-moderna que, como señaló Mikel de Viana a inicios del Proyecto Pobreza, pareciera no hemos podido superar como sociedad.

Así pues, el Caprilismo, el Leopoldismo y el Corinismo (para señalar las tres tendencias más claramente identificadas) son exactamente lo mismo: Un culto a la personalidad en el que muchos se refugian a falta de posibilidad institucional de resolver sus aspiraciones. Pretender desplazar al chavismo con alguna de estas tres es no entender el verdadero problema al que nos enfrentamos como sociedad, como pueblo. Así como en 1998 muchos se volcaron ante un “mesías” vestido de verde olivo, muchos hoy buscan su salvador en una figura dentro del llamado liderazgo político… sin caer en cuenta de que se está cayendo en exactamente el mismo error.

Hay comportamientos característicos de este nuevo fanatismo político que permiten fácilmente su identificación, en otros y en uno mismo. En fin, presentamos a continuación una guía práctica de cómo identificar a un Caprilieber (Leopoldista, Corinista, etc.).

  1. Tiene a su “santo” en un altar: Es el más apto para encabezar el proceso de transición, el que ha estado a la cabeza de la lucha, el que ha trabajado más, el que en verdad se enfrenta al régimen, el que ha sido más consistente en sus acciones, etc. La fuente de estos comentarios puede ser la experiencia personal por haber trabajado en su entorno, la imagen mediática o ese “aura” que el carisma personal de cada personaje transmite. El hecho es que se genera un efecto halo que magnifica las virtudes y minimiza los defectos del líder.
  2. Una animadversión irracional casi obsesiva hacia todo lo que diga o haga “el otro”: Un Caprilieber estará criticando constantemente lo que haga Voluntad Popular, un Leopoldista no perdonará los errores de Primero Justicia, un Corinista señalará constantemente a las cúpulas que manejan la MUD y sus semejanzas ideológicas con el Gobierno (que las hay). Es un ejercicio constante de lanzar golpes a los lados cuando el verdadero adversario está en frente. Es ese ver hacia arriba para ver “abajo” a los demás. Es una forma de elevar aún más a su propio “santo”.

Se puede racionalizar con cualquier tipo de argumentos a diestra y siniestra, pero es un comportamiento con un fuerte componente irracional. A todos nos ha tocado lidiar con él en nuestro día a día cuando la política entra en escena… y nadie está exento de caer en él, por lo que hay que tener mucho cuidado.

Por supuesto, vale la pena señalar que Capriles es parte de un partido político y encabeza, por los momentos, una Institución (Gobernación de Miranda), Leopoldo ha hecho un esfuerzo por formar un partido político, esfuerzo que está comenzando a hacer María Corina. Lo importante es que los Partidos Políticos sean más que meros instrumentos de elevación de una persona y se hagan, en sí mismos, instituciones.

En fin, Venezuela no necesita “un líder” sino un liderazgo colectivo e institucional. Si queremos reconstruir la institucionalidad del país debemos empezar por reconstruirla dentro de nosotros mismos. Es el más difícil e importante de los retos que tenemos por delante como sociedad: Recuperar nuestra conciencia democrática, asumir e internalizar el respeto a las normas y rescatar lo que Hannah Arendt llamó “el arte de poder vivir juntos los diversos”, la Política (sí, esa con “P” mayúscula).

Sólo entonces estaremos dando, como pueblo, los pasos en la dirección correcta.

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