Venezuela: Una parálisis

Venezuela paralisis

Si algo pudiera definir a nuestra Venezuela al sol de hoy es la parálisis. Vemos por doquier un país que se debate entre su propia existencia y la de quienes hacen vida en él; un país en pausa, mientras el tiempo pasa y arrasa, como los mismos que saquearon desde el primer día a nuestra nación.

Por un lado, vemos a un régimen cargado de los más profundos vicios, que no conforme con dejar este país en la ruina y conducirnos hacia la desgracia y al abismo, ahora hace de la vagancia una forma de vida, para justificar su propia ineficiencia (intencional, por demás). Ellos nos trajeron hasta la miseria que somos hoy: gente pasando hambre, muriendo porque no hay medicamentos, llorando porque una bala o un avión pudieron más que un sueño y sintiendo que el mundo se vino abajo; niños creciendo sin la alimentación debidas, bebés muriendo apenas conociendo la vida porque este régimen no tuvo escrúpulos para darles la bienvenida con la muerte; ancianos mendigando entre la pensión y sus medicamentos para intentar hacer de sus días restantes en este país que los vio crecer y surgir, algo mínimamente vivible.

Venezuela paralisis

Está muy claro: si es por ellos, nos dejarán morir. No les importa la vida; no les genera ni la más mínima intranquilidad saber que niños, jóvenes, adultos y viejos mueren porque ellos se disfrutaron, como si hubiera sido una fiesta, todo lo que a este país ingresó y todo lo que otros nos prestaron y que ahora una generación que está muriendo está comprometida a pagar, mientras ellos, creyéndose invencibles, piensan que la justicia no llegará y que sus fechorías quedarán impunes. Nos han sometido a la barbarie, a los estragos de una economía devoradora que ellos crearon y de la que sus mafias son las únicas que hoy pueden sonreír victoriosamente.

Pero ese es sólo un lado de la parálisis. Del otro lado, vemos a una gran parte de la oposición viendo en el horizonte, por allá a lo lejos, una posible salida a este drama que todos sabemos que no puede esperar. Para ellos, esperar es un imperativo cuando en realidad ya no estamos hablando de una tragedia que se cuenta en días sino en vidas. Por esperar estamos como estamos. Seguimos privilegiando al tiempo sobre nuestra propia existencia, cuando el régimen sabe que el tiempo le ayuda a sobrevivir y a matarnos a la vez. Ellos tienen el reloj…

Mientras el régimen decreta feriados y días no laborables, como si la vagancia a la que ellos están acostumbrados fuera el modo de vida soñado, la oposición no se concentra en ello para tomar ventaja y hacer de cada día “libre”, un momento de protesta y de presión. Lo hemos dicho antes y lo sostenemos: mantener a la gente sólo en la agenda electoral de procesos futuros que no sabemos cuándo se realizarán, es seguir jugando con las esperanzas y con la desesperación; es seguirle haciendo creer a la gente, con falsas expectativas, que algo cambiará cuando todo seguirá igual.

Venezuela paralisisAnclar a la gente en un deseo de revocatorio que aún no se materializa y que exige grandes esperas y sacrificios a largo plazo sin garantía de éxito, o a una Asamblea Nacional que ganó electoralmente, pero que no ha cobrado políticamente su triunfo, mientras la humillan, le quitan competencias, la minimizan y la vuelven inútil, es no sólo preocupante sino irresponsable.

Así estamos: el régimen paraliza al país y nos condena a la vagancia; la oposición paraliza la protesta y la acción de calle como presión popular y nos condena al adormecimiento de la sociedad y a la agenda única y exclusivamente electoral. Siendo así, tenemos un futuro gris… muy gris.

Hoy hay un gran descontento que puede ser capitalizado con movilización clara de la gente. Hay una gran fuerza reprimida que puede estallar de la forma que menos deseamos si no se canaliza y se aprovecha con la finalidad de salir del régimen. Cada día libre o no laborable que decrete el régimen debe asumirse como bandera para salir de ellos. Estamos en un momento crucial que sólo la ética de la urgencia y un liderazgo claro puede asumir para salir de la tragedia. De lo contrario, terminaremos con el doble de muertos que hoy tenemos, con un régimen impune y saqueador y con una oposición que sabe que es mayoría, que actúa como minoría y que es anulada cada vez que se puede.

No hay salida del régimen sin presión popular y esa presión sólo se puede articular en la calle, con objetivos claros y con determinación (veamos a Brasil, por ejemplo). Por esperar a que algo pase o a que sólo un voto haga su trabajo hemos llegado a donde estamos hoy. No sigamos dándole oportunidad al régimen de recuperarse; démonos nosotros la oportunidad, como país y como sociedad, de salir de esta tragedia y apuntar a esa transición que nos permita ser, en primer lugar, un país, y luego surgir y prosperar, en libertad y con el aprendizaje que debería dejarnos haber sido tan permisivos con quien lo hizo todo para destruirnos. Si esto no para hoy, si no logramos que se renuncien y que se vayan, lo habrán logrado.

Pedro Urruchurtu
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