Diálogo, negociación y/o estrategia

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El viernes 27 de mayo explotó en las redes la noticia el diálogo que se estaba desarrollando en República Dominicana entre altísimos dignatarios del régimen y otros personeros de la política venezolana que los medios identificaron al día siguiente como Carlos Vecchio, Alfonso Marquina, Timoteo Zambrano, Luis Aquiles Moreno y Roberto Marrero. No puedo garantizar el contenido de las conversaciones pero la información inicial indica que la delegación roja exige “respeto a la Constitución” y “apoyo a las medidas económicas”, sin incluir el tema del revocatorio; mientras los otros proponen una agenda sobre el respeto a las decisiones de la Asamblea Nacional y la realización del revocatorio este año.

Ante evento tan peculiar tuve que desplazar cualquier otra temática. Lo hago también por la firme convicción de que la memoria histórica de los venezolanos tiene la duración de un día, en un buen escenario. La primera pregunta que me hice fue: ¿Qué mueve a personajes como Jorge Rodríguez, amamantado bajo las mieles amargas del odio, a sentarse con sus enemigos jurados?; la otra, ante la inminencia de la activación del revocatorio, ¿cuál debe ser el modelo de estrategia que debe seguir Maduro para anularlo?

En Venezuela existe un solo antecedente de revocatorio presidencial, ¿cuál fue la jugada del régimen en aquella oportunidad? Sencillo, secuestrar al CNE como institución con un cierto disimulo. La anterior afirmación se compadecía con las taras de una realidad institucional en la que la falta de independencia del Poder Judicial, las limitaciones a la libertad de expresión, la partidización de la Fuerza Armada, el accionar de grupos de exterminio, estaban  expuestas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; al menos en su Comunicado de Prensa N° 23/02 del 10 de mayo del 2002, emitido al término de la visita a nuestro país de Cesar Gaviria en cumplimiento de la Resolución CP/RES.811 (1315/02).

Sostengo que Maduro está siguiendo al pie de la letra el guion cubano de los años 2003-04 que también cumplió su predecesor. Aquel que lo tenga por estúpido se equivoca o, al menos, no lo es al punto de no entender el precedente fraudulento que preservó la integridad política del difunto. Fíjense que, en aquellos tiempos, a raíz de la consignación de las firmas de 3.236.320 de venezolanos para activar la solicitud de referéndum revocatorio del mandato el 20 de agosto de 2003, Chávez inmediatamente ripostó desde la ciudad de Buenos Aires que “las firmas consignadas son falsas” y agregó que “durante el año no se realizaría ninguna referendo en el país”. Poco después, el 2 de septiembre de 2003, manifestó desde Cuba que si el CNE validaba las firmas quedaría inhabilitado moralmente para realizar cualquier proceso electoral.

El CNE no solo escuchó el canto de fraude sino que obró en conformidad convocando para el 28 de noviembre de 2003 un proceso de recolección de firmas para el referendo revocatorio presidencial, esta vez bajo su control. Insatisfecho aun con tal actitud, el mismo difunto declaró públicamente la consumación de un mega fraude en su contra, lo que se parece mucho a la actitud de Dilma en Brasil al denunciar un Golpe por la activación del mecanismo constitucional del impeachment. Y no se produjo el evento comicial ese año, tal como fue predicho, porque presentada la solicitud el 19 de diciembre de 2003, el CNE difirió el proceso de verificación de las firmas que sirvieron de respaldo en contravención de las normas que ellos mismos habían aprobado. Así se montó una estrategia similar a la que llevó a la batalla de Santa Inés en la Guerra Federal.

Para los que olvidan fácilmente, los diferimientos permitieron al revocable tomar nuevos bríos a costa del patrimonio nacional, las dadivas y limosnas que llamaron misiones y que hoy se muestran como lo que fueron; y las alianzas internacionales a cambio de la soberanía y la riqueza nacional, como lo fue la entrega de la reclamación contra Guyana a cambio de los votos de los países caribeños del Commonwealth, solo por poner un ejemplo. Pero quizás el acto más artero de ventajismo y violación de derechos fundamentales fue la libre utilización de la base de datos del CNE que contenía el listado de aquellos que activaron el revocatorio para ejecutar un proceso de manipulación y chantaje generalizado; en especial, a los funcionarios públicos o cualquier persona que pretendiera acceder a un servicio público.

En este punto aparece el tema de la negociación. El 29 de mayo de 2003 fueron suscritos entre el Gobierno de Hugo Chávez Frías y la oposición política venezolana, representada por la Coordinadora Democrática, unos acuerdos para hacer posible la solución electoral, pacífica, constitucional y democrática a la severa crisis democrática y de gobernabilidad que arrastraba Venezuela. Si entramos en comparaciones, la situación actual de desintegración nacional y destrucción del aparato productivo, hambre y miseria, le da a aquella crisis cierto grado de liviandad. Tales acuerdos se materializaron por la mediación de la Organización de Estados Americanos, la Organización de las Naciones Unidas y el Centro Carter, garantes de su cumplimiento.

Los Acuerdos de Mayo fijaron la ruta para lograr la reconciliación nacional pero para que esto se produjera necesariamente debía reconocerse el derecho a existir del otro sector y ya sabemos cuál es el criterio de la “banda marcial” y el “pranato rojo”. El referéndum revocatorio del 15 de agosto de 2004 no fue un objetivo en sí mismo; era, eso sí, una opción o medio, entre otras planteadas antes de los Acuerdos, entre las que se incluía la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente o la enmienda constitucional para reducir los mandatos populares. Fíjense que en aquel tiempo la Sala Constitucional no bloqueo la enmienda como salida.

Los Acuerdos de Mayo suponían la existencia de un Poder Electoral imparcial y la intangibilidad de las normas electorales y la seguridad de las reglas con vistas a un juego que se anunciaba difícil y conflictivo. Pero el CNE modificó las reglas del juego a medida que se iba desarrollando el proceso que condujo al referéndum revocatorio, aplicándolas incluso con carácter retroactivo.

En cuanto a la actuación de los militares me basta recordar que, en fecha 20 de junio de 2003, Jorge Luis García Carneiro, para aquel entonces Comandante General del Ejército y luego Ministro de la Defensa en el momento de la ejecución del revocatorio, manifestó públicamente que el referéndum revocatorio del mandato presidencial no se llevaría a cabo y le restó valor a los compromisos contenidos en el Acuerdo. Padrino también tiene su maestro.

Sirva la presente como mero recordatorio. Para dialogar hace falta que se reconozca la entidad humana y política de la contraparte, en la negociación no se pueden sacrificar los principios, en la estrategia no se debe subestimar al contrincante y, en el mejor escenario, la única garantía de cumplimiento es la fuerza de la movilización popular. El apoyo aunque sea indirecto a las medidas económicas asumidas en los estados de excepción implica el reconocimiento de una responsabilidad compartida y la negación de la estrategia destructora ejecutada por 17 años. Comiencen el dialogo. Pero tengan en cuenta que, para muchos venezolanos, hacerlo de la forma como se ha hecho y anunciado por medios extranjeros y redes, es a lo menos sospechoso.

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