Jack el Destripador en Venezuela
Cuando en 1888, comienzan a aparecer prostitutas muertas en las calles de Whitechapel, en Londres, la alarma no se centró en el punto de que los asesinatos habían sido perpetrados a mujeres, sino, por la crueldad con la que habían sido asesinadas. En ese momento, el término feminicidio aún no era conocido, ni existía una teorización de lo que sucede con los asesinatos a mujeres; sencillo, la policía lo catalogaba como un crimen más, pero con características muy particulares: las victimas eran mujeres y con el oficio más viejo del mundo. Han pasado 128 años desde que Jack el Destripador aterrorizó al Reino Unido, y todo el mundo creía que se había librado de él, pero no, tal parece que su espíritu reencarnó en serie, al igual que sus crímenes, y reencarnó en cientos de hombres latinoamericanos y aún más, venezolanos, porque cada día, los feminicidios van en aumento.
No sabemos si la motivación de esos hombres para matar obedece a una enfermedad mental o a que sencillamente el machismo los impulsa a abusar de las mujeres, de cualquier manera, esos actos deberían ser revisados por la Psiquiatría, aunque en mi pueblo no se complican tanto la vida y lo llamarían envidia y miedo.
Con respecto a lo primero, existe un antecedente remoto con la historia de Hipatia, una filósofa neoplatónica de Alejandría, quien fue asesinada cruelmente por los cristianos. Este asesinato tuvo como móvil el hecho de que la filósofa era pagana, sin embargo, viéndolo llanamente, la razón fue la envidia; mujer, inteligente y hermosa, era un dolor de cabeza para los cristianos (patriarcales e ignorantes) pues era imposible manipularla y convencerla ideológicamente.
En la Edad Media, los cuentos de la Inquisición, son aterrorizantes. Toda mujer segura de sí misma, inmediatamente era víctima de sospecha, persecución, difamación y luego la muerte en el fuego o la horca, no sin antes someterla a torturas, tal y como ocurrió con Juana de Arco a quien con la etiqueta de bruja justificaron su muerte, en este caso, la razón fue el miedo; Juana de Arco le roncó en su propia cueva a la Iglesia, porque según ella, Dios le hablaba. Como vemos, el espíritu de Jack ha estado presente durante siglos y no ha muerto
En nuestro país, las páginas de sucesos son dignas de un thriller. En el año 2015 hacia el mes de agosto según la prensa nacional iban 88 crímenes a mujeres y las descripciones eran escalofriantes. Una de esas noticias refiere que en un carro abandonado encontraron en el asiento delantero la cabeza de una mujer y su cuerpo en la maleta del carro. Otro, es el de la mujer descuartizada y quemada que encontraron en Boca de Tigre en el Estado Anzoátegui. No menos crudo es el caso de la estudiante cuyo cuerpo apareció en un contenedor de basura en el centro de Caracas y sus extremidades en un paraje de la Cota Mil, sin que hallaran la cabeza.
Los feminicidios son como una ola, vienen y van por temporadas pero lo cierto es que están allí como una realidad latente haciendo tic tac, lo peor es que las investigaciones se focalizan sólo en lo policial, pero no en la causa psicológica, médica, sociológica etc, y es alarmante porque mientras no sepamos qué lo produce no sabremos cómo evitarlo.
Venezuela no es la única líder en este tipo de crimen, y el asunto tiene ya un rato largo. En un informe del 2009 de la Organización Small Arms Survey se lee que nuestro país se encuentra entre los 15 países con más feminicidios en el mundo, pisándole los talones a El Salvador y 14 países de Latinoamérica y el Caribe se encuentran entre los 25 Estados con mayor tasa de feminicidios.
Femicidio y feminicidio, son dos términos distintos, ambos tratan de asesinatos a mujeres, la diferencia está en que el feminicidio es el que ocurre por razones de género y el femicidio por cualquier razón. En el caso venezolano casi todos son feminicidios, porque esas muertes en su mayoría tienen que ver con el acoso sexual, la violencia doméstica o asuntos pasionales.
Lo asombroso es que aún cuando el índice de muertes por este motivo es alto, no fue sino hasta el 2014 cuando se tipificó en Venezuela el feminicidio como un delito y se incluyó en la nueva Ley Orgánica por el Derecho de las Mujeres. Pero uno se pregunta: ¿y es que tiene que existir una ley para que la mujer sea respetada en su dignidad? Con razón el espíritu de Jack el Destripador se pasea libremente por Venezuela y ha hecho su casa en Centroamérica.
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