Cine venezolano: marginado por su propia gente

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Todos hemos ido al cine alguna vez en nuestras vidas. Vemos la cartelera, seleccionamos la película que más llame nuestra atención, compramos las entradas, tal vez unas cotufas, entramos a la sala y disfrutamos de un momento agradable. Posiblemente para varios lectores el cine simplemente represente esto, nada fuera de lo común, como también varios lectores sean de esos cinéfilos empedernidos que viven el cine desde otra perspectiva más elevada.

Sea cual sea tu perspectiva cuando se trata de cine venezolano existe un rechazo por parte de una importante porción de la audiencia en general, obviando esta “buena racha” que se está viviendo con el séptimo arte criollo, muchos cinéfilos nos preguntamos el porqué de este rechazo popular, la respuesta es bastante simple de responder si conocemos un poco de historia.

Antecedentes 

Para nadie es un secreto que el cine es un arte exageradamente costoso, desde su invención ha representado una verdadera inversión realizar una película. Existen países que fueron capaces de explotar este medio incluso como fuente de ingresos para el país, siendo el caso más reconocido el de los Estados Unidos.

Antiguamente para la realización de un largometraje era necesario grabar en celuloide cada plano, para realizar simplemente la filmación de una escena se necesitaban varias latas de película, nada más este material representaba un enorme gasto, eso sumado con las laboriosas jornadas de edición, que básicamente constaban de tomar el celuloide recortando los errores y pegando con una especie de cinta adhesiva el resto del producto final. Cabe destacar muchos films venezolanos realizados en otras décadas fueron hechos por amor al arte, pues jamás sería posible recuperar la inversión que se usó para realizar el largometraje.

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Gracias a la magia de la tecnología ya es posible grabar películas de manera digital, lo cual resulta en un ahorro no tener que comprar el celuloide, simplificando su proceso de grabación y edición, además el fuerte apoyo por parte del gobierno nacional y colaboraciones internacionales han permitido a varios realizadores materializar sus ideas en la gran pantalla, abriendo paso a una ola de cine venezolano.

Nueva era de cine venezolano

A pesar de que para los venezolanos el cine nacional sea muy malo o irrelevante un fenómeno bastante interesante está ocurriendo, cada vez son más las películas criollas que dan de que hablar en otros países, “Azul y no tan Rosa”, “Pelo Malo”, y “Desde Allá” son solo pequeñas muestras del potencial que tiene Venezuela dentro del séptimo arte, llevándose importante galardones y destacando en privilegiados festivales internacionales.

Algo que puede resaltar de esta “nueva era del cine venezolano” es su faceta de más “independiente” que “comercial”, siendo poco atractivas para el público y opacadas en taquilla por mega producciones hollywoodenses, el caso es que el venezolano no está acostumbrado a ver cine independiente, y aunque lo estuviese una película no podría recuperar jamás su presupuesto con lo recolectado en taquilla, todo realizador está completamente consciente de ello, ¿para qué hacer una película esperando romper las taquillas cuando tienen la oportunidad de asombrar al mundo entero con un cine más intelectual?.

Sin importar las leyes que obliguen a los cines a proyectar largometrajes criollos el público siempre preferirá lo hollywoodense, lo cual no es malo, pues después de todo es lo que estamos acostumbrados a ver y al encontrarnos con estructuras narrativas como las de “Pelo Malo” o “Desde Allá” obviamente no van a llenar esas expectativas que los films gringos han logrado establecer, es importante aclarar que el cine independiente no llena taquillas, sea aquí o sea en otro país.

Si para la ficción es difícil, imaginase para el documental…

Con sólo pensar en “documental” seguramente lo primero que llegue a tu mente será “aburrido”. Sea en televisión o en cine, el documental tiene la mala fama de ser el aburrido del grupo, la verdad es que este es un mal concepto que nos está haciendo obviar todo un mundo cinematográfico por explorar.

Hace unos días esta servidora tuvo la oportunidad de asistir a una función de “Belén”, un documental experimental que se estrenará el próximo 14 de octubre en las salas venezolanas y que nos narra un poco de la vida de Belén, una mujer fuertemente conectada con sus raíces afrodescendientes y que rompió por medio la cultura muchos estigmas sociales al crear una agrupación folclórica africana con solo mujeres, probablemente muchos no conozcan su nombre, pues lamentablemente fue un ente anónimo que siempre luchó por mantener nuestras raíces culturales vivas.

Cuando le comentaba a los demás que iba a ver un documental la respuesta era la misma: “ay no, ¡qué aburrido!”, incluso llegue a tener ese prejuicio antes de ver la película.

“Belén” resulto ser un film asombrosamente entretenido e incluso hizo despertar en  mi un profundo sentimiento de pertenencia, algo indispensable para los venezolanos en estos tiempos, pero les apuesto que muy pocas personas asistirán al cine a ver un documental, a pesar de que “Belén” sea toda una experiencia cinematográfica que jamás se logrará captar de la misma manera desde una pantalla de televisión o en su defecto desde un monitor. La fama del “documental aburrido” no es algo propio de los venezolanos, también en otros países piensan que es un género que carece de gracia o propiedades de entretenimiento.

Existen miles de documentales, históricos, experimentales, científicos, artísticos, folclóricos, en fin, hay para todos los gustos y colores, algunos mucho más entretenidos que otros, lo curioso es que nunca nos enteramos que existen estos documentales a menos que ganen un premio o algo así, por ejemplo hay uno llamado “BatkidBegins”, realizado en Estados Unidos y que trata sobre un niño con una enfermedad terminal que desea ser Batman, para lograrlo toda la ciudad colabora para volver ese sueño realidad, te apuesto que con solo decirte la trama posiblemente capte tu atención o incluso te dieron ganas de verlo.

Si el cine venezolano de ficción es un marginado, imagínense el cine documental venezolano. ¿Cómo crear conciencia para darle mayor difusión al cine nacional?, realmente no hay mucho que podamos hacer, simplemente estamos aquí para intentar cambiar una manera de pensar, para recomendar buen cine y esperar que nos hagan caso, Venezuela ha dejado claro que está dispuesta a destacar en el mundo del séptimo arte, todavía nos queda mucho por ofrecer, ver cine extranjero no tiene nada de malo pero apoyar lo nuestro aportaría un granito de arena para fomentar nuestra propia industria cinematográfica, que aunque sin tantos recursos como la hollywoodense aún nos puede ofrecer ese momento de desconexión que buscamos al ir al cine.

¡Vean cine venezolano!, difúndalo, o al menos no lo juzguen o denigren antes de verlo, tal vez te lleves una grata sorpresa desde una butaca.

Ana Daniela Valero
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