Sobre la crisis del capitalismo

f300x0-143741_143759_90
En estos tiempos turbulentos que vivimos, se reinstala desde posiciones de izquierda el discurso de la crisis del capitalismo y su etapa terminal, lo que – en esta peculiar visión- demostraría su fracaso histórico. Sin desconocer el momento complejo que vive el planeta y los muchos interrogantes en torno a los valores occidentales, es bueno recordar a los agoreros de este «desastre” algunas referencias sobre las condiciones de los países capitalistas comparadas con las del resto del mundo.
Tomemos como dato razonable y válido –el más serio existente, en todo caso- el Índice de Desarrollo Humano (IDH) elaborado por Naciones Unidas que mide no el poder económico o el tamaño, sino las condiciones de vida de las personas, referidas a su bienestar económico y su realidad social en rubros como educación, salud, saneamiento, conectividad, etcétera. Esos países son en este orden: Noruega, Australia, Suiza, Dinamarca, Holanda, Alemania, Irlanda, Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda.
Los datos son más que elocuentes. De los diez países con mejor IDH del mundo, todos son parte de lo que conocemos como Occidente y todos funcionan en el contexto de una economía abierta inserta en la globalización. Seis de ellos son europeos, dos americanos y dos son parte de Oceanía. ¿Cuál es el denominador común de estos Estados?, todos, sin excepción, son democracias liberales que funcionan basadas en el funcionamiento pleno de las leyes y la solidez de sus instituciones. El respeto a las reglas democráticas y la permanencia de éstas en el tiempo es una característica fundamental, sin perjuicio de que cada una de estas naciones lleve adelante cambios y adaptaciones a los nuevos tiempos de acuerdo a su normativa, sin subvertirla ni alterar sus condiciones.
Es interesante anotar que de los diez, nada menos que seis son monarquías constitucionales parlamentarias: Noruega, Australia, Dinamarca, Holanda, Canadá y Nueva Zelanda. La tan criticada monarquía, la objeción a la permanencia de instituciones teóricamente anacrónicas, se estrella contra esta sugerente realidad. Lo que ocurre, obviamente, es que son estructuras de gobierno plenamente adecuadas al siglo XXI. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Occidente adecuó sus formas políticas a los desafíos del mundo contemporáneo. El rey o la reina, son jefes de Estado sin injerencia alguna en las decisiones de los gobiernos elegidos por voto popular, representan la unidad del Estado y la estabilidad más allá de las turbulencias de la política. Las constituciones de esas naciones establecen claramente sus límites y el carácter fundamentalmente simbólico de la institución monárquica. Los otros cuatro países son repúblicas: Suiza, Alemania, Irlanda y Estados Unidos.
Uno de los aspectos más notables de este bloque de diez naciones es que nueve de ellas son democracias parlamentarias y sólo una (Estados Unidos) es presidencialista. La discusión en torno a las ventajas del parlamentarismo sobre el presidencialismo pueden ser analizadas desde muchas perspectivas, pero no es poco relevante tomar nota de esta coincidencia, la de que los países con mejores indicadores de vida se rijan por ese modelo político.
Otro elemento digno de destacarse es que cinco de las diez naciones son expresamente federales: Australia, Suiza, Alemania, Estados Unidos y Canadá. Las otras cinco son muy descentralizadas, con rasgos importantes de autonomía vía regiones o vía municipios. En realidad, todas ellas establecen una gradación escalonada desde el poder local a través del municipio, la base democrática autonómica y descentralizada, hasta los estados, landers o regiones.
Los indicadores demográficos deben tomarse en consideración. Cinco países tienen menos de 10 millones de habitantes, tres tienen menos de 50 millones, uno menos de 100 millones y sólo uno, Estados Unidos, tiene una población gigantesca: 324 millones (el tercer país más poblado del mundo). Los casos de Estados Unidos y Alemania son significativos, pues es más complejo y desafiante lograr altos índices de desarrollo humano en poblaciones tan grandes, mucho más meritorio que hacerlo con poblaciones más pequeñas. A esto debe sumarse que Estados Unidos es la primera potencia mundial, tanto económica (casi emparejada con China, pero con una población casi cinco veces menor) como militar, y que Alemania es la quinta potencia mundial (después de Estados Unidos, China, India y Japón).
Será bueno, en consecuencia, que los agoreros del «desastre” del capitalismo y del «fracaso” de Occidente tomen debida nota de estos datos, antes de hacer afirmaciones basadas en abstracciones ideológicas y no en datos objetivos y medibles. Pero si hay algo relevante en esta información es el carácter genuinamente democrático de los diez países con mejores condiciones de vida del planeta.
Carlos D. Mesa Gisbert fue  presidente de Bolivia.
Fuente original: PaginaSietebo 
(Visited 47 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras