Machismo y homofobia: los males del patriarcado
Cuando uno ve una película mexicana de los años 50, piensa que el machismo tiene su raíz en ese país y que la conducta mero mero macha es absolutamente azteca. Sin embargo, cuando aparece Juan Gabriel, El divo, quedamos con la duda sobre el origen geográfico del machismo. Lo mismo sucede con la homofobia, pensamos que todos esos meros machos son homofóbicos pero cuando vemos grupos musicales mexicanos formados solo por hombres que cantan, bailan, duermen, comen juntos durante largas giras y se fotografían abrazaditos con sus grandes sombreros, ahí también asaltan las dudas.
Pero las dudas no son maliciosas si no fuera por la carga de sarcasmo con que se disparan, (especialmente con la homofobia) y es que el sarcasmo no es más que la ira maquillada. ¿Por qué causa tanta repulsión un homosexual? ¿Por qué es tan despreciable un machista?
En ambos casos se trata de construcciones sociales que estereotipan al individuo real y lo impulsan a tener conductas, aceptadas o no, por mujeres y hombres heteronormales según el estatus, contexto y edad
La homosexualidad siempre ha sido blanco de ataques: La iglesia, la Reina Victoria, los medios, los políticos (aunque sean gays enclosetados) es decir, desde el poder se ataca porque según, son grupos pequeños y pervertidos, como los etiquetó Raúl Castro allá por los años 60, cuando comenzó a matar gays en los campos de concentración cubanos.
Estas configuraciones son antiguas; personajes como Oscar Wilde, estereotiparon al gay retorcido, degenerado; fue el modelo usado por el victorianismo para mostrar lo aborrecible que significaba ser homosexual, por la conducta escandalosa para la época que exhibía el escritor británico. En el siglo XX encontramos películas como la mala educación, de Almodóvar, que describe los casos de pedofilia cometidos por los padres de la iglesia; otro modelo de homosexual pervertido, con lo que el director español mata dos pájaros de un solo tiro: uno, delinear el modelo pedófilo y otro, tumbar la doble moral eclesiástica que siempre fue homofóbica especialmente desde San Agustín, aunque él, en sus mejores tiempos, también fuera homosexual, según sus propias Confesiones.
Pero el machismo, que no es más que el poder del patriarcado elevado a la enésima potencia, también es estereotipado. Desde los siglos XVIII y XIX y con el matrimonio burgués, el poder del macho abarcó hasta los pensamientos de las mujeres, las revistas femeninas eran escritas por hombres, la moda, las finanzas etc., eran también controladas por ellos, la mujer era un objeto decorativo para afianzar su imagen pública: hombre correcto y de familia, prestigiado por la capacidad proveedora y la virilidad representada en la cantidad de hijos.
Volvemos a México; durante el Porfiriato, el patriarcado reinó de manera obscena. Una de las prácticas culturales que se impuso fue la de obligar a las mujeres en la noche de navidad a arrodillarse ante sus maridos para pedir perdón por sus errores, esto, con el beneplácito de la iglesia, que fue la verdadera modeladora del machismo, pues construyó un modelo de mujer sumisa en la imagen de María, la virgen, confiriéndole todo el poder a los hombres, de manera que, no seguir los modelos de género impuestos por la iglesia, era tener un puesto seguro en el infierno.
El patriarcado ha variado con el tiempo, pero no, la actitud grosera y violenta con la que el machista se relaciona con la mujer: psicológica, sexual o físicamente, en muchos casos, la agresión se hace en nombre del amor, basta con ver una telenovela unos minutos y ahí están los modelos machistas que luego son copiados en la realidad.
Pero hay más, ahora el machismo tiene categorías; existe el macho Alfa, Beta y Omega, los hombres se matan por ser el Alfa, es decir, quién lleva la batuta de la seducción y liderazgo entre las mujeres, siempre con la consigna de que el que se enamora pierde.
Ahora bien, luego de esas construcciones centenarias ¿cómo no vamos a tener situaciones de homofobia y machismo en nuestra cotidianidad? solo echemos una mirada al parlamento venezolano; hombre que descalifica a otro, llamándolo maricón. Mujeres golpeadas física y verbalmente. Frases desde el alto gobierno: esta noche te doy lo tuyo. Mujeres que idealizan sexualmente a la figura política que las humilla, chistecitos sexistas en WhatsApp, twitter, etc. En fin, habría que equilibrar esas construcciones: gay pero no loca y macho pero no mucho.
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