El gobierno avanza aceleradamente en la “nicaragüización” de Venezuela
Editorial #345 – «Nuestra perdición»

A veces uno ya no sabe si vive en un país, en una novela o en un circo. Eso es lo que sentimos hoy en Venezuela, una nación que en los últimos 18 años se ha convertido en un algo que sería muy cómico, si no fuera trágico.

No vamos a profundizar en los detalles de la crisis humanitaria que soportan millones en la miseria, ni tampoco vamos a tocar el tema de la violencia, que ha convertido al país en uno de los más peligrosos del mundo.

Como si todo esto no fuera suficiente, ahora se hacen públicas graves acusaciones contra altos mandatarios del gobierno que los relacionan con el narcotráfico y el terrorismo. No falta nada: vivimos en un estado fallido.

La respuesta a los reportes de los medios internacionales que evidencian esta realidad –porque la mayoría de los locales se convirtieron en panfletos de propaganda oficialista por complicidad o autocensura-, es sacar del aire las señales de CNN en Español y de TV Azteca de México, como si la verdad dejara de serlo por la censura.

En el país con la inflación más alta del mundo, con niveles de escasez de una nación en guerra, con aterradores índices de violencia, con niños que mueren por falta de medicinas y sin ningún respeto por los derechos más básicos, vemos a una oposición más preocupada por repartirse las migajas en unas elecciones para gobernaciones -que probablemente ni se realicen- que por salir de esto.

Aunque parezca increíble, a estas alturas de la desgracia que vivimos y de lo evidente que se ha hecho lo insostenible de la situación, el mundo mira con perplejidad que no exista una oposición seria que plantee un camino que nos permita superar esta tragedia.

Consciente de esto, el gobierno avanza aceleradamente en la “nicaragüización” de Venezuela, encarcelando, persiguiendo y silenciando a las voces que le incomodan y, paralelamente, construyendo una oposición a su medida, compuesta por quienes desde hace tiempo son sus cómplices; el “chavismo de la oposición” en su máxima expresión.

Mientras tanto, la gente se ha sumergido en un hondo foso de desesperanza, exactamente tan profundo como el régimen quería. Motivos le sobran, y no encuentra referentes ni nadie que le genere confianza para volver a levantarse, luchar y arriesgarse para salvar a su país de un destino que hoy parece ser inevitable. Mientras esto continúe así, no queda la menor duda de que el país seguirá recorriendo el doloroso camino de destrucción por el que transita desde hace mucho tiempo.

Un camino hacia nuestra perdición.

Miguel Velarde
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